“La gente dice que fue el más afortunado de The Beatles, pero si sacaras al baterista de cualquiera de las grandes bandas de rock, no sonarían igual. Mi papá expresa la música de una manera única. Siempre sabés que es él. Lo más difícil es tocar la canción, y no sólo alardear”. Así defendió Zak Starkey a su padre, el ilustre Ringo Starr, ante el diario británico Telegraph, unos 20 años atrás. Aún lo sigue haciendo, y de manera cada vez más férrea, frente a todos los que intentan “matar”, como se suele decir, a su progenitor. Basta que mencionen al baterista más famoso del mundo, para que su vástago clave sus ojos azules en la mirada de quienes se atrevan a ultrajarlo. Aunque la historia era distinta en la segunda mitad de los setenta, en medio del estallido punk, cuando el músico, que vino a la Argentina en calidad de integrante de Oasis y The Who, renegaba de su abolengo. “Ser el hijo de Ringo es el mayor lastre de mi vida”, gruñó a los 14 años el que hoy es considerado, técnicamente, superior al artista que lo introdujo en la batería. “Nunca me pasó por la cabeza competir con él”, remató el líder de Sshh.
Ringo Starr, el ex Beatle de sonrisa amable, voz ronca y tartamudeos, nació 80 años atrás, un día como hoy. Lo iba a celebrar a lo grande, “con un escenario al aire libre junto al edificio Capitol, en Hollywood, con amigos y grupos tocando en un gran almuerzo”, según deslizó él mismo en una rueda de prensa virtual. Pero la pandemia lo obligó a festejarlo con un evento global, que se transmitirá por su canal oficial de YouTube (a las 21, hora argentina), en el que participarán Paul McCartney y otras figuras de la industria musical del calibre de Joe Walsh, Sheryl Crow, Sheila E y Ben Harper. También habrá crédito argentino: la Orquesta Escuela de Chascomús, cuya relación con el baterista se produjo por intermedio de uno de sus productores (su participación durará tres minutos ). Sin embargo, el vínculo entre ambos no es nuevo, sino que se remonta al cumpleaños 77 del músico inglés. Luego de interpretar en aquella ocasión, Facebook Live mediante, “All You Need is Love” y “Give Peace a Change”, a las que le secundó un trozo de “Libertango”, el clásico de Astor Piazzolla, le cantaron el “Happy Birthday”.
Ringo’s Big Birthday Show es el nombre de este festejo de carácter benéfico y solidario, para el que el artista instó a sus seguidores, al mediodía de sus respectivos países, a saludar con la señal de “paz y amor” (de manera bien peronista, con los dedos extendidos con la forma de “V”, de victoria). Además de WaterAid, MusiCares y The David Lynch Foundation, el evento destinará los fondos recogidos a BlackLivesMatters: movimiento de carácter afroestadounidense creado en 2013, que con la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis, el pasado 25 de mayo, tomó un envión sin precedentes en todo el mundo. Y más aún en tiempos de pandemia. “Todos nuestros héroes eran negros: desde Ray Charles hasta Lightnin ‘Hopkins, pasando por Cozy Cole. Stevie Wonder fue uno de ellos”, confesó recientemente el autor, en tiempos de Beatles, de “Don’t Pass Me By” y “Octopus's Garden”. “Cuando tenía 17 años, intenté emigrar a Houston (Texas). Quería estar donde se encontraba Lightnin ‘Hopkins, mi músico de blues favorito de todos los tiempos”.
Esto último no es un dato menor. Mientras sus inminentes compañeros de grupo se encontraban probando suerte en Hamburgo (Alemania), Ringo Starr, que es el mayor de The Beatles (le secundaba Lennon, por tres meses), hubiera cambiado la historia de la cultura pop si no se embarcaba a los Estados Unidos. Si bien se conocieron en esa ciudad alemana, cuando tocó con Rory Storm and the Hurricanes, este hijo del proletariado -trabajaba en una fábrica en ese momento- visitó el consulado para comenzar a tramitar el proceso de emigración. Pero el papeleo resultó abrumador. “Me dieron una gran cantidad de formularios para completar. Y lo hice”, confesó. “Los rellené, los recuperé y luego me dieron más formularios. Ahí me di por vencido”. El 14 de agosto de 1962 Lennon le preguntó si quería ser parte de la banda, en reemplazo de Pete Best, el músico tras los tambores en ese desembarco teutón, y cuatro días más tarde debutó con el cuarteto en Liverpool. Pese a la resistencia de los fans, en noviembre de ese año ya era uno más.
The Beatles se vienen en otros formatos, como Disney, con el documental The Beatles: Get Back, que prepara Peter Jackson, y que se retrasó por el coronavirus (compilado de imágenes rodadas en 1969, a partir de más de 55 horas de material inédito, y 140 horas de grabaciones de audio desconocidas). “Es fruto de metraje que se encontraron del último concierto de The Beatles, del que en el documental Let It Be sólo se utilizaron unos 10 o 12, minutos como mucho”, advierte Ringo Starr. “En ese corte no se veía mucha alegría. En cambio, el metraje que encontramos está lleno de risas, ves a un grupo tocando, divirtiéndose. No digo que no hubiera sus cosas. Y nos tomamos nuestros discos muy en serio. Pero Jackson ha sabido encontrar los buenos momentos. Una pena que se haya tenido que retrasar”, a pesar de las horas que metió el artífice de El señor de los anillos durante el confinamiento trabajando a solas en su estudio de Nueva Zelanda. “Es que este año, ¡vaya año! ¡Si hasta James Bond ha tenido que retrasar su llegada!”, se ríe despidiéndose con su perenne gesto de paz y amor.
A pesar de que este año no podrá continuar con la tradición que inició hace una década, de visitar algún lugar en el mundo con motivo de su cumpleaños, el ex Beatle le afirmó a la revista Parade en 2019 que está “contento de haber nacido acá y ahora”. “A mí me gustó mucho la época de mediados de los ‘60”, dijo el artista, quien visitó la Argentina por última vez en 2015, con su proyecto All Starr Band, con la que celebró su tercera década sobre los escenarios. “Cuando era un adolescente pensaba que había que fusilar a todos los mayores de 60 porque eran inútiles. Pero, luego de cumplir 40, mi madre me dijo: ‘Hijo, supongo que ya no piensas así’”. Si bien reconoce que se encontraba amargado en aquella época, agradece el haber sobrevivido. “Es un milagro que todavía ande por aquí. Me metí mucha droga, y podría haberme ido en cualquier momento. Cuando llegué a los 50, me sentía como un sátiro, luego de cantar ‘You're Sixteen’. Ahora no me importa un pito. Al momento de interpretarla, explico: ‘Esta canción es para ti y para todas esas otras chicas jóvenes de corazón’”.