Ingresar a Bernarda es la patria es hacerlo a un mundo donde la vida es el arte, con el teatro como núcleo y lugar de encuentro, donde transcurre un casting –veraz, tal vez ficticio- sobre La casa de Bernarda Alba. Los parlamentos, las observaciones, la cámara. Testimonios y situaciones dirán también desde otros escenarios, situados en plena calle, entre camarines y casas amigas. El recorrido discurre, amplía, traza un itinerario y hace surgir con él todo un imaginario. El teatro (y el cine) es la vida. Así lo dice el protagonista principal de la película, Willy Lemos, a Rosario/12: “Yo me casé con mi carrera. A través de la carrera puedo dar, puedo abrir, puedo tener hijos. Cada personaje es un hijo. Y yo soy. No hago de. Nunca. Esa es la clave de una verdad. Trabajar con el alma y con tu esencia. Mi ser y mi artista se encuentran en un punto, que es la trayectoria, que es mi carrera. Mi verdad”.
Bernarda es la patria se estrena hoy en Cine.Ar (hasta el 15 de julio, gratis; y mañana a las 22 en Cine.Ar TV), la dirige Diego Schipani y cuenta con la participación de Albertina Carri en guión y producción. Es una carta de amor, íntima y festiva. “Yo no estoy contando la vida de Willy, sino a través suyo la vida de tantas personas que trabajaron o trabajan de la actuación. A Willy lo conozco hace mucho, desde mi primera película (Las hermanas L), en 2007. Es la cuarta película que hago con él. Cuando hicimos La noche del lobo, en 2012, estábamos hablando entre tomas y me comenzó a contar acerca de su vida y de la movida under de los ‘70 y ’80, y le dije ‘Willy, tenemos que hacer algo, todo esto es genial’”, explica Diego Schipani.
Tras sucesivas etapas –un teaser para el Festival LGBTIQ Asterisco y la presentación el proyecto al Incaa- Bernarda es la patria comenzó su rodaje en 2018. “Fue muy complejo todo, por el sistema de producción, por filmar casi sin dinero y sin guión también. Más allá de que lo que presenté al Incaa es lo que termina siendo la película, la forma en la que estaba estructurado el guión no me representaba. Y al pasar tanto tiempo entre una etapa y la otra, con Albertina (Carri) nos replanteamos cosas. El guión apareció en el montaje. La película es un palimpsesto de ideas, armada con retazos, con historias y con sonidos”, continúa Schipani.
-Por eso, intuyo, el audio con el reproche amoroso de Willy.
-Allí, él cuenta que ahora entiende por dónde va la película. Más adelante, en otro audio, dice que cree que va por otro lado, porque entró Albertina, y porque él creía que la película era solamente lo que habíamos grabado en 2015 en su casa, para el teaser.
Según el actor, “la película empezó de una manera y luego cambió cuando apareció Albertina, y se nota. Hay una voz en off mía, verdadera, donde digo algo así como ‘yo sé que ahora te llenó la cabeza’ (risas). Pero creo que la mano de Albertina fue maravillosa. Y la mirada de Diego fue desde un respeto enorme”. Este cambio de orientación resultó fundamental para Willy Lemos, porque “empezó como una película de transformismo, y yo odiaba esa palabra de toda la vida. Yo no soy transformista, nunca lo fui, nunca trabajé en un boliche gay, nunca hice un playback de Valeria Lynch. No estoy en contra de eso, me parece bárbaro. Pero el único transformista que reconozco es Jean François Casanovas, que me parecía un creador. A mí los imitadores no me gustan, me gustan los creadores, y que además de crear no se la creen ni tienen vanidad”.
Hay un momento magnífico, que reúne a Lemos con Víctor Anakarato y Mario Filgueira, las anécdotas están a flor de piel. Se les escucha contar, por ejemplo, que no tenían luz en la cocina y que la plata se la gastaban en drogas, alcohol y pelucas. ¡Y pelucas usadas!, aclaran. “Es genial. Era otro momento, otra realidad. Había una explosión creativa maravillosa. Pero dentro de esa cosa festiva estaba también el dolor. Lo bueno es que a través del amor y a través del arte uno puede encontrar la sanación, uno puede aprender a entender y comprender cómo se fueron sucediendo las cosas. Willy se fue a los 14 años de su casa, luego de que su padre estuvo preso dos años. Vivió en la calle y pasó por muchas cosas. A los 14 o 15 años comenzó a trabajar en La Botica del Ángel, de Bergara Leumann. Por eso él dice que para que existiera el paracultural, hubo otros, y señala a quienes están sentados en su casa, ‘que nos rompimos el culo para allanarles el camino’. Es el trabajo suyo y el de tantos más. Es como un reflejo de muchas almas”.
Al respecto, Lemos afirma que “todo eso abrió puertas, eso es lo importante, y en este documental quise contar algo muy íntimo para que, ojalá, abra puertas también”. Las referencias a su historia personal, al abuso sexual por parte de su padre y la vida en la calle, son tomadas como matices intensos que la película enhebra en un todo de cariño. Entre estos momentos, destaca también el desprecio y persecución practicado aún en democracia. “A mí me llevaron preso en plena época de Alfonsín, cuando la mano desocupada de los militares se ocupaba de los gays, se metían en tu casa, te robaban, te hacían firmar ‘prostitución’. A las diez entradas en comisaría, a las prostitutas se las llevaba a la cárcel, y me llevaron a la cárcel”, rememora el actor. Y agrega una síntesis precisa: “Yo zafé por mi profesión, me refugié en el hemisferio femenino y en defender a todos los seres que sufren”.
El ángel que la película invoca ya lo cifra el título: “De acuerdo con este sistema de producción, en donde el tiempo hacía que uno repensara lo hecho, viendo hacia dónde dirigir la próxima jugada, apareció también García Lorca. De alguna manera, Bernarda Alba toca estas problemáticas también. Hay un montón de cosas que hicieron que Lorca y Bernarda sean el canal perfecto para contar esta historia, a través de estos actores maravillosos. Estoy fascinado con Willy Lemos, lo quiero muchísimo, y me parece que era necesario contar la película. Me gusta que la gente la esté recibiendo bien, que la acompañe, me llena de orgullo y satisfacción. No me lo esperaba, y ahí está. Es la patria que somos todos”.