“Acá y en todas las plazas del país reivindicamos las luchas de los 30.000. Lo dijimos siempre, y más ahora, en tiempos en los que intentan reeditar los discursos del ‘no te metás’. ¡Nos vamos a seguir metiendo!”. El documento de los organismos de derechos humanos fue leído a las cuatro de la tarde y retransmitido de boca en boca y celulares improvisados en modo radio de cancha entre miles que como pudieron buscaron llegar a la Plaza del 41 aniversario del golpe de Estado. “Vamos a seguir denunciando el avasallamiento de derechos por parte del gobierno antipopular de Mauricio Macri”, se oyó y en la calle estalló un silbido. El documento volvió a exigir la libertad inmediata de Milagro Sala y denunció “los enormes retrocesos en materia de derechos humanos: la miseria planificada, la persecución política, la represión y el encarcelamiento de militantes, la pérdida de la soberanía política y económica”. Faltaban horas para los 40 años del secuestro y asesinato de Rodolfo Walsh.
Una mariposa voló sobre la calle Reconquista. Los laterales del palco a la hora de lectura del documento eran enormes embudos humanos. Se escuchaban palabras sueltas. Malvinas. Soberanía. Néstor Kirchner. Cristina Fernández. Decisiones históricas en políticas de memoria, verdad y justicia. Nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Juicios. Señalizaciones. Un presidente que pidió perdón en nombre del Estado. Los cantos volvieron otra vez. Cárcel común. No hacía falta escuchar todo para pensar en el aumento de los represores en detenciones domiciliarias.
Al documento lo leyeron los integrantes de distintos organismos de derechos humanos. Arriba del escenario estuvo Estela Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo. Leyó Taty Almeida de Madres de Plaza de Mayo, Victoria Montenegro por Abuelas, Lita Boitano y Graciela Lois por Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, José Schulman por la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Paula Donadío y Ana López por HIJOS y Fernando Suárez por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
“El 24 de marzo de 1976 se dio un golpe genocida que instaló el terrorismo de Estado. El horror fue planificado desde el Estado”, dijeron. “Nadie puede negar la dimensión de esos crímenes ni el número de víctimas, son 30.000 personas que el Estado hizo desaparecer por su militancia. Por eso -dijeron–, porque reivindicamos las luchas de los 30.000 detenidos-desaparecidos, porque nos faltan desde hace más de 40 años y aún no hemos tenido la posibilidad de recuperar sus restos, decimos: ¡repudiamos toda expresión negacionista!”.
El diálogo con el presente planteado como respuesta a la avanzada que quiere destruir los consensos sociales sobre el terrorismo de Estado tuvo un texto que marcó el retiro del Estado en un país que vuelve a detener, reprimir y criminalizar a luchadores populares. La consigna central: “El mismo plan económico, la misma lucha. Paremos la miseria planificada”, buscó alertar sobre la reimplementación del modelo económico de la dictadura.
En esa línea, el documento recordó distintas luchas. Identidades de los desaparecidos. Los ingenios azucareros, Ligas Agrarias, el Cordobazo, el Rosariazo, las comisiones internas de las fábricas, el movimiento sindical, estudiantil y popular y la militancia en las organizaciones revolucionarias. “Nadie –dijeron–, y menos desde el Estado, puede poner en duda que ¡SON 30.000! Y en esta Plaza, y con todo el pueblo, ante la Casa de Gobierno, gritamos: ¡presentes, ahora y siempre!”
La Plaza respondió. Hubo aplauso cerrado sin cantos en muchas instancias. Cantaron el “Como a los nazis les va a pasar”. Y hubo muchos stickers y bigotes de gatos. Se gritó “Presentes”. Y el homenaje abrazó a las Madres cuando el documento recordó que este año se cumplen 40 años de la primera ronda. “Queridas Madres -se oyó desde el escenario–, queridas compañeras, a 40 años de lucha, con todo el pueblo en esta Plaza, queremos decirles: ¡Madres de la Plaza, el pueblo las abraza!”
Ellas llegaron a Avenida de Mayo cerca de las 13.30 para encabezar el ingreso de la bandera de los detenidos desaparecidos. Cuatro se ubicaron adelante, sentadas ahora en sillas de rueda. “¿Así que ahora están motorizadas?”, bromeó una vieja militante de la UES. ¡No les digas motorizadas -pidió otra–, deciles madres motoqueras!”. Las motoqueras, entonces, eran Carmen Lapacó, Carmen Cobo, Carmen Lareu y Elsa Pavón. Estuvieron Taty Almeida y Lita Boitano. Daniel Tarnopolsky, Claudio Morresi y Alicia Furman escoltaban la bandera, junto a muchos otros, por donde lograron hacerlo. Para entonces, Adolfo Mango, de la Iglesia de la Santa Cruz, soltó la tela. Todo contento, dijo que había que ver cómo, entre tanto retroceso, todo esto es signo de algo bueno.
La Plaza del 41 aniversario del golpe fue además la Plaza producto del primer año completo del gobierno de Cambiemos-Pro. Un año y tres meses de gestión a puro retroceso que quedó marcado en el diseño de la marcha. Atrás de los organismos y la bandera, marchó el Comité por la Libertad de Milagro Sala y la Tupac Amaru, fue uno de los datos subrayados desde la organización. Estuvo Pachila, Patricia Margarita Cabana, que este año estuvo detenida durante meses en Jujuy. “Hoy yo me lloro la vida”, dijo a este diario. “Abro los ojos y miro a toda esta gente con la cara de Milagro pidiendo la libertad, y me da un nudo en la garganta”. Pachila habló poco después en el escenario. “Fui presa del gobierno de Mauricio Macri y Gerardo Morales”, dijo. “Estuve nueve meses y medio en el penal de Jujuy a donde hoy están mis compañeras”. Y en entonces, las nombró:
“Mi lider, Milagro Angela Sala. Mirta Aizama. Graciela López. El Beto (Alberto Cardozo). Gladys Díaz. Mirta Guerrero. Y Javier Nieva”.
