Complot internacional 4 puntos
The Whistleblower, República Popular China/Australia, 2019.
Dirección y guion: Xiaolu Xue.
Duración: 134 minutos.
Intérpretes: Tang Wei, Lei Jiayin, Qi Xi, John Batchelor, Andy Friend y Wang Ce.
Estreno en iTunes y Google Play
Complot internacional es una coproducción entre China y Australia, aunque tranquilamente podría haber sido entre Estados Unidos y Francia, Canadá e Italia, Suecia y Mongolia o, por qué no, Alemania y Argentina. Todo en este film dirigido por Xue Xiaolu sigue al pie de la letra las instrucciones de un manual de realizaciones de thrillers corporativos trasnacionales. Uno que incluye, entre otras situaciones, al menos media docena de persecuciones vehiculares –que inevitablemente culminan con un vuelco espectacular filmado en cámara lenta– o a pie, separadas por unos quince minutos cada una, viajes a velocidad supersónica a lo largo y ancho de ¡tres continentes! y la aplicación al por mayor de vueltas de tuerca que hacen que los buenos no sean tan buenos y los malos, cada vez más malos. Y vaya si una duración de poco más de dos horas ofrece posibilidades de enroscar el guion hasta niveles irrisorios.
Xue Xiaolu debe haber visto unas cuantas películas apadrinadas por Luc Besson mientras pensaba la estructura y el desarrollo de Complot internacional. A fin de cuentas, el responsable de El perfecto asesino ha forjado una obra, sobre todo como productor y guionista, alrededor de películas muy similares a ésta, con locaciones en múltiples ciudades y personajes unidimensionales aunque con motivaciones claras que se pasan largos minutos escapando. Quienes huyen son Mark (Lei Jiayin, uno de los actores más importantes del star system del gigante asiático) y su ex, quien a su vez es la actual pareja de uno de los capos de la empresa oriental con la que Mark debe trabar relaciones para conseguir un jugoso contrato vinculado a la explotación carbonífera en África y una provincia china. Tras sus huellas irá, básicamente, todo el resto: sicarios, policías corrompidos por los dólares australianos y hasta algunos compañeros de trabajo que, bajo el ropaje de cordero, esconden el apetito corporativo de un león.
Desde ya que habrá de dejar de lado cualquier búsqueda de verosimilitud en esta historia iniciada con lo que en un principio es un terremoto de proporciones bíblicas en Malawi, y que luego se traslada hasta una cena de gala en Australia donde coinciden Mark y su ex. Una muerte que no es tal, seguida de otra con olor a suicidio inducido, marcará el inicio del periplo de la pareja por diversos rincones del planeta. En el medio descubrirán los negociados oscuros de la empresa, además de un bastante burdo intento de silenciar un estudio ambiental que, de conocerse, pondría en peligro toda la operación. Cada escena suma revelaciones a un relato cuya tensión se sostiene hasta no más allá de su primera mitad. Allí sucede una escena en la que un cantinero de Malawi le pregunta a Mark y la chica -dos chinos que hablan durante un buen rato en chino entre ellos y con él en inglés- si son chinos. Complot internacional deviene entonces en una involuntaria comedia, un camino del que no vuelve.