El jefe de Gabinete del Ministerio de Salud de la Nación, Lisandro Bonelli, solo ensaya sonrisas, quizás como el antídoto más potente para afrontar los tiempos que corren. Cree que el principal acierto de la estrategia sanitaria del Gobierno fue declarar una cuarentena temprana y que flexibilizar el AMBA tan pronto fue un error. Confía en que Argentina tendrá sus dosis cuando la vacuna sea finalmente desarrollada y le pide a la ciudadanía que no deje de acudir a los centros de salud si arrastran otras afecciones, dolores o enfermedades. La covid protagoniza la escena pero no es la única preocupación. Serio pero no solemne opina de todo y destaca aquellas tendencias positivas que deberían seguir en un escenario postpandemia."Hay que aplanar la curva de contagios porque implica, en proporción, la disminución en la cantidad de muertes" repite Bonelli, quien acompaña al ministro Ginés González García desde su anterior gestión durante la presidencia de Néstor Kirchner.
--Hasta hace unos meses, Salud no tenía ministerio y, en la actualidad, Argentina es uno de los países más reconocidos por su manejo de la pandemia…
--Como dice Ginés, “el Gobierno recuperó un Ministerio y Argentina recuperó la política sanitaria”. Es difícil pensar en qué hubiese pasado si Macri siguiera gobernando, porque es imposible juzgar algo que no sucedió pero, claramente, habría sido mucho más duro. Hoy Salud es el centro de la política sanitaria del país y si no existiera una conciencia acerca de su importancia sería mucho mayor la cantidad de contagiados y fallecimientos. Pienso que nuestra realidad --con números relativamente bajos en relación al resto de los países del mundo-- es el resultado del esfuerzo de toda la ciudadanía, comenzando por el presidente. También quiero destacar el compromiso del resto de las jurisdicciones y las provincias; esta es una pelea conjunta. Uno de los aspectos positivos que la pandemia nos dejará como sociedad es que cuando hay unidad política se pueden lograr los objetivos. En el presente se trabaja de manera colectiva sin distinción de ideologías ni partidos y la verdad es que hasta ahora nos está yendo bien. Las comparaciones son odiosas pero tenemos una de las tasas de mortalidad y contagios más bajas del planeta.
--¿Por dónde pasa la principal preocupación de la cartera por estos días?
--Hay que aplanar la curva de contagios porque implica, en proporción, la disminución en la cantidad de muertes. Ello nos provoca mucho dolor y nos obliga, día a día, a redoblar esfuerzos en todos los sentidos. Son vidas que se apagan, historias que quedan suspendidas, familias que perdieron a sus seres queridos. También venimos monitoreando muy de cerca el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva. La cuarentena, entre otras cosas, se estableció para regular la demanda del sistema sanitario y para que esté en condiciones de dar respuestas. No queremos, bajo ningún punto de vista, que los médicos tengan que decidir a quién colocarle el respirador y a quién no, como ocurrió en otros lugares. El país, hoy, cuenta con una de las tasas de letalidad más baja (2.5%) y eso hay que destacarlo de manera permanente: es un logro de todos y todas. Actuar en tiempo y forma nos permitió fortalecer el sistema de salud y a los recursos humanos, es decir, a nuestros médicos, enfermeros y asistentes sanitarios, que se encuentran en la primera línea de fuego. De lo contrario, hubiera sido otra la realidad.
--¿Por qué la curva no disminuye si ya van más de cien días de aislamiento?
--Los países que llegaron a su pico y descendieron por debajo de los 100 casos, como ocurrió en Europa, afrontaron un tsunami epidemiológico. Me refiero a que tuvieron una cantidad de infectados y muertes enormes, muy por encima de nuestros números. Y nosotros no queremos que nos suceda eso. Al ver la película por anticipado, el gobierno decidió de forma atinada tomar las decisiones que tomó. Por el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) se salvaron muchísimas vidas en el camino, solo que no lo vemos.
