Con reuniones de emergencia, el Barcelona intenta contener la implosión que se viene cocinando en el club catalán tras la impensada coronación de Real Madrid en La Liga de España tras la cuarentena. "Vamos a tener que cambiar mucho", lanzó Lionel Messi tras la también inverosímil derrota culé ante Osasuna -como local y con un jugador más- y le hizo un flaco favor al ya cuestionado entrenador Quique Setién, direccionando todos los focos sobre él.
Este viernes, el presidente del club, José María Bartomeu, quien salió a apoyar a Setién en reiteradas ocasiones durante el caótico andar post parate de los catalanes, se reunió con el DT para hablar de lo que viene, cruce de vuelta de octavos de Champions League incluido (el sábado 8 de agosto Barcelona recibe a Napoli tras empatar 1-1 en Italia).
La continuidad del DT al frente del equipo no es cosa segura, pero la
decisión de relevarlo cuando falta menos de un mes para el choque con los napolitanos (y tras tan sólo 22 partidos dirigidos en el club desde su arribo a fines de enero) parecería ser una solución sólo dirigida a calmar los ánimos del vestuario.
El diagnóstico que realizó Messi tras la última derrota se sumó a los dichos previos de Luis Suárez, que había apuntado contra la conducción del equipo, y el malestar de Antoine Griezmann al ser suplente en numerosas ocasiones. "Ya dije que si seguíamos así no alcanzaba para la Champions y no nos ha dado ni para la LaLiga. Vamos a tener que cambiar mucho si queremos hacer algo y hacer mucha autocrítica, empezando por nosotros mismos. Hemos perdido por nuestros errores y no por los aciertos del Madrid como dicen muchos", sentenció el rosarino tras la caída con Osasuna, donde sumó su cuarto gol en diez partidos tras el reinicio del fútbol español.
A menos que la cúpula directiva del Barcelona tenga claro quién podría sustituirlo -hace unos meses sonó la opción del DT del Barça B, Francisco Javier García Pimienta, como un parche antes del aterrizaje de Xavi Hernández-, todo apunta a la salida de Setién no será inmediata.
Está claro que el DT perdió autoridad ante el indiscutido Messi, quien, además, hace unas semanas desató un huracán al trascender que había paralizado las negociaciones para renovar su contrato y que previamente había tenido protagonizado un desplante en pleno partido a uno de los ayudantes de Setién.
"No esperábamos y no queríamos terminar de esta manera, pero este partido marca como fue todo el año: un equipo irregular, débil, al que le ganan por intensidad y por ganas", agregó Messi, consciente de que sus palabras siempre pueden desencadenar una tormenta en el Barcelona, un club acostumbrado a la estabilidad pero que, de pronto, no tiene siquiera asegurada la continuidad de su gran figura.