Las ventas minoristas cayeron en junio 34,8 por ciento interanual, según informó CAME este domingo. El mayor impacto se sintió en el Área Metropolitana de Buenos Aires donde el derrumbe llegó al 49,3 por ciento debido a la cuarentena decretada para intentar contener la expansión del coronavirus. En el resto del país la contracción fue del 20,3 por ciento. En los primeros seis meses del año, el comercio minorista pyme acumula así un derrumbe anual de 32,5 por ciento frente al mismo período de 2019.
Todos los rubros terminaron en rojo. La mayor caída se produjo en el rubro joyería, relojería y bijouterie donde las ventas retrocedieron 59,7 por ciento en promedio. Perfumería y cosmética quedó en segundo lugar con un derrumbe de 51 por ciento, mientras que el podio de los sectores más afectados se completó con calzado y marroquinería que cayó 50,7 por ciento.
Al igual que viene ocurriendo durante la cuarentena, los rubros con un mejor desempeño relativo son aquellos que pueden operar normalmente por haber sido calificados como “esenciales”. Por ejemplo, las ventas de las farmacias retrocedieron “solo” 12,7 por ciento, en alimentos y bebidas la baja fue de 19,4 por ciento y en ferreterías, materiales eléctricos y para la construcción el rojo fue de 22,9 por ciento.
La mayor retracción en las ventas se sintió en el AMBA, donde el expendio minorista descendió 49,3% afectado por los controles más estrictos, que generaron menor cantidad de locales abiertos y menos circulación de gente comprando. Al ser la zona de mayor concentración de casos de coronavirus, la actividad comercial fue la más afectada, sobre todo, en los rubros no esenciales. Si se miden las ventas solo en ese segmento, la caída no fue del 49,3 por ciento sino de 60,7 por ciento. Sin considerar las actividades esenciales, la baja en todo el país se ubicó en 43,1 por ciento.
De hecho, las ventas en joyerías, relojería y bijouterie en el AMBA se desplomaron un 75,8 por ciento interanual, en calzado y marroquinería un 72,5 por ciento y en indumentaria un 71,7 por ciento.
“Hubo muchos faltantes en los comercios, en parte por falta de liquidez para comprar stock y proveedores que solo aceptaban la facturación en efectivo. Eso, más la poca circulación de gente y los protocolos que no permiten más de una o dos personas a la vez en el negocio, aplastaron la venta”, destacó el informe de CAME en lo que respecta a las ventas de indumentaria.