--¿Cómo evalúa el escenario después del 17 de julio? ¿Aumentarán o disminuirán las restricciones?
--Este retorno a fase 1 que Alberto Fernández decidió con el jefe de Gobierno porteño y el gobernador bonaerense en el AMBA tiene como propósito frenar la escalada de contagios. Todavía no se está viendo el impacto de la restricción de la movilidad y de las actividades económicas; recién lo podremos advertir con claridad a partir de los 10-12 días tras la disposición de las medidas. Esperamos que haya un impacto positivo que debería significar una aplanada considerable de la curva. Si ello sucede, como todos esperamos, seguramente la decisión del Ejecutivo será disminuir las restricciones que en la actualidad hay sobre la región. Más que nadie queremos liberar la movilidad social y permitir el desarrollo de más actividades, pero debemos evaluar cómo sigue todo día tras días. La cuarentena nos angustia, nos genera tristeza, incertidumbre; veo muy poquito a mi hijo que vive en San Nicolás y a mi familia, me gustaría comer un asado con mis amigos pero lamentablemente no lo puedo hacer. La experiencia mundial ha demostrado que por el momento la única vacuna disponible es el aislamiento.
--¿A qué se refiere con una “aplanada considerable de la curva”? ¿A qué número habría que llegar?
--Es mucho tener 2 mil infectados diarios en el AMBA. El nivel de ocupación del sistema sanitario depende de muchas variables: días de internación promedio de los pacientes que ingresan a terapia, el porcentaje de los infectados que requieren de esta asistencia, cuántas personas no-covid utilizan una cama. Para estar tranquilos y saber, a ciencia cierta, que estamos en condiciones de dar respuesta, habría que disminuir ese número. A partir de ahí se puede comenzar a charlar.
--Esta situación de excepción hizo que se achicara la brecha entre el sistema público y el privado de salud ¿Cómo describiría esta situación?
--Desde mi perspectiva, es uno de los aspectos positivos que me gustaría que siguiera luego de la pandemia. Hemos logrado integrar al sistema sanitario, una deuda muy antigua que tenía Argentina en el campo de la salud y hoy comienza a saldarse. Comenzamos a revertir la enorme fragmentación que había entre lo público y lo privado. Quiero resaltar, en este punto, el trabajo que se está haciendo más allá del AMBA: en muchas provincias se está realizando un esfuerzo importante que ha empezado a dar sus frutos. El único propósito al que debemos marchar es hacia una mejor atención para la ciudadanía.
--Hace poco, en un diálogo con Ginés, asumió que aunque fue ministro en muchas ocasiones, este es su mejor equipo de trabajo…
--Tuve el honor y la suerte de acompañarlo en la gestión anterior. Puedo decir que, habiendo sido un gran ministro como lo fue en ocasiones previas, este Ginés para mí es mucho mejor. Tiene más experiencia, está más aplomado; hoy es un tipo que escucha más. También creo que, como él mismo sostiene, ha logrado armar un equipo mejor y eso, por supuesto, se lo debe a la sabiduría que otorgan los años. Formar recursos humanos no es tarea fácil y él ha dedicado muchas de sus energías en los últimos años a este aspecto.
-- Si hay algo que han demostrado estos tiempos es que se rigen por prueba y error. El virus sigue siendo imprevisible y los gobiernos caminan entre aciertos y desaciertos. ¿Cuál fue la mejor y la peor decisión que tomaron hasta el momento?
--La más acertada, sin dudas, es haber decidido con tanto tiempo de antelación la cuarentena. Te repito: eso que hoy nos fastidia salvó muchísimas vidas. Permitió organizar al sistema y conocer más sobre el virus: el 3 de marzo tuvimos el primer caso en nuestro territorio y el 20 del mismo mes ya estábamos confinados. Si tenemos que hacer alguna autocrítica o, más bien, revisar algún aspecto que de cara al futuro creo que hay que manejar con más cuidado la flexibilización en el AMBA. Durante el último mes fuimos muy permisivos, nos relajamos mucho. Quizás no tendríamos que haber sido tan flexibles.
