Una semana después de imponer dos tandas de sanciones a funcionarios chinos, el Gobierno de Estados Unidos rechazó todos los reclamos territoriales de Beijing sobre el Mar de la China Meridional, una región considerada estratégica por la potencia asiática.
Alrededor del 30% del comercio global atraviesa el Mar de la China Meridional, delimitado al Oeste por las costas de Vietnam, al Sur por Malasia y Brunei, al Este por Filipinas y al Norte por el sudeste de China y Taiwán. Además, la zona que posee cientos de islas y numerosos archipiélagos, tiene preciados yacimientos de petróleo y gas.
"Hoy estamos fortaleciendo una política estadounidense sobre una cuestión en disputa y vital de la región: el Mar de la China Meridional. Lo dejamos bien en claro: los reclamos que hace Beijing sobre recursos offshore de la mayor parte del Mar de la China Meridional son completamente ilegales, al igual que su campaña de bullying para controlarlo", anunció el secretario de Estado de la potencia occidental, Michael Pompeo.
"La República Popular de China no tiene fundamentos legales para imponer su voluntad en la región. Beijing no ha ofrecido ninguna base legal coherente para su reclamo de 'la línea de los nueve puntos' en el Mar de la China Meridional, desde que lo anunció en 2009", continuó el comunicado firmado por el miembro del gabinete estadounidense y difundido por el canal CNN.
La zona reclamada
La llamada Línea de los nueve puntos es una demarcación extraoficial que reclama China y que, de ser aceptada, le garantizaría soberanía sobre la mayor parte de ese mar, de sus islas y de los recursos que se encuentran debajo el agua, en detrimento de países vecinos más pequeños y menos poderosos.
Esta zona reclamada va mucho más allá de lo que le otorga a China la demarcación basada en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que concede soberanía a partir de una distancia única desde las costas de cada país de la región.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los países vecinos marcaron los límites con el Acuerdo de paz de San Francisco en 1951, pero en el texto no definieron claramente a quién corresponde los archipiélagos, un punto ciego que permitió la perpetuación y ampliación de la disputa internacional.
Hoy, tanto China como Vietnam reclaman la totalidad de los archipiélagos, mientras los otros países vecinos reivindican la soberanía sobre algunas islas.
Otro roce entre Washington y Beijing
Para China, especialmente desde que asumió el presidente Xi Jinping, este reclamo es considerado estratégico para mantener su hegemonía sobre la región o, en otras palabras, sobre sus vecinos, muchos de ellos aliados de Estados Unidos que han invitado formalmente a las fuerzas militares de esa potencia occidental a patrullar esas aguas.
"El mundo no permitirá que Beijing trate al Mar de la China Meridional como su imperio marítimo. Estados Unidos apoya a sus aliados y socios del Sudeste Asiático en su defensa de sus derechos soberanos de los recursos offshores", concluyó el comunicado del Departamento de Estado.
Esta disputa territorial siempre ha sido un elemento de tensión en la relación bilateral con Estados Unidos, que mantiene una importante presencia militar en ese mar para "garantizar la libre navegación", como repite el Pentágono y la Casa Blanca.
Sin embargo, desde la asunción de Donald Trump hace más de tres años, Estados Unidos escaló sistemáticamente la confrontación con China: primero con una guerra comercial impulsada por una escalada arancelaria que hizo temblar los mercados de todo el mundo y ahora con las denuncias sobre la responsabilidad de Beijing en la pandemia de coronavirus que azota al planeta.
La escalada
En abril pasado, en plena aceleración regional y mundial de la pandemia, el Gobierno de China celebró la creación de dos nuevos distritos en una de las islas en disputas, Hainan.
A esto se sumaron dos incidentes: primero un pesquero vietnamita fue hundido por una patrulla militar china y luego un encuentro poco amistoso entre un buque científico chino y un barco petrolero de Malasia. El Gobierno de Trump respondió en ese momento con una advertencia.
En las últimas semanas, sin embargo, Estados Unidos ha acumulado sanciones económicas y políticas contra funcionarios chinos por la situación en el Tibet y por la persecución de la minoría musulmana uigur, denuncias por la represión en Hong Kong y acusaciones por la presunta manipulación de la información durante el inicio de la pandemia de coronavirus en la ciudad china de Wuhan.
En medio de esta efervescencia sostenida, con una crisis sanitaria y económica cada vez más grave en Estados Unidos y con las elecciones presidenciales a solo cuatro meses, el Gobierno de Trump parece haber decidido que este es el momento para tocar uno de los nervios sensibles de China.