Golpeadas por la historia, recogieron el guante y salieron a la calle. Donde otros juran venganza, ellas reclaman justicia. Le hicieron frente a la dictadura, observaron a los poderes democráticos de turno y nunca claudicaron. Hoy, cuarenta años después de haber dado su primera ronda, las Madres de Plaza de Mayo siguen de pie, trabajando por la memoria de sus hijos e hijas y marcando los pasos de las nuevas generaciones de quienes luchan por los derechos humanos y, en general, por una Argentina más justa.
Caras y Caretas dedica su próximo número –que estará mañana en los kioscos opcional con PáginaI12– a las Madres de Plaza de Mayo, las mujeres que cambiaron la historia del país.
María Seoane señala que “fueron esas mujeres las que comenzaron una larga marcha que puso la piedra basal de un nuevo pacto civilizatorio en la Argentina”, porque defender los derechos humanos “es construir ciudadanía, pero también garantizar una vida digna al conjunto de la población”. Felipe Pigna destaca la labor de los organismos de derecho humanos, entre ellos las Madres, que constituyeron, junto con la resistencia obrera, la principal oposición a la dictadura cívico-militar.
Desde la nota de tapa, Ulises Gorini reconstruye la historia de las Madres de Plaza de Mayo desde el 30 de abril de 1977, cuando un grupo de mujeres que buscaba a sus hijos desaparecidos se reunieron convocadas por Azucena Villaflor. En ese derrotero, enfrentaron a los militares, aprovecharon el Mundial de Fútbol de 1978 que concitó la atención de la prensa internacional para dar a conocer al mundo las violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo en la Argentina de Jorge Rafael Videla, forjaron consignas como “aparición con vida”, denunciaron la teoría de los dos demonios y las leyes de impunidad sancionadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín, pelearon contra los indultos de Carlos Menem, tuvieron diferencias que las separaron en la Asociación y la Línea Fundadora, se enamoraron de la política cuando Néstor Kirchner y después Cristina Fernández hicieron de los derechos humanos una política de Estado. Hasta hoy, que están, como antes, como siempre, enarbolando la bandera de memoria, verdad y justicia.
Valeria Bartuto y Luciana Bertoia realizan un recorrido por la historia de la desaparición forzada de personas como dispositivo del terror a través del derrotero de Marta Vásquez, presidenta de Madres Línea Fundadora.
Enrique Arrosagaray escribe la biografía de Azucena Villaflor, una de las fundadoras, que en la búsqueda de su hijo Néstor fue secuestrada por una patota de la ESMA, a instancias de Alfredo Astiz, que previamente se había infiltrado entre las Madres.
En un repaso por la cultura de la resistencia, Germán Ferrari contrapone los discursos de la memoria y los del negacionismo, tan caros al gobierno de Mauricio Macri y a ciertas tribunas televisivas. Mientras que Virginia Poblet reconstruye la última Marcha de la Resistencia, en enero de 2006, cuando la Asociación dirigida por Hebe de Bonafini dijo que no haría falta enfrentar a un gobierno que había puesto los derechos humanos en su agenda de prioridades. Y Telma Luzzani muestra el impacto que tuvieron las Madres en el mundo, el sentido ejemplar de su lucha, que hace espejo con otras organizaciones que reclaman justicia por sus hijos desaparecidos o asesinados, como las Madres de Ayacucho (Perú), las Madres de la Plaza da Se (Brasil) o las Madres de Argelia.
Ricardo Ragendorfer reseña el caso que conmovió a la sociedad: la estafa de Sergio Schoklender al Estado desde el emprendimiento de construcción de viviendas populares Sueños Compartidos, que pretendió manchar el nombre de las Madres. La edición se completa con la voz de dos Madres que son referentes: Hebe de Bonafini, entrevistada por Pablo Llonto (“Falta la reivindicación de nuestros hijos como revolucionarios”), y Taty Almeida, entrevistada por Luciana Rosende (“Las locas seguimos de pie”). En definitiva, un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas, desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.