Además de baluarte del nuevo pop, Lichi es toda una figura de la contracultura rosarina. Músico, youtuber y periodista: al momento de inclinarse por alguno de sus perfiles, prefiere abarcarlos todos. “No me gusta elegir”, asegura el elocuente Lisandro Ruiz Díaz, el artista detrás el álter ego. “Todo lo que genero, ya sea periodístico, una canción o un video para YouTube, no deja de ser contenido. Hago una cosita a partir de lo que me interesa o me gusta y la comparto, sea el formato que sea. Pero si pienso en lo que más me gustaría que le llegue a la gente, eso es sin dudas la música.”
En octubre del año pasado, tras llevar adelante durante una década Los Usuarios, el único grupo que tuvo en su vida, Lichi puso a circular su homónimo disco debut, en el que el barroquismo de los Beach Boys interactúa, por ejemplo, con la manera de Babasónicos de traducir el country. “Entendí que las canciones nuevas pertenecían a otro mundo, y que tenían que chocar con otras paredes”, describe. “Ahí me di cuenta de que le debía dar valor a mi voz o a la forma en que veía las cosas. Sin la mirada de otra gente. Por eso la primera canción se llama Lichi solo, porque es una declaración que me hice a mí mismo. Me dije: ‘Me voy a dar bola’”.
A pesar de que se trata de un disco solista, te presentás como banda. ¿No es un tanto babélico?
--Yo tenía un grupo de canciones e ideas, y quería firmarlas bajo mi nombre. Hablaban de cosas más puntuales o que tienen que ver con mi experiencia propia, como mi sexualidad. Si hacía esos temas de la manera que quería, con todo el despliegue sonoro que pretendía, iba a necesitar a más gente. Llamé a mis amigos y armé una banda. Si bien soy el director de la orquesta, lo que escuchás no es algo que logré solo. Entiendo que a Luis Miguel no le importará, pero a mí me molesta que se diga que soy solista cuando hay un montón de músicos haciendo muchas cosas. Lichi es más un concepto que una persona.
¿Por qué decidiste sacar el disco a través de la plataforma digital de Zabo?
--Somos dos gays de Instagram. Nos conocimos por ahí, cuando lo veía por Much Music. En 2013, Hanson tocó en Buenos Aires, lo fui a cubrir y le regalé una entrada. Ahí nos conocimos en persona. Aunque es un vínculo a distancia, como la mayoría de mis relaciones, me baja a tierra cualquier duda que tengo. Es una especie de mánager abstracto.
Sos millennail pero actúas a veces como centennial. ¿Sentís esa diferencia generacional?
--Hay una frase medio boba que dice que la edad es una cuestión mental. Muchos me lo comentan porque me veo más joven de lo que soy. Tengo 27 años, y gente incluso más joven que yo se acerca para hacerme preguntas sobre la actualidad. No sé si no maduré o si madurar es una idea medio extraña. Soy un re millennial que está pendiente de las cosas que pasan ahora.
¿Tenés amigos más jóvenes?
--Mi amigo Tiza tiene 15 años, y nos conocimos por la movida youtuber de Rosario. Es medio extraño que venga a comer pizza a casa y nos juntemos con gente de 24 o 29 años. Pero nos une YouTube, que para los cuatro significa lo mismo. Ahora con Internet uno puede apoderarse de cualquier cosa.
A propósito de eso, ¿cada cuánto sacás tus videos?
--En YouTube hay una regla de oro, y es que el éxito viene de la mano de la regularidad. Trato que no pase una semana sin sacar videos.
Lichi es una fruta tropical del sur de China, que fue noticia en los '90 porque mató a un montón de chicos. ¿Tu apodo viene de ese manjar tóxico?
--Así me dicen de chiquito. Lo odiaba porque sonaba aniñado. Todo el tiempo me imponía un apodo nuevo, pero nunca calaron. Con el paso de los años lo fui aceptando. Me encanta la palabra y firmar mi música así. Para la gente pueda que sea un dato menor, aunque para mí fue todo un paso ser Lichi.
En enero, Netflix te invitó a hablar sobre sexualidad alrededor de su serie Sex Education, lo que te legitimó como voz autorizada del tema.
--Hablo mucho sobre eso en YouTube, así como en mis canciones. Cada vez que lo hago, a la gente le encanta. Para mí es intrínseco: me pasa eso. Así funciona mi vida. Lo de Netflix fue grande, lo vio mucha gente.
Te manejás muy bien ante la cámara y con las palabras. ¿Fuiste tímido alguna vez?
--Lo fui en mi infancia y mi juventud. Mi canción Mi yo y mi mini-mí trata sobre eso. Siempre hay que salir de algún clóset.
Tenés novia pero sos gay, ¿cómo es eso?
--Siempre me sentí más atraído hacia los varones. Por ende, desde chiquito me consideré gay. A los 17 años me enamoré mucho de una chica. Volví a ser gay hasta que conocí a Dani, mi actual novia. Entonces la gente me llama bisexual. Creo que las etiquetas no alcanzan para definir lo que sentimos por otras personas. Sirven como guías.
¿Esa libertad de rótulos no genera más confusión?
--Es normal que haya confusión porque es un proceso que estamos atravesando para siempre. Cada uno se identifica con lo que siente, y sólo uno mismo puede definirse. El género es una construcción social y personal. Por más que siempre hablo de estas cosas, todavía me cuesta porque estamos automatizados.
¿Encontrás analogías entre eso y la definición de los géneros musicales?
--La re veo. La pregunta que menos me gusta es: “¿Qué estilo hacés?”. Jamás pienso mi música en términos de estilos. Los géneros nos limitan.
* Lichi tocará vía streaming el jueves 9/7 desde las 22.30 en el canal de YouTube de la sala rosarina Distrito 7.