Mauricio Macri accedió a la presidencia ejecutiva de la Fundación FIFA en enero, sin pasar por ningún otro filtro que no fuera la mirada indulgente y cholula del suizo Gianni Infantino. Incluso, este le había dado su apoyo el 30 de junio de 2019 cuando le otorgó primero que a nadie el premio Living Fútbol “por contribuir a su desarrollo y crecimiento”.
La facilidad con que el ex mandatario argentino recuperó protagonismo desde un lugar de cierto poder en el deporte más popular del planeta, le brinda una plataforma política que ni el gobierno nacional ni la AFA todavía alcanzaron a percibir. Un dato amplía esa conclusión. Raúl Omar Pleé, el por ahora fiscal general ante la Cámara Federal de Casación Penal, afín al ideario cambiemita y ex integrante de la comisión de Seguridad de Boca, preside el Tribunal de Etica de la Asociación que encabeza Claudio Tapia.
El decide quién tiene antecedentes de integridad moral para ejercer los cargos ahí. Una situación por la que Macri no pasó cuando Infantino le dio la bienvenida. Tal vez por cierta inmunidad conferida, o porque el Código de Etica de la FIFA es papel pintado.
“Nadie habla de Macri”, se queja con voz grave la fuente consultada que ocupa un alto cargo dentro de la AFA y que no es dirigente de un club. A tal punto no se habla, que desde la asociación partió un único pedido de remoción a la FIFA, y el desplazamiento del macrismo que colonizó distintos estamentos del fútbol quedó incompleto.
Es para que se vaya Juan Bautista Mahiques, el fiscal general de la Ciudad de Buenos Aires y operador judicial de Cambiemos, que integra la Cámara de Resolución de Disputas de la federación con sede en Zurich, Suiza. Para que se materialice su salida, la AFA deberá esperar al próximo congreso de la Federación que se postergó del 5 de junio al 18 de septiembre de este año en Adís Abeba, Etiopía, por la pandemia del covid-19.
Macri en cambio “no se va a ir”, dice otra fuente que forma parte del Comité Ejecutivo de la AFA, su vicepresidente Marcelo Achile. Está muy claro. ¿Por qué habría de renunciar a la fundación desde donde volvió a recuperar poder dentro del fútbol como ya lo hizo cuando manejaba Boca, el club que le sirvió de trampolín político para acceder a la jefatura de Gobierno porteña primero, y a la presidencia de la Nación después? Tampoco parece impedirle su continuidad en la fundación FIFA el Código de Etica que entró en vigencia el 1° de agosto del año pasado, y que firmaron al pie Infantino y su secretaria general, la diplomática senegalesa Fatma Samoura.
Si Infantino hubiera tomado en cuenta lo que sostienen los propios reglamentos de la FIFA sobre los derechos humanos, no habría convocado al político que dijo cuando gobernaba a la ciudad de Buenos Aires: “Conmigo se acaban los curros en derechos humanos”. O que durante su presidencia permitió que se duplicara la cantidad de genocidas libres que habían sido condenados, imputados o investigados por delitos de lesa humanidad.
La Federación que preside el dirigente suizo destaca que “tiene el firme compromiso de respetarlos” y que “se esforzará por garantizarlos”. Con Macri no puede tener esa certeza, y menos desde una fundación que declama promover cambios sociales positivos, además de recaudar fondos para levantar o recuperar infraestructura deportiva. El ex presidente de Boca posee una extensa trayectoria de actos discriminatorios hacia las minorías, las personas con ciertas patologías, las mujeres y hasta los niños.
En octubre de 2019 y lanzado a su reelección, compartió el palco de campaña con el gobernador Gerardo Morales y unos chicos que habían subido a saludarlo. Dos nenas maquilladas y vestidas de “gatitos” captaron su atención, pero cuando un par de pibes de edad parecida se acercaron para saludarlo los echó del escenario porque no estaban disfrazados igual. A uno lo invitó con una palmada a irse y a otro le dijo “vos no podés estar porque somos tres gatitos, uno, dos, tres”, señalándose a él mismo, ya con su apodo metabolizado.
