Estados Unidos, martes 8 de noviembre de 2016. Máquinas que no funcionan, fallas en el registro de identificación de votantes, problemas de calibración de los dispositivos, largas filas para votar y extensión de los horarios de votación. Ni siquiera la principal potencia económica y militar del mundo, con enormes recursos destinados al desarrollo de ciencia y tecnología, pudo escapar a los problemas para elegir a sus representantes en aquellos lugares donde utilizó algún tipo de solución tecnológica. En el marco del debate que se produce en el Congreso argentino por la implementación de la Boleta Única Electrónica, PáginaI12 analizó y consultó a distintos especialistas sobre los aprendizajes que, aún con sus diferencias, dejó la experiencia de la última elección norteamericana en la que triunfó el magnate republicano Donald Trump. Un plan de contingencia en papel y la aplicación gradual de los cambios son los principales puntos.
El sistema de votación
Por el régimen federal norteamericano, cada Estado tiene la facultad de determinar su sistema electoral y cada condado (lo que en Argentina equivaldría a un municipio) la forma en que los electores emiten su voto. De esta manera, incluso dentro de los 50 estados (a los que se le suma el distrito de Columbia) conviven diversas maneras de votar. La ONG Verified Voting realiza desde hace años un completo relevamiento de los sistemas utilizados en cada lugar, las empresas fabricantes, los modelos de los equipos y del software, entre otras cosas. Según se puede observar en el mapa que elaboraron (ver foto), en 19 Estados sólo se utiliza voto en papel (boleta única); 3 Estados votan completamente por correo; en 12 Estados conviven el voto en papel con máquinas de voto electrónico con comprobante en papel; 3 Estados utilizan boleta en papel y máquinas de voto electrónico con y sin soporte impreso; 7 Estados combinan la boleta en papel y las máquinas de voto electrónico sin comprobante en papel; 2 Estados tienen sólo máquinas de voto electrónico con comprobante en papel y 5 Estados tienen solamente máquinas de voto electrónico sin comprobante en papel.
En cuanto a cantidad de votantes, según estimaciones académicas, alrededor de un 70 por ciento continúa usando el papel mientras que el 30 por ciento restante se divide a su vez entre aquellos sistemas de voto electrónico que emiten algún tipo de comprobante físico (dos tercios aproximadamente) y los que no emiten un comprobante (un tercio).
Para Julia Pomares, Directora Ejecutiva de Cippec, este sistema heterogéneo y descentralizado tiene ventajas y desventajas. Entre otras cosas, obliga a los condados a hacerse cargo de los altos costos de las máquinas, lo que genera que en muchos casos estén desactualizadas y la probabilidad de fallas sea más alta. Pero por otro lado, impide que se realice un ataque informático a gran escala. “No hay posibilidad de que se haga un sólo ataque a un sistema. No hay un sólo servidor con el resultado completo”, afirma Pomares, que viajó a Estados Unidos para los comicios. En declaraciones a medios norteamericanos, el director del proyecto CalTech del MIT, Michael Alvarez, descartaba días antes de la elección la posibilidad de un fraude pero advertía sobre eventuales fallas y errores. Esto se diferencia del proyecto argentino, que utilizaría el mismo sistema para todo el país, conviertiéndolo en más vulnerable ante eventuales ataques informáticos.
Los inconvenientes
Aunque todavía no se publicó un informe que sistematice todos los problemas que se produjeron en la última elección presidencial. Sin embargo, los medios de comunicación nacionales y locales, las redes sociales y algunas ONG, reflejaron muchas de las dificultades enfrentadas por la ciudadanía. En Pensilvania hubo fallas de calibración que llevaron a cambiar los votos de lista completa para el Partido Republicano por el Demócrata. En Carolina del Norte se reportaron errores en los sistemas de identificación informatizados en el 77 por ciento de las máquinas del condado de Durham, que obligaron a recurrir al sistema manual para habilitar el voto. Hasta el propio Trump se hizo eco de algunos de los inconvenientes: “Oficiales de Utah reportan problemas de las máquinas de votación en todo el país”, twitteó el presidente electo. En Wilson, Tennessee, a las 8 am todas las máquinas dejaron de funcionar. Los votantes debieron volver a sus casas. En distintos condados de Michigan los escaners con los que se realizaba el conteo de votos reportaron problemas, demorando el escrutinio. También hubo inconvenientes en Colorado, Arizona, Missouri y Nueva York, donde en muchos casos se recurrió al sistema de boleta única en papel como método alternativo.
Si bien de esa forma algunos problemas pudieron superarse, de todas maneras se generó la formación de grandes filas y las demoras obligaron a postergar los cierres de la hora de votación. Distintos estudios revelan que, dado que el voto es optativo y la elección se realiza en un día laboral, este tipo de inconvenientes aumentan la probabilidad de que en el próximo turno electoral esa persona no concurra a votar.
El caso argentino
El proyecto que se debate en el Congreso nacional no especifica concretamente qué sistema de voto electrónico va a utilizarse. Sin embargo, tanto las declaraciones del presidente Mauricio Macri, como la experiencia impuesta por el PRO en la Ciudad de Buenos Aires indican que el oficialismo quiere la boleta única electrónica con respaldo en papel y un chip RFID para realizar el escrutinio digital. En Estados Unidos no se utiliza el mismo sistema pero de todas maneras hay situaciones que sirven de aprendizaje. “La primera conclusión importante de la que debieran tomar nota nuestros legisladores es que en ningún caso dejó de haber un plan B”, sentencia Enrique Chaparro, matemático y especialista en seguridad informática. La afirmación cobra especial relevancia dado que, por modificaciones realizadas en la Cámara de Diputados, el proyecto de ley no establece ninguna alternativa de votación en caso de que la Cámara Nacional Electoral no apruebe la solución informática propuesta por el Poder Ejecutivo. “En Estados Unidos no hay una idea de que hay un sistema invulnerable. Todo el mundo da por sentado que son vulnerables y que por eso hay que tener estrategias para reducir los riesgos. No hay ningún sistema que tenga 0 posiblidad de fallar”, asegura Pomares, haciendo la salvedad de que los sistemas propuestos son diferentes.
Otro punto fuerte de la experiencia norteamericana es la gradualidad. “Ningún país del mundo ha dado un salto de una elección a otra. Construir los estándares para validar los sistemas de votación a Estados Unidos le llevó 5 años. El proyecto del oficialismo debería estar listo para el 13 de febrero, faltan 90 días”, alertó Chaparro, integrante de la Fundación Vía Libre y uno de los expositores en las audiencias que se realizaron en el Senado.
Estás dos conclusiones chocan con lo expuesto por el titular de la comisión de Asuntos Constitucionales de Diputados, el macrista Pablo Tonelli. “Como estamos seguros de que el sistema no va a fallar, no aceptamos la gradualidad”, aseguró Tonelli durante el debate en la Cámara baja.
Este martes el Senado retomará el debate, donde un sector de la oposición plantea la posibilidad de corregir estas cuestiones.