Finalmente, la autopsia realizada al cuerpo de Fabián Gutiérrez estableció que la causa de muerte fue "asfixia mecánica", lo que significa que lo estrangularon. El elemento que se usó fue un cable, que fueron apretando más y más en la garganta del ex secretario, mientras le exigían dinero, según admitió uno de los imputados. El cuerpo tiene además golpes fuertísimos en la sien izquierda y en la frente, heridas cortantes en el tórax y presenta tremendos cortes en las muñecas por los precintos, todo lo cual coincide con lo que declaró Maximiliano Gómez, uno de los detenidos.
La víctima recibió tres cortes en la garganta, todos en el mismo sitio y en la misma dirección, lo que demuestra que tal vez Gutiérrez ya estaba inconsciente, porque no presenta ninguna reacción. El arma de esos cortes fue un cuchillo de la casa de Gutiérrez, prueba de que el homicidio fue improvisado, muy lejos de un asesinato por encargo. Los otros tres jóvenes se negaron a declarar ante el juez Carlos Narvarte que, de todas maneras, afirma contar con pruebas más que suficientes.
Según fuentes de la causa el protagonista central de la historia fue Facundo Zaeta, que no sólo sedujo a Gutiérrez, sino que fue el que pegó, acuchilló y hasta enterró el cuerpo, aunque el magistrado cree que los demás participaron. Zaeta tiene la mano hinchada por los golpes, rajuñones en la cara, y a los demás se les detectaron menos rastros. La hipótesis del juez es que en la vivienda del ex secretario presidencial --que renunció hace diez años, en enero de 2010-- el grupo le causó tremendos sufrimientos para sacarle dinero que creían que tenía en una caja fuerte o provenía de alguna operación inmobiliaria. El alcohol y las drogas pueden haber sido condimentos esenciales: Zaeta fue detenido en octubre pasado con 48 pastillas de LSD.
En la clasificación establecida por el criminalista Raúl Torre, el caso de El Calafate es un típico "hecho desorganizado": los autores planificaron el robo, pero luego los hechos desembocaron en un homicidio tumultuoso, en el que dejaron pruebas por todos lados. Se les encontraron ropas ensangrentadas, coinciden las huellas de sus vehículos, hay imágenes de cámaras de seguridad y huellas dactilares en el principal escenario de los hechos: la cocina-comedor de la vivienda de Gutiérrez. Allí se encontraron gran cantidad de manchas de sangre, lo mismo que en la bacha de la cocina y del baño, pero en estos dos últimos casos es casi seguro que fue porque los homicidas se lavaron. Es muy probable que el grupito haya dejado rastros genéticos en el cuerpo del ex funcionario y surjan pruebas también de los celulares.
El asesinato es todo lo contrario de una operación política pensada de antemano: ni siquiera usaron un arma de fuego para asegurarse el resultado de muerte ni actuó un killer traído de algún otro lado ni motos y vehículos difíciles de localizar. Se trata de homicidio muy típico en que se aprovechan de la vulnerabilidad de la víctima por su condición sexual e intentaron extorsionarlo.
El abogado de la familia Zaeta adelantó que recusará al juez Narvarte, según consigna el diario La Opinión Austral. La movida tiene pocas perspectivas porque el letrado aduce que el magistrado prejuzgó al decir que el homicidio tiene una pena probable de prisión perpetua. Sucede que la calificación inicial es homicidio agravado por la participación de dos o más personas, pero además podría haber otros agravantes, como homicidio criminis causa, es decir que mataron para tapar la extorsión. Otro agravante puede ser la alevosía, porque la víctima estaba indefensa. Frente a ese cuadro de situación, Narvarte se limitó a decir que para un delito de esa naturaleza esta prevista, como única pena posible, la prisión perpetua.
La relación de Gutiérrez con Zaeta era reciente: el ex secretario presidencial tuvo otra pareja y, tras una ruptura, de alguna manera tomó contacto con Facundo. A algunos amigos muy cercanos les contó que esperaba pasar el fin de semana con él.
La versión con la que cuenta el juez es que Gutiérrez y Zaeta tomaron alcohol antes del desenlace y la presunción es que Gutiérrez quedó vulnerable, porque no hubiera sido fácil maniatarlo, dado que los jóvenes son mucho más chicos de tamaño que el ex funcionario. Los hombres de Homicidios de Santa Cruz evaluaron que difícilmente le hubieran podido poner los precintos sin estar indefenso. El único arma que llevó el grupo fue un cuchillo sin filo y luego utilizaron otro que estaba en la cocina. Los dos cuchillos están secuestrados.
Los jóvenes eran consumidores de drogas, por eso en octubre sorprendieron a Zaeta con las pastillas de LSD tras una fiesta electrónica. Además se lo conocía como un habitué de la noche, con problemas de adicción al alcohol. De la casa de Gutiérrez no sólo se llevaron un televisor, un equipo de música y el celular de la víctima, sino todo el alcohol que encontraron, incluyendo el ron que Gutiérrez compró esa misma noche.
La familia del ex secretario, a través de su abogado Gabriel Giordano, dio a entender que hubo "un móvil económico local". El letrado no quiso ser muy explícito pero descartó cualquier móvil político y sugirió que Gutiérrez vendió una propiedad o un auto y la bandita pensó que tenía el dinero con él. Tal vez influyó la idea instalada de que el ex secretario se hizo rico por hechos de corrupción. En enero de 2010, Gutiérrez tuvo que renunciar a su cargo porque lo acusaron por enriquecimiento ilícito. Un año antes había sido sobreseído por Claudio Bonadio en otro expediente por el mismo delito y en la segunda causa, que instruyó el juez Marcelo Martínez de Giorgi, no fue procesado. Sin embargo, en 2018, Bonadio se quedó con el expediente y lo procesó por lavado de dinero, en base al argumento de que sus propiedades provenían del dinero mencionado en las fotocopias de los cuadernos rellenados por el chofer Oscar Centeno. El procesamiento de Bonadio está apelado y no tiene resolución hasta ahora.
En el expediente del homicidio, la situación actual es que para el juez parece probado que los cuatro jóvenes de El Calafate estuvieron en casa de Gutiérrez: los dos Zaeta, Facundo y Agustín; Maximiliano Gómez y Fabián Monzón. Lo indicarían las huellas y las marcas de las respectivas camionetas. También sucede que les secuestraron ropas con sangre. Pero la versión más firme es que el papel principal, los golpes, las cuchilladas, la exigencia de dinero y hasta haber enterrado el cuerpo, fueron obra de Facundo Zaeta.