Esa conducta no se compadece con los objetivos proclamados por la organización que ahora preside. El día en que Macri se presentó al frente de la misma anunció: “La Fundación FIFA ha solicitado a los gobiernos y a las entidades privadas servirse de soluciones tecnológicas, de una manera coordinada para apoyar las necesidades educativas de la niñez alrededor del mundo, mientras perdure la pandemia del coronavirus, y que dichas soluciones se mantengan como parte del currículo educativo en el futuro”.
En julio de 2019, en Parque Norte, arengó a su tropa en campaña con otro comentario discriminador contra las personas con enanismo: “Tenemos que ir matando a ese enano incumplidor que hemos acumulado durante décadas, matarlo definitivamente”, dijo refiriéndose al pago de la deuda externa que él aumentó como ningún presidente argentino en la historia. Sobre las mujeres había comentado en 2014 que “a todas les gustan los piropos, por más que vengan acompañados de una grosería, como qué lindo culo tenés”.
El Código de Etica de la FIFA sostiene en su apartado sobre Discriminación y difamación: “Las personas sujetas al presente código no atentarán contra la dignidad o integridad de un país, de una persona o de un grupo de personas mediante palabras o acciones despectivas, discriminatorias o denigrantes, por razón de su raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, género, discapacidad, lengua, religión, posicionamiento político o de cualquier otra índole, poder adquisitivo, lugar de nacimiento o procedencia, orientación sexual o cualquier otra razón”.
A no ser que el Código no lo alcance porque la fundación no es considerada parte del organigrama institucional de la FIFA -lo cual sería legal pero no legítimo-, Macri no reuniría antecedentes morales para el cargo que le confirió Infantino. Alejandro Marón, ex presidente del club Lanús que integró la Cámara de Resolución de Disputas (CRD) donde todavía permanece Mahiques, sostiene hoy que “no era descabellado pensar que a Macri podrían convocarlo para un cargo en la FIFA, porque presidió a Boca 12 años y además gobernó el país. Pero sí me pareció un contrasentido que se lo designara al frente de un área social como la fundación”.
El ex presidente que reapareció el 9 de julio en una entrevista que le realizó Alvaro Vargas Llosa, periodista e hijo del escritor peruano, debería respetar ahora el Código de Etica que no estaba obligado a cumplir cuando ocupaba la Casa Rosada. Durante su mandato se salió con la suya cuando consiguió que la FIFA interveniera a la AFA, porque no respondía a sus caprichos. Al menos le pidió esa medida a Infantino tres veces, quien finalmente accedió a nombrar una comisión normalizadora con Armando Pérez al frente. En una de esas oportunidades mandó a Fernando Marín, su ex socio y asesor político rentado en su gobierno, a dialogar en Suiza con Infantino.
El presidente de la FIFA era renuente a involucrarse, hasta que finalmente se convenció cuando la jueza federal María Servini de Cubría procesó en junio de 2016 a varios dirigentes de la AFA, por el manejo de los fondos del Programa Fútbol para Todos (FPT). Cayeron en la volteada en ese momento el presidente Luis Segura, Rafael Savino, Carlos Portell, José Lemme, Miguel Angel Silva, Eduardo Spinosa y Rubén Raposo, quienes fueron procesados por el delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado. La medida no alcanzó a Julio Grondona porque falleció dos años antes. El viejo dirigente había firmado el acuerdo original del FPT. A todos los imputados Servini les decretó fuertes embargos.
Es controvertido aunque no sorpresivo como Macri ingresó a la FIFA por la puerta que le abrió Infantino, pese a su falta de decoro y las decenas de causas que tiene en la Justicia argentina. El Centro de Investigaciones Judiciales (CIJ) informó en su momento que solo durante su mandato de presidente sumó 22 denuncias en su primer año de gobierno; 51 en 2017, 38 en 2018 y 39 en 2019, sin contar las que arrastraba desde antes. En 2020, a las que ya tenía por el Correo Argentino, los peajes de Autopistas del Sol y los Parques eólicos -por citar a las más resonantes-, se agregó la del espionaje ilegal que es la segunda noticia diaria en los medios después de la pandemia.
Pero el ingeniero siempre tiene quien lo blinde. A los periodistas del establishment y los empresarios de medios nucleados en ADEPA ahora se agregó el blindaje de la FIFA. Mientras tanto, el fiscal Pleé continúa pidiendo declaraciones juradas de bienes, certificados de reincidencia y antecedentes de quiebras y concursos a todo aquel que aspire a un cargo político en la AFA.