De tanto mudarse, abrumada cada vez por la cantidad de adminículos que debía empacar, la fotógrafa belga Barbara Iweins empezó a cuestionar su relación “con los objetos que me rodean, qué extraños lazos me conectan a ellos, qué importancia les asigno por necesidad, familiaridad, rareza…”. Para despejar la equis, decidió “confrontar radicalmente con mis posesiones”, sin filtro y sin edición, registrando todo cuanto tiene. O sea, más de 10 mil artículos, desde auriculares y cepillos de dientes hasta cucharitas y pilcha, compulsiva, meticulosamente clasificados de acuerdo a autoimpuestos criterios, de lo más específicos: color, material, con cuánta frecuencia los usa, en qué lugar de la casa están, cuál es su valor emocional. “Para ser verdaderamente honesta, necesitaba capturarlo todo: ningún libro, ningún utensilio de cocina, ningún ladrillito lego iba a escapársele a mi cámara”, explica la autora de un muestrario colosal que ha bautizado Katalog. Un modo, dice la artista, de exponerse hasta el paroxismo, evidenciando “un ciclo continuo, irrefrenable, irracional de acumulación”. Dedicó al proyecto 15 horas semanales estos últimos dos años, y ahora lo presenta online, esperando poder exhibir la serie en galerías el venidero 2021.

“En un principio, noté que la mayoría de mis posesiones eran más una fuente de confusión que de placer, y que sentía poco apego por ellas. Pero a medida que las aislaba, categorizaba y fotografiaba, comencé a asignarles una importancia distinta, a entender su belleza subjetiva: incluso una botella de jarabe para la tos sucia tiene, para mí, interés estético…”, afirma Iweins. El tiro por la culata: lejos de conseguir el desapego anhelado, dio con un aprecio renovado por lo mundano, por la parafernalia que sostiene sus rituales cotidianos. “Esperaba querer deshacerme de muchas cosas, pero terminé queriéndolas aún más. Algo es seguro: no soy Marie Kondo”, bromea la fotógrafa, que lejos de ser complaciente con su “neurótica afición por coleccionar”, contrasta el enjundioso catálogo con información crítica respecto al excesivo consumo social. Anota, por caso, que en promedio las personas compran un 60 % más de ropa que hace 15 años, y la conservan la mitad del tiempo. Que se generan 70 toneladas de basura por segundo. Que los niños juntan a razón de 238 juguetes al llegar a los 10 años, pero juegan solo con 12. Que el número de fotos sacadas cada dos minutos es mayor a todas las imágenes tomadas en el siglo 19. Que pasamos alrededor de 153 días de nuestras vidas buscando por objetos perdidos… Así las cosas, “en pos de gratificación instantánea, de encontrar alivio superficial y artificial, de pausar por un momento nuestras preocupaciones diarias”, compramos más y más.

Más en http://katalog-barbaraiweins.com/