--¿Qué hay en relación a la vacuna? Cuando finalmente esté lista, ¿Argentina podrá acceder?
--Venimos realizando conversaciones permanentes en foros internacionales y participando de encuentros con muchos países del mundo, con la Organización Mundial y la Organización Panamericana de la Salud. Todos los laboratorios están en una carrera feroz por ver quién llega primero, los más optimistas hablan de que estará disponible de manera masiva hacia fin de año. Nuestro país estará en la línea de largada para poder disponer de las dosis que sean necesarias. Nos encontramos trabajando para que así sea, tenemos diálogo permanente con muchas compañías biotecnológicas internacionales que tienen base en nuestro país para que preparen sus propias líneas de producción en el territorio. Una vez desarrollada la fórmula podremos escalar el producto lo más pronto posible.
--¿Hay alguna vacuna a la que ustedes le pongan más fichas que a otras?
--La de la Universidad de Oxford que está siendo probada en Brasil está funcionado bien y cuenta con buenos resultados pero está en fase de ensayos, no hay que perder de vista eso. Habrá que ver qué ocurre con la de Pfizer y BioNTech que el viernes se anunció que se probará en el país. No hay resultados concretos ni contundentes en ningún caso. Por otra parte, hay muchísimos tratamientos que, aunque parecen promisorios, también se hallan en período de investigación como la terapia de infusión de plasma. Somos muy cautos, lo mismo con la dexametasona. Por ahora, lo único para hacer es aislarse, evitar el transporte público, lavarse bien las manos, usar barbijo y tomar todas las precauciones del caso.
--Todo lo que no hace Bolsonaro.
--Claramente no es un buen ejemplo ni para Argentina ni para el mundo. Actúa con un nivel de irresponsabilidad alarmante, pero me parece que no hay que prestarle demasiada atención. No vale la pena. Ojalá que en el futuro, todos los Estados del mundo reorienten sus prioridades hacia la salud pública. Los países que han desatendido su sistema son los que han sufrido las peores consecuencias. En Argentina, la salud nos unió, ojalá nos ayude a construir un país más justo.
--¿Qué hay más allá de la covid-19?
--No me gusta hablar de herencia porque cuando uno asume un gobierno, lo hace aun a sabiendas de todos los problemas que arrastra. Entre los aspectos negativos que hemos recibido como legado tuvimos el retorno del sarampión; del 2000 al 2018 hubo solamente 44 casos y entre 2018 y 2019, esa cifra se estiró a 150. Ello sucedió, entre otras cosas, por la retracción del Estado que durante el macrismo dejó de cuidar y vacunar a los ciudadanos. En 2020 Argentina vuelve a ser una sociedad libre de sarampión. Volvieron, a su vez, todos los programas de salud que tenía la cartera hasta fines de 2015 cuando asumió Macri. Se restableció todo el calendario de vacunación; de hecho, este año hemos vacunado contra la gripe como nunca lo habíamos hecho en la historia. El esfuerzo presupuestario que realizó el presidente y toda la ciudadanía es descomunal. Nuestra proyección es que se incrementarán en un 100 por ciento las partidas para Salud, no es poca cosa me parece.
--¿Qué es lo primero que hará el día después de la pandemia?
--Ir a ver a Racing. Extraño mucho la cancha y a mi club. A Ginés le pasa igual, pero confío en que ya volveremos. Quiero hacer un último pedido.
--Adelante.
--Le pido a la gente que tenga otras afecciones, dolores y enfermedades que no deje de atenderse en los centros de salud en los que antes de la pandemia acostumbraba a hacerlo. Ha habido una disminución en los tratamientos no referidos a coronavirus y nos gustaría que se sientan seguros para ir a las consultas como lo hacían antes. No podemos dejar de prestar atención a los otros problemas, que seguro permanecen y los dejamos de lado.