Mientras la cifra de contagios de coronavirus en el país superó ayer los 100 mil casos, esta semana llega el turno de un nuevo anuncio de Alberto Fernández, con lo que se incrementan las ansiedades y se desatan las especulaciones. ¿Qué decidirá el Gobierno en relación al AMBA ? ¿Será la permanencia en esta fase que, por sus restricciones, se asemeja a la primera o más bien se flexibilizarán algunas actividades?
Según los expertos y las expertas que acompañan al presidente, desde que comenzó la pandemia hay algunos parámetros que deben tenerse en cuenta: la progresión de la curva de infectados, el tiempo de duplicación de casos y el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva. A la fecha, el reporte diario indica que los contagios continúan en aumento y que en el Área Metropolitana, si bien el sistema sanitario tiene resto (58,6%) descuidarse significaría un pecado capital.
El mundo demostró que los números pueden dispararse si la atención se relaja. No obstante exista un consenso en torno a las decisiones del gobierno, también es cierto que el cese de actividades pesó muchísimo en las economías familiares. Esto no representa ninguna novedad, solo que a medida que transcurren los días las autoridades están al tanto de que la estrategia sanitaria deberá ofrecer nuevas opciones.
El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof se reunirán hoy para discutir una estrategia coordinada , en tanto el ministro de Salud nacional, Ginés González García, dejó entrever la posibilidad de una "cierta flexibilización".
El diagnóstico
“Lo que uno puede ver por las estadísticas oficiales es que se ha reducido en un 30% la circulación en el transporte público, con lo cual, si circulan menos también disminuye la transmisión del virus. Es un dato favorable. Lo que estamos viviendo en este momento son los últimos coletazos de la cuarentena deshilachada previa. De hecho, tendremos un aumento del número de muertos, incluso cuando los contagios comiencen a bajar. La explicación es que el promedio de la gente que evoluciona mal la enfermedad cumple en general con tres o cuatro semanas de terapia intensiva”, dice Pedro Cahn, director científico de la Fundación Huésped y uno de los principales referentes de Alberto Fernández durante esta pandemia. Desde esta perspectiva, lo expresa otro de los pilares en materia de asesoramiento. Omar Sued --doctor en Medicina (Universidad de Barcelona) y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)-- explica: “Llevamos diez días respecto de las últimas restricciones anunciadas. La fase I en el AMBA se mantendrá hasta el 17, a partir de aquí vamos a tener una percepción cierta de si está empezando a bajar la curva o no lo está haciendo y el 20 o 21 estaremos viendo con claridad el impacto de la cuarentena. Si el 17 tenemos cuatro mil casos por día estamos ante una situación muy preocupante, porque hace un mes nadie pensaba que tendríamos tres mil por día. Hubo una respuesta positiva de la sociedad, pero no debemos olvidar que hubo movilizaciones y salidas. Se complejiza un poco la situación”, advierte Sued.
El escenario, a partir de lo observado durante los últimos días, es el incremento del número de casos; un aumento que no cede por ser reflejo de las medidas implementadas a partir del 1° de julio. Como ocurrió a lo largo de todo este fenómeno: las cifras del presente reflejan comportamientos pasados. “Algunos de los infectados reportados en la actualidad pudieron haberse contagiado después de esa fecha, pero la gran mayoría corresponde a lo que sucedió previamente a las medidas. Es fundamental no bajar los brazos en este momento”, señala Florencia Cahn, médica infectóloga y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE). “Hay que tratar de capitalizar estos días que quedan de cuarentena estricta y, cada vez más, insistir con la responsabilidad individual y atender a las recomendaciones sanitarias”, completa la hija de Pedro, una de las voces técnicas que también más escucha el Presidente.
