Una construcción tan magnífica como frágil hecha con millones de hilos de seda copa una de las salas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Es una de las dos instalaciones interconectadas que integran Tomás Saraceno: cómo atrapar el universo en una telaraña, la primera muestra a gran escala en nuestro país de Tomás Saraceno (Tucumán, 1973), artista con fuerte proyección internacional.

Desde Berlín, donde está radicado, Saraceno asegura que no usó arañas para hacer este proyecto, sino que se trata de una obra compartida con ellas. Quiere que quede claro: no le gustaría llevarse el crédito de un trabajo en coautoría. Se ríe. En la sala del Moderno trabajaron 7 mil arañas de la especie Parawixia bistriata que habitan el norte de nuestro país, la provincia de Buenos Aires, Brasil y Paraguay, entre otros sitios. De jóvenes son sociales, capaces de articular estrategias conjuntas y hacer telarañas de 15 metros de largo suspendidas como extraña arquitectura de filamentos traslúcidos. Las telarañas que ya se erigen en la estructura arquitectónica que creó Saraceno en la sala del segundo piso, y que podrán verse a partir de la inauguración de la muestra el 7 de abril, son fabulosas. No hay especie en el mundo que haga algo similar: son sutiles dibujos aéreos que un suspiro puede derrumbar. 

Las arañas trabajaron durante 6 meses: cada una desplegó hasta 40 mil filamentos para hacer un hilo de seda resistente. A partir de la dirección en que sopla el viento, establecieron la posición adecuada para desplegar la tela. Durmieron de día, encimadas formando una gran bola y tejieron de noche. En el museo las alimentaron con cientos de grillos vivos, controlaron la temperatura y la luz de la sala, conversaron constantemente con los aracnólogos. Cuando terminaron las telas, las reubicaron en su hábitat natural. Ahora, casi en penumbras, se levanta una instalación escultórica hecha con planos de telarañas superpuestos. Increíbles volúmenes con diseños orbitales que sólo pueden verse en la oscuridad. Con cuidado, hay que seguir un camino iluminado por leds para recorrer la instalación arácnida de esta muestra que cuenta con la curaduría de Victoria Noorthoorn y el equipo del museo. Al rato, uno empieza a ver como una araña. 

“Es muy impresionante cómo artrópodos tan diminutos en colaboración pueden hacer semejantes estructuras que ninguno de ellos podría hacer por sí solo”, comenta Saraceno, que exhibe hasta el 21 de mayo Stillness in Motion-Cloud Cities en el Museo de Arte Moderno de San Francisco y que este año tiene un proyecto en el CCK y hará una muestra en la galería Ruth Benzacar. Hasta el 29 de marzo participa en la flamante Bienal de la Antártida. “Esta obra –agrega– es también una invitación a la colaboración, a la cohabitación, a la transformación: cuando nos transformamos en animales sociales podemos hacer cosas muy diferentes a las que hacemos normalmente”.  

Con su propio cuerpo como herramienta y materia prima, la araña construye su casa, al tiempo, ritual de seducción para hembras y machos de su especie. “La pregunta que nos interpela –dice el artista y también arquitecto– es cuánto del mundo que construye el ser humano puede considerarse parte de su propio cuerpo, como la araña y su telaraña”. La cuestión que plantea Saraceno vuelve como búmeran: ¿cuánto del mundo que creamos está vinculado a experiencias vitales, simbólicamente potentes, para el hombre? 

Singular taller & laboratorio

A Saraceno le fascinan las arañas y hasta les ha tomado cariño: trabaja con ellas desde hace doce años y es un conocedor avezado. Su taller en Berlín es un verdadero laboratorio con cientos de arañas vivas, que a su vez se reproducen, y, además, tiene la colección de telarañas  tridimensionales más grande y completa del mundo. “Las arañas están en la Tierra desde hace 140 millones de años, mucho antes que los humanos”, señala.

Investiga el modo en que especies con diferentes grados de sociabilidad conviven y comparten espacios. Con sus asistentes, brinda asesoramiento a investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Berlín y del Museo de Ciencias Senckenberg de Fráncfort, entre otras instituciones. Especialistas de todo el mundo envían arañas para sumarse a experimentos vinculados a la tensión de telarañas, comportamiento social arácnido y bioacústica que desarrolla en su taller. Saraceno está en constante vínculo con científicos del Max Planck Institute y del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts). Muchas de sus exploraciones artísticas iluminaron el mundo de la ciencia pura y dura. Y hasta llegaron a publicarse en Nature Magazine, una de las más prestigiosas revistas especializadas en ciencia. 

Crear vida desde un suspiro

Para generar un singular concierto, Saraceno sonificará el movimiento del polvo cósmico. Con lámparas especiales, el artista observó el movimiento, las trazas, que deja el polvo en el aire. “El polvo cósmico conecta todo el universo, todo lo que conocemos hasta ahora, excepto la energía negra que aún nos queda por descubrir. Vincula planetas, seres humanos, arañas. Estas partículas vienen del planeta Tierra y otras no. Todo empezó con una partícula de polvo cósmico”, explica el artista. La muestra pondrá en el centro de la escena a esa partícula ínfima, conectora de mundos y especies diferentes. “Al principio habrá una performance en la que aumentaremos la cantidad de partículas cósmicas en el aire y pondremos en evidencia de este modo la conexión entre dónde vivimos dónde podríamos vivir”. 

© Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016

Se escuchará el sonido amplificado del polvo que se mueve (cuando el espectador sopla o pasa) y el de las vibraciones que producen las arañas sobre su tela (un fabuloso y bello entramado de filamentos de seda que se verá cuando la sala esté en penumbras). Esos sonidos amplificados en un parlante a su vez producirán vibraciones que mueven de nuevo el polvo y la telaraña. 

“La telaraña para algunos biólogos cumple una función específica: cazar un mosquito, definir un espacio territorial, entre otras cuestiones. Nosotros cambiamos el nombre de la telaraña: lo consideramos una especie de instrumento musical. La araña toca música y queremos componer juntos una pieza musical; hacer con ellas un concierto. Todos somos parte de un ecosistema y trataremos de que el concierto suene lo mejor posible: que se logre resonancia, reverberación entre el mundo de los humanos y el de las arañas”, señala el artista. Y continúa: “Queremos reinterpretar y reimaginar para qué sirve la telaraña, y hasta podemos preguntarnos si hay arañas gays, lesbianas, transgénero”.  

La doble instalación será un encuentro entre el visitante, el polvo cósmico y las arañas: un concierto de diferentes formas de vida. El mínimo movimiento de las arañas y el imperceptible desplazamiento del polvo generarán una sinfonía infinita. “Se trata –dice Saraceno– de un encuentro entre diferentes especies, diferentes formas perceptivas, diferentes formas de habitar el planeta más allá del sistema solar”.

Con poesía y mucha exploración científica, Saraceno indaga las interacciones ocultas, invisibles, entre luz, polvo y arañas como las que podría haber en una casa. A través de frecuencias audibles e inaudibles nos acerca a un universo desconocido. “Con arrogancia siempre damos por sentado que el mundo que percibimos es el que existe –afirma–. La muestra juega con esta idea: busca expandir el mundo de otras especies y ver cómo podemos empezar a interactuar cuando nos sensibilizamos o asumimos una posición distinta”. Habrá que animarse. Los visitantes podrán entrar en sintonía con los ritmos del cosmos y la cadencia lenta de los arácnidos. 

Arañas que despliegan dibujos en el aire

Habrá también una araña iluminada por un haz de luz que tejerá con paciencia en sala. El movimiento del polvo cósmico del ambiente se filmará y se proyectará en grandes dimensiones sobre un muro. “Vamos a trabajar con alguna araña que vive en el museo”, dice Saraceno. ¿Acaso esa arañita hará increíbles constelaciones de telaraña como las que hicieron sus congéneres en otra sala? Habrá que esperar a ver qué pasa. 

Las telarañas son marcas temporales y espaciales: rastros de un viaje que lleva días y noches de trabajo y que el artista compartió con las coautoras de la obra. “Dejan trazos como las estrellas fugaces en el firmamento”, apunta Saraceno. Para hacer esta instalación, Saraceno trabajó con aracnólogos del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, con biólogos, astrofísicos, físicos, sociólogos, antropólogos. Y la lista sigue. 

Artista luminoso, Saraceno urde un complejo entramado de ideas que seducen, interpelan, agitan la imaginación y las certezas del espectador. Su inquietud por este entramado de telas arácnidas que se parece al de las interconexiones galácticas comenzó ya desde sus galaxias de filamentos, sus ciudades flotantes y sus nubes estelares como las que mostró en la Bienal de Venecia, en 2009. Admirador de Gyula Kosice, sus ciudades suspendidas en el aire son utópicas y futuristas. Flotan las estructuras aéreas que desató, y el polvo, y las arañas cuando lanzan sus hilos al aire. El artista fue becado para hacer una residencia en el centro de investigaciones Ames de la NASA, en la que experimentó con distintas formas de microgravedad. “Estaba muy interesado en revertir las formas de flotabilidad utilizando energía no contaminante. Hice esculturas que se elevan con energía solar: es una forma muy sencilla de flotar”, cuenta.   

Como un alquimista, Saraceno transforma el polvo que respiramos y las telarañas en una inolvidable obra de arte. Logra sensibilizarnos hacia otras especies con las que convivimos. Y no hay que seguir ninguna estética darky. Con un complejo mecanismo, Saraceno nos sumerge en la percepción del mundo arácnido. Crea un cosmos poético de huellas en el aire y partículas imperceptibles que se mueven por el impulso de un suspiro: lo suyo es unir mundo natural y social; arte y vida. u

Cómo atrapar el universo en una telaraña está integrada por las instalaciones The Cosmic Dust Spider Web Orchestra (en el segundo subsuelo) e Instrumento Musical Cuasi-Social IC 342 (en el segundo piso). En el Museo de Arte Moderno-Mamba, Av. San Juan 350,  de martes a viernes de 11 a 19; sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Entrada general $20, martes gratis. El viernes 7 de abril a las 18 Tomás Saraceno brindará una conferencia abierta al público junto a invitados de diferentes disciplinas.

© Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016

Instrumento musical cuasi-social IC 342 construido por: 7000 Parawixia bistriata - seis meses, 2017 Vista de la instalación Tomás Saraceno: cómo atrapar el universo en una telaraña, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, comisariado por Victoria Noorthoorn. Cortesía del artista; Galerías Ruth Benzacar, Buenos Aires; Tanya Bonakdar, Nueva York; Andersen's Contemporary, Copenhagen; Pinksummer contemporary art, Génova; Esther Schipper, Berlín. © Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016