Señales de humo      6 puntos

Argentina, 2016

Dirección y guion: Luis Sampieri.

Duración: 72 minutos.

Intérpretes: Mario Reyes, Cecilio Condori, Rodolfo Abella, Jorge Mercado, Gustavo Zalaza “Kopo”.

Estreno en Cine.ar Tv, jueves 16 y sábado 18 a las 20 horas. Disponible en Cine.ar Play desde el viernes 17 (gratis por una semana).

Rodada a “4000 metros de altura y sin conexión a internet” –según afirma la gacetilla de prensa– en las cercanías de Amaicha del Valle, una comunidad indígena de la provincia de Tucumán, el cuarto largometraje de Luis Sampieri (Cabecita rubia, La hija) da sus primeros pasos adhiriendo a las directivas del documental antropológico. La vida cotidiana de un grupo de habitantes es descripta en breves pasajes donde el pastoreo o la preparación de un almuerzo permiten acercar al espectador a otras formas de existencia, tan diferentes a las de las grandes ciudades. En otras escenas, las relaciones comunitarias toman preponderancia y un conflicto por una parcela frente a la ruta es discutida por algunos de los líderes de la comunidad antes de su presentación legal. Entre los diversos sujetos que aparecen delante de cámara comienza a destacarse la figura de Mario Reyes, un arriero que parece conocer los caminos de altura como nadie y que alquila sus caballos y burros como animales de transporte y carga. Además de su propia experiencia como guía.

Reyes también oficia de guardaparques y, en más de una ocasión, debe controlar el estado de los cardones, midiendo a mano su altura y escribiendo en una libreta el alcance de las mordidas de los animales. Señales de humo introduce entonces una subtrama que adquiere la mayor relevancia, al tiempo que permite deducir que el carácter documental del proyecto sólo lo es en cierta medida. La aparición de un ingeniero que debe cambiar una antena satelital allí arriba, entre las nubes, luego de la pérdida de las señales de internet y teléfono en la región, son el marco de un trabajo semi ficcional que el realizador maneja con prestancia. Cuánto fue guionado, cuánto improvisado y cuánto tomado estrictamente de la realidad es lo de menos, aunque si hay algo que no pudo crearse específicamente para la película son los magníficos paisajes de altura, que la cámara del director de fotografía Mauricio Asial registra con impulso dramático pero nunca preciosista.

La mateada al filo de la noche frente a una fogata, con las estrellas asomando entre las nubes, acerca momentáneamente al film al territorio mítico del western. Algo similar ocurre con la intermitente aparición de un escultor enfrascado en la creación de un caballo de madera de tamaño natural, compañía del hombre reconvertida en tótem por el oficio del artesano. El choque entre tradición y modernidad, entre los atavismos y las nuevas formas de contacto humano, recorre gran parte del relato de Señales de humo. Sobre el final, la aparición de un efecto especial diseñado para darle entidad al título de la película y el comentario de un par de personajes deriva en una oposición entre los viejos modos de relacionarse y la “deshumanidad” de los vínculos vía WhatsApp y redes sociales. Es una bajada de línea que no aporta demasiado y que rompe con el delicado equilibrio que la película había sostenido durante más de una hora.