Desde Roma.
A las ocho de la noche en punto, cuando el sol empiece a esconderse detrás del Monte Mario pegándole de chanfle al Tevere, el Estadio Olímpico recibirá las últimas luces de la XIV Copa del Mundo con la final entre Argentina y Alemania Federal que repetirán el enfrentamiento de la cita anterior. Arbitrará el mexicano Edgardo Codesal y la historia del mundo futbolístico empezará a escribirse más tarde, cuando el resultado indique la supuesta superioridad del nuevo campeón.
Argentina y Alemania es un clásico entre las mayores potencias. Repetirán el duelo de hace cuatro años, y desde entonces pasaron cosas muy diferentes en uno y otro equipo que más tarde también se mostraron en las canchas de este mundial italiano. Aquel campeón del '86 no dejó dudas sobre la legitimidad de su vuelta olímpica. Aquella Alemania empezó mal y terminó bien, pero con un equipo de lesionados y amonestados. Ahora es al revés. Los alemanes hicieron una buena campaña desde la derrota del Azteca y perdieron el Europeo del '88 en su casa sólo porque una Holanda en su mejor momento lo desalojó de las semifinales. Argentina nunca pudo formar el mismo equipo dos veces seguidas por la constante venta de hombres al exterior. Tampoco jugó bien la mayoría de esos encuentros rebatiendo la teoría oficial de que lo que vale es el sistema y los hombres deben adaptarse a él. En las confrontaciones más importantes perdió ante Uruguay la Copa América del '87, en River, y fue lamentable su presentación en la edición brasileña del '89.
En este Mundial, Alemania empezó arrasando a Yugoslavia (4-1) y a la débil formación de Emiratos Árabes (5-1) para cerrar su actuación de la primera zona con un empate con Colombia (1-1) que pareció marcar una leve declinación. En octavos jugó una final adelantada ganándole bien a Holanda (2-1) y en un durísimo partido apenas pudo con Checoslovaquia (1-0) gracias a un penal a Klinsmann que convirtió Matthaeus. En semifinales se encontró con Inglaterra, reiterando el viejo duelo de Londres '66, y tras empatar (1-1) en el alarque se impuso en los penales (4-3). Al margen de los resultados y de peligrosos vaivenes en su rendimiento, Alemania fue, hasta ahora, el mejor equipo del Mundial. Por la propuesta de un fútbol moderno, rápido, veloz, de gran dinámica y, por sobre todo, que buscó la manera más sencilla y efectiva de ganar: salir a ganar, sin especular demasiado con el rival. A la habitual disciplina táctica y esfuerzo físico del fútbol germano, Beckenbauer fue ayudado por la aparición de individualidades brillantes como Riedle o Haessler y por el mejor momento de Matthaeus, Klinsmann, Brehme y Voeller que coincidió con esta cita italiana. Sin embargo, Beckenbauer no es un hombre de audacias "suicidas" para este fútbol de hoy y se mantienen las reservas sobre la actitud que adoptará su equipo esta noche.
La Argentina campeona abrió el Mundial perdiendo con Camerún (0-1) por un grave error defensivo pero cumpliendo una de las peores actuaciones de su historia. Obligado a ganar, superó a Unión Soviética (2-0) con la inestimable ayuda de la "otra mano de Dios" que evitó el súbito adiós. Después, con algo más de vuelo, empató con Rumania (1-1) un partido que pudo haber ganado si no hubiese aparecido otra distracción defensiva. En octavos el milagro ante Brasil (1-0) sobre el que ya se escribió demasiado. En cuartos un empate con Yugoslavia (0-0) que no dejó nada y la salvación en las manos de Goycochea para detener dos penales tras las fallas de Maradona y Troglio. En semifinales, Italia (1-1), jugando el mejor partido que debió ganar sin haber tenido que ir otra vez a los penales.
Beckenbauer tiene a Rudi Voeller lesionado y todavía no confirmó a los titulares, pero sigue pensando en la opción de Berthold o Haessler. Si juega el de la Roma habrá un esquema clásico, con marcadores de punta definidos. Si va Haessler, habrá más presión de Kohler sobre Dezotti. Será todavía más líbero Augenthaler y el medio se poblará de volantes. Especulando con esta situación, Bilardo todavía no dijo cómo iba a parar a sus hombres en la cancha, aunque sí dio los once nombres que hasta podrían sufrir una variante si Lorenzo no está en condiciones: entra Calderón y se retrasa un poco más, del otro lado, Troglio. Por esas cuestiones pasa el nudo de partido y por las ausencias importantes que tendrá Argentina porque Giusti y Olarticoechea y el oportunismo en la definición de Claudio Caniggia fueron fundamentales para arribar a esta final. Tampoco estará Batista, los cuatro suspendidos por amonestaciones.
Habrá que ver, después de las marcas de los pizarrones de ambos técnicos, qué hacen los jugadores de fútbol. Maradona, fundamental mente, para presentar la última función de magia en la camiseta argentina. Dijo ayer que "éste será mi último partido con la selección. No sé quién será el próximo técnico pero tienen que darse muchas condiciones para que yo siga. Yo pongo a disposición de la AFA mi cinta de capitán y después me dedicaré al Nápoli porque también quiero ganar el scudetto y la Copa de Campeones". Alemania tiene más individualidades. Matthaeus, que juega en todo el campo, la doble punta Voeller-Klinsmann que afuera de la cancha no se lleva bien pero adentro parecen amigos de toda la vida, Brehme, su subida y su definición, el otro lema que desvela a Bilardo.
No puede esperarse un partido de ida y vuelia. Bilardo dijo que lo peor era ver la final en su casa y ahora que llegó no va a traicionarse yendo a atacar con un equipo sin figuras, con lesionados y con una mínima cuota de fútbol. Bcckenbauer se retira de la selección alemana y tampoco querrá pasar a la historia como el técnico que perdió dos finales consecutivas, ante el mismo rival. Habrá un largo momento de estudio y espera. Habrá hombres atados por la responsabilidad y en Argentina, por ejemplo, jugarán Sensini y tal vez Lorenzo, dos de los pibes que recibieron los palos después de Camerún. Después vendrá el tiempo de soltarse, de largar amarras y decidir se a ir a buscar la victoria con las armas de cada uno.
Alemania parece tener más y mejores. Argentina viene haciendo un milagro de cada partido y además está Maradona con ganas de despedirse con otro título para entrar en la historia. Por lo hecho hasta ahora, Alemania merecería ser campeón porque demostró que hoy es mejor que Argentina, pero éste es un torneo por eliminación y hasta aquí llegó Argentina, a su modo. Nadie puede negar la categoría de Brasil, los méritos que había hecho Italia, los jugadores de Holanda y, sin embargo, están aquí Alemania y Argentina. Uno de ellos será el campeón de uno de los mundiales más mediocres de las últimas décadas. Les queda sólo un partido y al cabo, el que se consagre, será el campeón típico de este torneo, que prometió mucho y dio poco. Como el campeón de Italia '90.
* Nota publicada en Página/12 durante el Mundial de Italia.