Juan Filloy (1894, 2000) fue un prestigioso escritor y jurista argentino, reconocido por autores de la talla de David Viñas, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Leopoldo Marechal, Juan José Saer, Adolfo Prieto y Mempo Giardinelli, entre otros. Era cordobés. Giardinelli lo conoció en su juventud casi por casualidad en algunas lecturas durante su exilio. Cuando el gran novelista chaqueño volvió a la Argentina, ideó la revista Puro cuento desde 1986. “Tuve la fortuna de encontrarme al segundo número que Don Juan Filloy, de quien yo tenía noticias porque lo había leído, era lector de Puro cuento”, recuerda ahora Giardinelli. “El nos acompañó. Incluso, después yo le pedí cuentos, me los mandó y los publicamos varias veces. Le hice una entrevista muy grande que insumió siete páginas”, relata el autor de Luna caliente. Giardinelli admira tanto la figura de Juan Filloy y la amistad que entablaron, que realizó el documental Don Juan, donde rescata la obra del legendario autor de la saga de Los Ochoa. Tras un gran recibimiento en el Festival de Biarritz del año pasado, Don Juan se estrena este sábado a las 18 por Cine.ar. Y este domingo se repite por la plataforma del Incaa a las 6 de la mañana y a las 12 del mediodía.
La amistad nació cuando un día Giardinelli se tomó un ómnibus y fue a verlo a Córdoba. Tocó timbre, se conocieron y, a pesar de la diferencia etaria, se hicieron grandes amigos. A partir de entonces, el intelectual chaqueño fue a ver al cordobés muchas veces a Río Cuarto porque ya habían entablado una amistad que duró hasta la muerte de Filloy, de la que se cumplieron veinte años el 15 de julio. “Además, era como un maestro. Yo era un joven escritor y él era una enciclopedia andando”, grafica el columnista de Página/12. Al tercer viaje que hizo, Giardinelli pensó: “Este hombre tiene más de 90 años, se va a morir y no queda nada. Queda la entrevista que yo le hice y nada más”. Se le ocurrió, entonces, ir con un amigo que tenía una vieja cámara Súper 8, y decidieron filmar A Filloy. “Al viejo le encantó la idea”, señala el escritor. “Cada viaje era con la cámara”, agrega. De esa manera, fueron juntando escenas, momentos y charlas. “Yo no tenía la menor idea qué iba a hacer con eso. Pasaron los años y la última vez que lo vi fue en 1999. El murió en julio de 2000”, cuenta el novelista.
“Como la vida continua, yo me olvidé de todo ese material. Pasaron un montón de años y hace ocho filmé mi primera película, El décimo infierno, y empecé a conocer un poco el mundo del cine. Obviamente, uno se enamora de eso. A partir de ahí, empezó este proyecto, con un modesto apoyo del Incaa para poder comenzar”, cuenta Giardinelli sobre el origen de Don Juan. Tenía seis horas de material fílmico. “Rescatamos lo que se pudo porque habían pasado muchos años. Escribí un guion y concretamos la película con apoyo de la familia, de la que soy muy amigo. La terminé el año pasado”, dice entusiasmado.
Don Juan es un documental basado en esas entrevistas filmadas con Juan Filloy, considerado hoy el gran escritor secreto del interior de la Argentina, y a quien algunos consideran el único literato argentino comparable a Jorge Luis Borges. Con idea, guion y dirección de Giardinelli, el film compila aquellas conversaciones filmadas en los años ‘80 y ‘90 del siglo pasado, archivos familiares y correspondencias privadas. El material fílmico, archivado durante muchos años –como cuenta Giardinelli-, fue recuperado a partir de 2015 por él mismo y un pequeño equipo profesional a cargo de Julio Mandel, y con apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). La compaginación se terminó en 2018, luego de tres años de lenta edición, enriquecida con filmaciones de viajes a las tres ciudades filloyanas (Córdoba, Río Cuarto y La Carlota) y con testimonios de sus familiares.
"Yo ya escribí el libro sobre Juan, en vida de él. Allá por 1996 publiqué Don Juan, que es un ensayo mío y la obra de él. Hice la primera -y creo que la única- antología de su obra. El ya estaba muy grande, pero me ayudó a seleccionar los textos. Ahora, el mes que viene va a salir la reedición de Don Juan, con nuevos textos”, anticipa Giardinelli, también ligado al cine. La vinculación del escritor chaqueño con el mundo del séptimo arte se remonta al período 1976-1980, cuando trabajó como guionista en varios proyectos del cineasta mexicano Alberto Isaac, durante su exilio en el país azteca. Posteriormente, cuando en 1984 pudo retornar a la Argentina, colaboró con el cineasta Roberto Denis en la preproducción de Luna caliente, basada en su novela homónima. La novedad en 2012 fue que con El décimo infierno, Giardinelli debutó como director, junto al cineasta colombiano Juan Pablo Méndez Restrepo.
-Si tuviera que decirle a alguien que no conoció a Juan Filloy, ¿qué le diría?
-El escritor argentino más importante del siglo XX, posiblemente con Borges. Nada más que en otro contexto geográfico. Era un erudito. Siempre digo que Don Juan fue un hombre absolutamente impar. No hay otro como él. Como Borges tampoco, obviamente. Quiero decir que es un hombre de una vitalidad literaria excepcional, un hombre que viajó por el mundo, que tenía correspondencias con los grandes escritores de la época, que hablaba siete idiomas con absoluta solvencia y que era una máquina de escribir. Realmente, era una máquina todo el tiempo. Aun así, como él era magistrado (llegó a ser camarista de Río Cuarto), se impuso un silencio durante 28 años, ¡28 años! Siguió escribiendo, no dejó de escribir ni un solo día, pero no publicó nada porque creía que un magistrado no tenía que tener una exposición pública. Para la época, había textos que tenían que ver con novelas policiales. Tenía un lenguaje que era atrevido e inusual por entonces. El empezó a usar un lenguaje particular. Pensá que en los años '20 y '30 la literatura argentina se manejaba con mucho recato. Durante muchos años, hubo mucha censura y había palabras que no se podían poner. Y este hombre fue un irreverente. Era un iconoclasta. Un tipo fantástico.
-¿El documental hace más foco en su rol como escritor que en el rol de jurista?
-En realidad, la película no toca el tema del jurista. Hay una mención, un momento en que lo grabé en las escalinatas del Palacio de Justicia y él habla un par de minutos. La película sigue al personaje que fue Don Juan y a su obra, obviamente. Hay lecturas, textos... Y, al mismo tiempo, es un documento histórico de recuperación de un hombre absolutamente único.
-Hay cosas que llaman la atención, más allá de la literatura, en Juan Filloy: fue socio fundador del club Talleres de Córdoba. La otra es que tuvo participación activa en la Reforma Universitaria de 1918.
-Efectivamente. Las dos cosas las menciono. Todo eso está contado obviamente. El era muy jovencito, tenía 20 años cuando fue la Reforma Universitaria y participó. Pero él no era de hablar mucho de eso o yo no interrogué suficientemente. Era un animal de literatura y de lectura. Y también me contó que era referí de box. Además, una de las cosas lindas que también menciono es que era un gran dibujante. Fue el caricaturista del diario La voz del interior cuando era estudiante en Córdoba. El se ganaba la vida desde los 14 o 15 años como dibujante, ya que venía de un hogar muy pobre.