“La verdad es que yo no me siento actriz”, confiesa Valeria Valente, aunque se formó durante años en el campo de la actuación y hoy enseña en la prestigiosa escuela de Nora Moseinco. “Lo de Fáchima es algo tan natural que no lo vivo como una actuación, empezó casi como una necesidad”, explica. Antes de ser docente, Valente fue alumna en ese mismo espacio y cuenta que el personaje de Fáchima —con miles de seguidores en @fachima1000— surgió durante las clases. El punto de partida fue una mujer brasileña que escuchó hablar en una reunión: “Ella vivía en Argentina hacía muchos años, tenía un acento muy fuerte pero estaba re porteñizada en sus términos. Me hacía morir. Empecé a observarla para hacer una imitación, un día surgió de casualidad en una clase y fue muy bien recibida”, recuerda Valeria.

Ya en su nombre Fáchima condensa varios significantes que generan comicidad por las resonancias en la coyuntura de los últimos años: fachismo, macrismo, Brasil, Bolsonaro, Fátima Florez. Sin embargo, Valente aclara que casi todo lo que ocurre con Fáchima emerge de lo casual: “El personaje nació hace unos quince años y el nombre no aludía a ninguna de todas estas cosas que hoy resuenan”. Muchos de los videos que protagoniza esta fanática macrista surgen de una observación aguda sobre la condición humana y la arbitrariedad a la hora de juzgar ciertos comportamientos: “La mayoría de las veces no somos conscientes de lo injustos que somos; las reglas que aplicamos acá después las rompemos más allá. Subrayar eso a mí me gusta mucho”.

-¿Cuál es el estilo de humor que más disfrutás?

-A mí me gusta mucho el humor ingenuo, la pavada. Disfruto del humor tonto, cuando con muy poquito se logra mucho. Viví bastante tiempo en Italia y hay un actor que se llama Renato Pozzetto. Él es como un Olmedo de allá pero mucho más naif, su humor no es verde; me fascina porque es un tipo que gesticula muy poco. Disfruto de lo que es sencillo, chiquito y efectivo a la hora de hacer humor. Y acá miraba Cha cha cha: mi preferido en esos elencos era Fabio Alberti. También me gustaba Casero, aunque ahora está ubicado en otro lugar.

Algo del estilo absurdo que proponían Diego Capusotto, Fabio Alberti y Alfredo Casero en aquellas épocas se cuela en la forma de hacer humor de Valeria y también en sus condiciones de producción: una bolsa de consorcio, un par de guantes de goma, una pizarra y algunos marcadores pueden ser suficientes para resolver un sketch. “Me inspira lo que tengo a mano, es como un límite natural. Observo lo que tengo alrededor, qué recursos hay, y a partir de ahí surge la idea”.

Valente describe a su criatura como una mujer “incorrecta, medio garca, injusta y arbitraria”, y cuenta que en 2015 estaba perpleja por el triunfo de Mauricio Macri en las elecciones. El personaje de Fáchima le permitió digerir la situación y poder opinar desde su lugar. “Hubo buena recepción y eso me dio la posibilidad de burlarme de quienes piensan de esa manera a través de las barbaridades que dice el personaje, porque para mí la gente que vota a Macri está loca”, declara la actriz.

-¿Cómo fue el pasaje desde la era macrista a la asunción de Alberto Fernández?

-Lo que me pasa con este personaje es que confío mucho y siento que sale sin esfuerzo, entonces nada me da vergüenza. Por supuesto que me planteé qué iba a pasar cuando asumiera Alberto, pero la alegría de tener ese problema superaba todo. Jamás se me hubiera ocurrido desear que siguiera Macri para que el personaje tuviese una continuidad. La verdad fue un pasaje bastante natural: Fáchima pasó inmediatamente al rol de opositora, así que ahora critica todo lo que hace este gobierno y añora el modelo anterior.

El personaje no tiene en cuenta lo políticamente correcto en sus intervenciones públicas y eso puede generar bastante incomodidad. Sin embargo, su creadora aclara que en los videos no hay demasiados comentarios negativos y asegura que la proporción de haters es muy baja. Como dato curioso, Valente cuenta que de vez en cuando algunos muchachos macristas le envían mensajes privados valorando sus conceptos como maniobra de seducción y ella no lo puede creer: “Me burlo en sus caras y no se dan cuenta”.

“Yo soy la aventura, tú la realidad, tú la ternura / En los medios elijo a Majul, pido un taxi y me escondo en el baúl / Donald es presidente y algún día será ex / Mientras tanto vacuna al pueblo con jeringa de Procenex”, recita Fáchima en alguno de sus videos. A la hora de crear, Valente tiene en cuenta la agenda mediática semanal y se define como una gran consumidora de información: a la mañana escucha radio y durante el día mantiene encendida la tele. Desde ese conocimiento, subraya: “El protagonismo de los periodistas en los últimos años me resulta verdaderamente insoportable, son como las modelos de los ’90. Las preguntas no pueden ser más largas que las respuestas del entrevistado”.

Cuando se le consulta por los límites del humor, Valente asegura que no cree demasiado en ellos y menciona como una de sus principales influencias al actor y comediante británico Ricky Gervais: “Para mí él es todo y en su serie After Life habla justamente sobre eso. Se pregunta cómo puede ser que el público se ría con él de todo, menos cuando se sienten perjudicados. Si vamos a reírnos, entonces riámonos de todo, ¿no? A mí me encanta que me gasten”.

De la mano de Fáchima, Valeria logró el reconocimiento de varios colegas: Mauricio Kartun la definió en sus redes como “la Neustadt del macrismo doméstico”, Cecilia Roth comentó sus videos en Instagram, María Fiorentino la recomienda desde su muro de Facebook y en 2016 Horacio Fontova le envió un mensaje que decía: “No te conocía, Fáchima. ¡Sos genial, conchitumá! Te mando besos”.

Pero además de la actuación, Valeria dedica buena parte de su tiempo a la pintura (esta entrevista la encuentra en medio de un retrato), y no es un dato menor porque ambas disciplinas ponen en juego una herramienta clave: la observación. Esa destreza le permite a Valente capturar las facciones de sus modelos sobre el lienzo o darle vida a sus personajes logrando una gran identificación entre sus seguidores. Con respecto a la situación de pandemia, señala: “Está muy difícil la verdad. En mi caso, la cantidad de alumnos bajó drásticamente. A la vez, siento que no me puedo quejar porque al menos estoy sobreviviendo, pero dentro y fuera del campo cultural hay gente que está viviendo esto como una pesadilla”.

Entrevista: Laura Gómez