En este marco, si bien se requiere de una fuerte intervención estatal y un liderazgo del Ejecutivo sin titubeos --tal y como se advierte hasta el momento--, según los expertos, debe generarse una cuota adicional de responsabilidad ciudadana, pues cuánto más se pueda cumplir con las pautas oficiales menos falta hará un control externo por parte del Estado. En este punto --casi desde un enfoque antropológico-- todas las familias argentinas experimentan el aislamiento de un modo diferente. “Hay gente que está cansada pero a fin de mes sigue cobrando su sueldo y hay gente que está cansada y no tiene un plato de comida. Si bien para todos se hace largo y a todos nos genera fatiga, no es lo mismo. Tenemos que entender que todo lo que ocurre es por la pandemia y no por la cuarentena. No hay ningún país en el mundo que haya vuelto a la normalidad total”, describe Florencia Cahn.
Lo bueno y lo malo
“Se está haciendo una búsqueda activa de los casos, a raíz de la buena experiencia en los barrios populares. El programa Detectar, el puerta por puerta y el diálogo con los vecinos es central. El diagnóstico temprano es clave porque se garantiza el aislamiento y los cuidados tempranos de aquellas personas que dan positivo. El seguimiento de los contactos estrechos es algo que se ajustó pero hay que seguir precisando. Se está fortaleciendo este aspecto de la estrategia con mucha más gente que se sumó a dar una mano en terreno para realizar una búsqueda activa”, plantea Florencia Cahn. Salir a buscar los contagios para poder identificarlos con mayor especificidad suele ser un eslabón clave en las estrategias sanitarias de muchos países alrededor del planeta y Argentina trata de no ser la excepción. “Algo que ha sido bueno y que hay que agradecer es que la gente mayor ha tomado mucha conciencia y responsabilidad. Por eso, la mortalidad es más baja de lo que estamos viendo en otras partes y esto es porque la gran mayoría de los contagiados son jóvenes. Otro rasgo muy positivo es que más allá del AMBA, el resto del país tiene números estables”, relata Sued por su parte. La mortalidad, a nivel doméstico, está en el orden de 38 personas por cada millón de habitantes, mientras que hay otras naciones como Brasil y Chile en que la tasa supera los 300. Si Argentina hubiera copiado la coreografía de los vecinos habría, aproximadamente, 18 mil muertos.
¿El punto flojo? La comunicación. “Hay que fortalecer el diálogo con la gente. Este año el virus respiratorio que más circula es el Sars CoV-2, por eso, todo cuadro respiratorio viral es covid hasta que se demuestre lo contrario. No hay que subestimar ningún síntoma, no hay que esperar a sentirse mal para consultar”, subraya Florencia Cahn. Para Sued, la comunicación en tiempo de crisis también fue una cuenta pendiente, un problema a resolver: “Es muy importante encontrar el punto justo: no hay que alarmar ni angustiar a la gente, pero al mismo tiempo hay que solicitar más responsabilidad ciudadana. Es un límite muy fino el que se debe transitar y, a veces, como sucede con todo en esta vida, se falla”.
Lo que viene
“No aspiramos llegar al 17 de julio con cero casos. Sabemos que habrá circulación viral por mucho tiempo. El tema es que esté contenida y no coloque en peligro la integridad del sistema de salud. Buena parte de la gente que falleció en el mundo fue porque no pudo ser atendida a tiempo en los hospitales. Este aspecto es el que se trata y se tratará de monitorear”, señala Pedro Cahn. Y luego continúa con su razonamiento: “Desde el punto de vista sanitario habría que seguir con la cuarentena para largo, pero evidentemente el aislamiento conlleva consecuencias económico-sociales-psicológicas muy importantes. Hay gente que no puede comprar sus alimentos y están quienes sí pueden pero están realmente muy deprimidos, muy afectados. Con precisión de relojero hay que tratar de responder a todas las necesidades sin que se incremente el número de muertes. Puedo adelantar lo que no va ocurrir: los mayores de 70 no estarán liberados para hacer actividades, porque si bien la edad promedio de los casos es 37 años, la de los fallecidos es 77”, subraya Cahn.
