Marchamos este 24 por una nueva Constitución Nacional, gestada desde abajo, desde la voluntad popular como debe ser y será, y no por acuerdos dirigenciales, ni juristas que consintieron la eliminación de la última Constitución Nacional democrática y con espíritu social, como fue la de 1949. Y que por eso fue eliminada por un “bando revolucionario” el 27 de abril de 1956 firmado por golpistas.
Marchamos por la Memoria, la Verdad y la Justicia, en el camino hacia un Estado democrático en el que el pueblo delibere y gobierne no sólo a través de representantes sino con participación activa y firmes controles republicanos, con una concepción severa de los derechos humanos, y con soberanía popular sobre los recursos que son de toda la Nación y donde los funcionarios que evadieron toda su vida en paraísos fiscales no puedan seguir imponiendo impuestos y tarifas más caras.
Y marchamos para que ningún dinosaurio político vuelva a pretender que el genocidio no fue tal, que los desaparecidos no son los que fueron, y que los derechos humanos son un relato descartable.