Patricia Bullrich tendrá que resignar poder. Luego de los choques internos del fin de semana por el comunicado sobre Fabián Gutiérrez que la presidenta del PRO decidió enviar sin haber terminado antes las conversaciones con otros sectores del espacio opositor, se reunió el sector "dialoguista". El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta; la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal; el jefe de la bancada de Diputados, Cristian Ritondo; el vicejefe Diego Santilli, los intendentes Néstor Grindetti y Jorge Macri, entre otros, conversaron en un Zoom. Es decir: un encuentro de todos los que quedaron descontentos con la salida del espacio a plantear una confrontación con el Gobierno nacional y tratar al asesinato de Gutiérrez como un crimen político. Hay mucho enojo en el sector que se vio desplazado. La conclusión es que plantearán la formación de una mesa ejecutiva del PRO, donde Bullrich (y por ende el expresidente Mauricio Macri) estará rodeada de dirigentes del otro sector. Macri, en tanto, sumaría a esa mesa a un colaborador cercano, como el exsecretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis.
Los que se reunieron ayer fueron quienes vieron con malos ojos la salida del comunicado que calificó al crimen como de "extrema gravedad institucional". La situación empeoró cuando el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, salió a defender el comunicado y dijo que "fue un nuevo crimen vinculado al poder kirchnerista". A tal punto se sobregiró el dirigente radical que lo tuvieron que desmentir algunos de sus correligionarios, como José Cano, quien dijo que "no tengo ningún elemento para ratificar lo que dijo Cornejo. Si los dirigentes políticos hacemos lo que criticamos, esto no tiene retorno". Si bien no lo expresó públicamente, tampoco el senador Martín Lousteau parecería haber quedado conforme que con la posición que expresó el partido que ahora integra.
Además de Larreta y Vidal, al encuentro en Zoom se sumaron otros dirigentes que quedaron muy enojados con lo que ocurrió con el comunicado, como el ministro de Ambiente, Eduardo Macchiavelli, el senador Esteban Bullrich y la dirigente porteña Carmen Polledo. Todos estaban en el chat partidario discutiendo qué hacer con el comunicado (y argumentando que había que esperar y redactarlo mejor) cuando se encontraron con que Bullrich ya lo había publicado. Eso desató un choque interno que llevó, entre otras cosas, a que Grindetti abandonara ese chat y a que amenazaran otros con irse. También empezaron a debatir si publicar un comunicado alternativo, con otra redacción.
El problema no fue solamente que Bullrich los "caminó", sino lo que decía el comunicado. "No podés salir a decir que es un crimen político y que después termine siendo otra cosa. Quedamos todos pegados", se quejaba uno de los que discutió con la presidenta del PRO. Tanto Larreta como Santilli piensan que el contenido del comunicado fue apresurado. Los gobernantes porteños están más cerca de las hipótesis que manejan en el Poder Judicial que de plantearse un gran crimen político. También diferenciaban lo que sería salir a pedir el esclarecimiento de meterse en la investigación, como hizo el comunicado, planteando que la escena del crimen podría haber sido alterada, que podría estar vinculado a las causas de Cristina Fernández de Kirchner, entre otras cosas.
Controlar a Bullrich
Todos estos movimientos internos representan un veto a la presidencia de Bullrich que, para intentar calmar las aguas, piensa ofrecer crear una "comisión de comunicados", integrada por cinco miembros del partido. En el ala dialoguista no estaban muy dispuestos a aceptar su idea. Lo que conversaron es formar una mesa ejecutiva del PRO que licuaría la capacidad de Bullrich de accionar sin consenso. "Así no va a poder sacar comunicados en nombre de todo un espacio que no piensa como ella", indicaron. Hasta ahora, la dirigente viene actuando en todos los casos respaldada por el ex presidente Mauricio Macri, que comanda el ala dura del PRO.
En el Zoom convocado por Larreta ayer a la noche, además de hablar de otras cuestiones vinculadas a la pandemia, se planteó crear una mesa ejecutiva del PRO con seis participantes, donde Bullrich ya no podrá maniobrar sola: estarían flanqueándola Macchiavelli -hombre de Larreta en el partido-, Diego Santilli, Cristian Ritondo y Jorge Macri (por la provincia de Buenos Aires). Mauricio Macri tendrá de su lado a dos dirigentes de las provincias: Federico Angelini, por Santa Fe, y Humberto Schiavoni, por Misiones. El expresidente quería sumar uno o dos dirigentes propios más a la mesa: Fernando De Andreis o Guillermo Dietrich. "Nadie entiende bien por qué tendrían que estar", comentaban. Dietrich quedaría afuera, no así De Andreis. "Con esta mesa ejecutiva, no podrían volver comunicados como este", decían en el ala moderada.
Previo a ese encuentro, Vidal tuvo otro con los intendentes Néstor Grindetti y Jorge Macri para conversar sobre la situación del espacio político. Vale una aclaración: no está en el ánimo de la exgobernadora romper Juntos por el Cambio, ni ella piensa que desde el otro sector pueda plantearse eso. Lo que se está dando es una disputa por la conducción del espacio y por restringir las acciones de la presidenta del partido, que viene buscando escalar en la confrontación, como lo demostró su respuesta al presidente Alberto Fernández, al que trató de tener una "actitud canallesca" cuando ocurrió el caso de Santiago Maldonado.
Ayer por la mañana, en tanto, hubo un encuentro del PRO bonaerense donde quienes habían formado parte de las conversaciones durante el fin de semana con Bullrich pusieron al tanto al resto de cómo se había gestado el comunicado. "Básicamente, lo escribieron Bullrich y Cornejo. Y se cagaron en todos nosotros", fue el resumen que les hicieron a los asistentes de ese encuentro, donde no faltaron las críticas a la presidenta del PRO. "Fue una gran catarsis", describieron los que participaron. Ya en esa reunión se planteó la necesidad de una mesa ejecutiva que incluya a todos los sectores y que impida que la presidenta del PRO, ungida por Macri, vuelva a repetir acciones como las del fin de semana.
Habrá que ver si finalmente a Bullrich (y a Macri) le rodean la cuadra.