Como suelen apuntar los asesores, no existe “un número mágico” que les permita saber qué medidas se deberían tomar en qué momento preciso. Más bien, es la sumatoria de parámetros la que se tiene en cuenta al momento de dialogar con el Poder Ejecutivo y aconsejarlo respecto de algún punto preciso. A partir de eso, es Alberto Fernández junto a su gabinete y los gobernadores quien decide por dónde orientar los comportamientos de la sociedad durante el futuro inmediato. Omar Sued enfatiza en la necesidad de recobrar cierta “épica inicial” perdida. La ciudadanía, desde su óptica, debería presentar propuestas para organizar el autocuidado: “Es central que la sociedad organice una respuesta para autocuidarse y no depender solamente de lo que pidan nuestras autoridades. No solo nos tiene que cuidar el Estado, nosotros mismos debemos aprender a hacer lo propio. La gente que tiene plata y que está un poquito mejor debería agruparse para generar acciones colectivas para ayudar a los que peor la están pasando”, propone, hace una pausa y admite: “A nosotros, como clase media, nos molesta cobrar un poco menos; pero una cosa es cobrar un poco menos del laburo y otra muy distinta es no tener para darle de comer a tus hijos. La ayuda se teje como una red en todas las catástrofes, no tenemos que perder el foco porque la gente se va quedando atrás y los que estaban flojos al comienzo de la pandemia hoy están mucho peor”.
Lo que nadie sabe
“Nadie sabe hasta el momento por qué cayó de manera tan dramática la curva en algunos países de Europa como España e Italia. Evidentemente no es medible por la cantidad de personas que tienen anticuerpos. En España, por ejemplo, se hizo un estudio gigantesco de seroprevalencia y los investigadores encontraron que el 5% de la población tenía defensas. Equivale a unas 2 millones de personas, es decir, a mucha más gente de la que había sido detectada, con lo cual, hay mucho más coronavirus del que se mide. Al mismo tiempo se está muy lejos de la inmunidad de rebaño. Debe haber algún otro mecanismo que desconocemos, que provenga quizás de la inmunidad celular o bien de la reacción cruzada con otros coronavirus el que provoque el achatamiento de las curvas”, asegura Pedro Cahn. Con “reacción cruzada”, el médico se refiere a otros coronavirus que venían circulando en la población mundial desde hace tiempo y producen resfríos comunes y corrientes. En este sentido, una hipótesis que podría tenerse en cuenta es que la inmunidad para alguno de ellos podría operar y ser efectiva para el Sars CoV-2.
No obstante, una premisa queda clara: las comparaciones no solo son odiosas sino también incorrectas. “No se puede comparar la curva de un país que empezó la pandemia con cuarentena (Argentina) respecto de otro que decretó el confinamiento cuando el virus ya había hecho estragos (algún europeo). Si vos tenés 20 mil casos diarios y decretás un aislamiento bajarán rápidamente a 2 o 3 mil casos. Los picos son generados por las medidas que los propios gobiernos ponen en marcha”, dice Sued. Argentina decretó el ASPO con 200 infectados, de manera que la curva nunca se disparó de la manera en que sucedió en otros territorios mucho más afectados. Los ejemplos, desafortunadamente, sobran.
¿Qué otros aspectos no se conocen del todo? Uno malo: el virus sufre mutaciones espontáneas a medida que pasa de persona a persona. En algunas latitudes potenció su capacidad de transmisibilidad entre humanos por una mutación en Spike (“S”), la proteína clave que habilita el acceso a las células. Uno bueno: los proyectos de vacuna avanzan. Además de Pfizer y BioNTech, hay otros estudios que están en carpeta y Argentina se prepara para un lugar de protagonismo en la arena internacional. Más laboratorios están interesados en probar sus productos en el país. Como siempre, será cuestión de aguzar la vista y atender a la letra chica de los contratos futuros.