“Al amanecer del 6 de julio, en Roma, con el consuelo de la fe, murió Ennio Morricone”. Así lo anunció esta mañana,en nombre de la familia, el representante del compositor. Morricone, creador de algunas de las más bellas columnas sonoras del cine del siglo XX, murió en una clínica romana donde había sido internado por las complicaciones de una rotura de fémur, producto de una caída. Tenía 91 años. La ceremonia fúnebre se realizará en la intimidad familiar, “en el respeto del sentimiento de humildad que inspiró su existencia”, agrega el anuncio, que destaca además que el compositor conservó hasta el final “plena lucidez y gran dignidad”.
La noticia de la muerte de Morricone recorrió enseguida el mundo y despertó afectuosas reacciones y recuerdos. “Un maestro admirado y un amigo. Un músico extraordinario, no solo por su música para el cine, también por su producción para concierto”, escribió el director de orquesta Riccardo Muttien las redes sociales. “Con Ennio se va un pedazo de cine mundial”, comentó el productor Aurelio Di Laurentis. También Sergio Mattarella, Presidente de la República Italiana, tuvo sentidas palabras: “La partida de Ennio Morricone nos priva de un artista distinguido e ingenioso. Un músico refinado y popular al mismo tiempo, que dejó una profunda huella en la historia musical de la segunda mitad del siglo XX. A través de sus bandas sonoras contribuyó en gran medida a difundir y fortalecer el prestigio del Italia en el mundo”, expresó el mandatario.
Morricone había nacido en Roma el 10 de noviembre de 1928. Se formó en la Academia de Santa Cecilia, donde se graduó en trompeta, composición, instrumentación, dirección de banda y música coral. Alumno dilecto de Goffredo Petrassi, en su juventud Morricone integró el grupo de música experimental Nuova Consonanza y compuso música de concierto según el mandate estético de las vanguardias de pos guerra. Comenzó a trabajar para el cine en 1961, con la columna sonora para la película IlFederale, de Luciano Salce. Por esa época trabajó también como arreglador de algunos de los nombres importantes de la canción italiana, como Mina y Gianni Morandi. En 1970 fue el arreglador y director musical de Per un pugno di samba, un disco italiano de Chico Buarque y en 1978 compuso la canción oficial del Mundial de fútbol que se jugó en la Argentina.
Para sus primeras columnas sonoras en el universo del “spaghetti western”, acaso temeroso de poner en juego su estatus de músico “de conservatorio”, Morricone utilizó el seudónimo de Dan Savio. Más tarde, sin embargo, asumió su nombre real y enseguida se convirtió en uno de los compositores de música de cine más prestigiosos de su tiempo. La intuición melódica –para la que utilizó con frecuencia la voz humana– y la maestría orquestal puestas al servicio de la imagen y el clima expresivo de la película lo distinguieron en una época de relaciones grandiosas entre sonido y celuloide.
La música para Por un puñado de dólares (1964), fue el inicio de una colaboración fecunda y exitosa con el director Sergio Leone, compañero desde la escuela primaria, con quien cultivó una simbiosis comparable a la que lograron Federico Fellini y Nino Rota o, en otro registro expresivo, Bernard Herrmann y Alfred Hitchcock. Así comenzó lo que se conoció como “La trilogía del dólar”, que se completó con Por unos dólares más (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966),y se prolongó en la “Trilogía del tiempo”, con Érase una vez el Oeste (1968), Los héroes de la mesa verde (1972) y Érase una vez en América (1984).
Además de las polvorientas hazañas de los pistoleros de Leone y DuccioTessari, la música de Morricone comentó la vindicación anticolonial de La batalla de Argel (1966) de Gillo Pontecorvo y el vagabundaje del genial Totó en Uccellacci e Uccellini (1966), de Pier Paolo Pasolini. A lo largo de seis décadas y más de 500 partituras firmadas, compuso también para otros directores importantes, en Italia y el mundo. Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970), de Elio Petri; Sacco y Vanzetti (1971), de Giuliano Montaldo; La cosa (1982), de John Carpenter; La misión (1986), de Roland Joffé; Los intocables (1987), de Brian De Palma; Bugsy (1991), de Barry Levinson; Lobo (1994), de Mike Nichols; U Turn (1997), de Oliver Stone, son algunos de los títulos que tienen sus columnas sonoras. Quentin Tarantino, que le rindió homenaje en Kill Bill (2003) y Bastardos sin gloria (2009), le dio la oportunidad de ganar un Oscar, después de haber estado nominado en cinco oportunidades. Fue con la música para Los ocho más odiados (2016).
En 2007, el compositor había recibido el Oscar a la trayectoria. Ese fue un momento sobresaliente para un trabajo que también fue reconocido con el León de Oro a la trayectoria en el Festival de Venecia, tres Grammy y cuatro Golden Globes en Estados Unidos, diez David de Donatello de la Academia del Cine de Italia, entre muchos otros. A principios de junio había sido galardonado con el premio Princesa de Asturias de las Artes, en España, junto con su colega John Williams.
Prolífica fue también la relación de Morricone con Giuseppe Tornatore, colaboración que tuvo su punto culminante en Cinema Paradiso (1988). En 2018 el director siciliano, que filmó un documental sobre Morricone cuando el compositor recibió el Oscar en 2016, realizó la entrevista para el libro Ennio - The Maestro. Sobre esta conversación también se realizará un documental, firmado por el mismo Tornatore, que se estrenará en la segunda mitad del año, cuando pase pandemia.
Entre Bach, Stravisnky y la canción italiana, Morricone fue un artesano prodigioso, de los que hicieron de la música para cine un género en sí, capaz de sobrevivir a la imagen para instalarse en el imaginario de una época.