Pachila habló de la organización, de que están presos y presas porque trabajaron para dignificarse. Y eso que hasta ese momento era sólo un repudio a Mauricio Macri cambió de nombre: “Morales basura/ vos sos la dictadura”, clamó la Plaza. Hubo un mensaje de Milagro Sala desde el Penal del Alto Comedero. “Podrán tenerme encerrada junto a mis compañeras, podrán intentar una y mil veces quebrarme, pero la historia lo ha demostrado, el amor vence al odio, y la verdad y la justicia, tarde o temprano, van a triunfar”. No hay política posible que pueda vencer la lucha que venimos llevando adelante durante tantos años, siguió.
La Plaza mostró su filiación con las últimas marchas que se sucedieron en el mismo lugar durante estas semanas. Son 30.000 decían las remeras de la Federación de Obreros Gráficos Bonaerenses: no nos han vencido. Pasó una remera de No fue Magia. Una señora joven se puso otra que decía: Yo me caí de la Escuela Pública. Las mujeres de una murga tenían pañuelos en las cabezas con el número de los 30 mil. Una madre y su hija, un guardapolvo blanco en el que estamparon: 30 mil razones para volver. Un hombre pasó con una remera roja: en medio del pecho llevaba clavados los ojos de Milagro.
Inmediatamente después del Comité, marcharon las columnas sindicales y el movimiento obrero, Roberto Baradel, de Suteba y Hugo Yasky encabezaron la columna de la CTA. Marchó la Corriente Federal de la CGT y la Juventud Sindical de la CGT, que comenzaron a ocupar los primeros espacios de la marcha del 24 el año pasado, luego de las primeras olas de despidos. Allí hubo banderas del Sindicato de Curtidores argentinos y del gremio de comercio. Esta vez, las organizaciones políticas y sociales ingresaron por las diagonales para facilitar el acceso a la Plaza. Hubo banderas del Movimiento Evita que entraron a la Plaza temprano. Banderas del Partido Solidario. Movilización del PJ de La Matanza, micros del Movimiento Justicialista de Avellaneda. Banderas del Partido Comunista, la Corriente Nacional Agustín Tosco, Movimiento Territorial Liberación, Forja. Desde la Plaza no fue posible entender hasta dónde llegaban las columnas. Algunas recorridas permitieron ver que la columna principal llenó avenida de Mayo desde la Plaza hasta Congreso, donde estaban las organizaciones de izquierda. Diagonal Sur estuvo cubierta desde el Cabildo hasta la avenida Belgrano. Diagonal Norte, en un tramo de cuatro cuadras. Y en la 9 de Julio, la Cámpora ocupó una extensión cinco cuadras, luego de una movilización enorme que salió a la mañana de la ex ESMA.
A las tres de la tarde, subió al escenario Ernesto Alonso, del Centro Ex Combatientes de Malvinas (CECIM) de La Plata, otro eje de la marcha. “No fue el Ejército de San Martín el que fue a Malvinas sino el Ejército de Videla”, dijo. “Los mismos que torturaron, secuestraron y asesinaron: Astíz, el Tigre Acosta”. Alonso denunció el retroceso en las políticas reparatorias y la ausencia del poder judicial en el avance de la causa por los crímenes de lesa humanidad en Malvinas luego de diez años de iniciada. También la nula decisión política para identificar a los NN en las islas, pero además los acuerdos económicos del gobierno de Cambiemos en contra de la soberanía.
La calle cantó “Vamos a Volver”. Caminó madre, padre y una hija. La hija escribió en un afiche: “En mi escuela me enseñaron a tener memoria”. Ella tiene 10 años, se llama Maitena, va a la escuela república de Colombia y tiene una remera que dice: “la memoria viene oliendo a jazmín”. Maira, del centro de estudiantes de la Facultad de informática de La Plata, sostuvo la bandera del enorme frente estudiantil que avanzó en primera línea en una de las dos diagonales, frente a la Catedral. “Nos organizamos porque creemos que de esta manera vamos a conseguir la Argentina que deseamos, para que pueblo pueda volver a ser gobierno una vez más”. Habló de software y hardware libre y de soberanía cuando Graciela de Paternal se hizo a un lado con los ojos llenos de lágrimas. “Siempre me emociona lo mismo, pero ahora también este retroceso que es tan doloroso. Pero como dice la canción que suena en el escenario, yo ya no pretendo ver, sino dejar: no pretendo volver a ver lo que vimos doce años, pero sí que se puede empezar a lograr”.
Un grupo de niñas y niños trepó como pudo a respirar hasta las molduras de los edificios de monumentales. “Nunca más”, decía la musculosa de las más pequeña. “Marcha de las resistencia”, decía la remera de otra, cuadras más atrás, al costado de un extenso paño con remeras a la venta.
“Cada vez más gente, querida mía”, dijo, Marcos Weinstein, padre de la Plaza él, ya en retirada. “Y las otras marchas, las últimas marchas, han influido en este tipo de respuesta. Esto, no tengas dudas, es una respuesta a una política sistemática y objetiva. Una plaza masiva como nunca la vi. ¡Y mirá que estuve en todas!”