Todos hablan de flexibilización, pero piensan en el final. La distribución del poder político en la zona del AMBA entre las dos principales fuerzas hará que, cualquiera sea el resultado impactará en las dos por igual. Todos hablan de flexibilización, pero en realidad se produce con un nivel alto de contagios, más presionada por el cansancio que produjo una cuarentena tan larga que por el estado de la famosa curva. Nadie puede asegurar el resultado final y es inevitable la angustia que produce esa incertidumbre que dependerá casi totalmente de la responsabilidad ciudadana, del respeto estricto a los protocolos y del resguardo más riguroso de la población de riesgo.

La visión del contagio se parece a una onda en el agua. Tiene centro donde hay mayor densidad de población, que es la CABA y ondas expansivas hacia los núcleos que la rodean en el Conurbano, que van disminuyendo a medida que se alejan, hasta reducirse mucho en las zonas de poblaciones más rurales.

Aunque la calificación de “amigo” a Horacio Rodríguez Larreta por parte de Alberto Fernández, en el acto del 9 de Julio, irritó a sectores del kirchnerismo porteño, el presidente, el jefe de gobierno de la ciudad y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, están condenados por la epidemia a llevarse bien. La zona AMBA es bipolar y además es el área crítica de la pandemia. Si mantiene esa lógica de polos opuestos, donde además juegan dos posibles competidores en el futuro de mediano o largo plazo, la zona puede estallar y con ella todo el país.

Kicillof y Larreta se mantienen bajo el paraguas del gobierno nacional que diseñaron los epidemiólogos, pero resulta imposible no detectar las diferencias no tan sutiles entre la disposición de los gobiernos de CABA y la provincia frente a la epidemia.

Visiblemente aliviado por poder flexibilizar la cuarentena, Rodríguez Larreta se mostró más interesado en informar la reapertura de las iglesias y comercios así como los permisos a los runners. Y no anunció ninguna nueva medida sanitaria. No se refirió a los hospitales ni a los reclamos de los trabajadores de salud porteños por equipamiento.

Kicillof, en cambio, se mostró angustiado, fue detallista en su descripción sobre la letalidad de la epidemia, los riesgos de cada decisión y anunció la llegada de un cargamento desde China que permitirá completar el equipamiento sanitario de protección para el personal de salud. Incluyó también a los efectivos de seguridad que están obligados a permanecer en las calles. En general, el gobernador bonaerense fue más meticuloso con este tipo de medidas que con las aperturas a la cuarentena.

Los portales de algunos medios dieron cuenta de esa diferencia- competencia y declararon ganador (por ahora) a Rodríguez Larreta: “La ciudad flexibiliza más que el Conurbano” es el títular-síntesis. Además de las diferencias conceptuales entre los dos funcionarios, es cierto que la presión de los porteños sobre Rodríguez Larreta es más fuerte que en otros distritos. Además, su base electoral incluye al grupo recalcitrante de anticuarentenas esotéricos que se han movilizado a pesar de los contagios de muchos de ellos.

Las diferencias conceptuales, atenuadas por la estrategia diseñada desde el gobierno nacional, están marcadas por el debate que se produjo al principio de la epidemia. Larreta es más sensible a las presiones de los grupos económicos. Sin embargo la cuarentena en la CABA no se hubiera podido sostener sin el respaldo del gobierno nacional que prácticamente soportó con subsidios todo el peso de la crisis, con escaso aporte del gobierno de CABA.

Como la de una piedra en el agua, en el dibujo que hizo Kicillof de la onda expansiva de la epidemia se entiende su preocupación por el tipo de apertura que se realice en la ciudad. El dibujo expresa que cualquier medida de contención sanitaria que tome en el Conurbano no tendrá efecto si la apertura se descontrola en la CABA.

La puntualización que hicieron tanto Alberto Fernández como Kicillof de lo que se logró hasta ahora gracias a la cuarentena fue como si dijeran: hasta ahora vamos ganando estos puntos. A partir de ahora eso puede cambiar y hacer retroceder todo lo que se avanzó. Es una advertencia que dejó abierta la posibilidad de una vuelta a la cuarentena estricta como ha sucedido en otros países que incluso creyeron que habían superado a la epidemia.

Larreta se mostró más aliviado y menos temeroso al rebrote. Lo real es que la cuarentena estricta solamente se respetó las primeras semanas y después se fue relajando en forma espontánea. Pero si se abre la circulación en forma anárquica, la epidemia puede dar un salto cuantitativo en poco tiempo por su facilidad y rapidez de contagio. Argentina se metería de cabeza en una de las peores tragedias de su historia.

La coexistencia pacífica que impuso la pandemia provocó molestias en Juntos para el Cambio y también en el Frente de Todos. En sintonía con Patricia Bullrich y Mauricio Macri, el dirigente radical PRO, Alfredo Cornejo acusó a Larreta de estar “en la nube cultural del relato del gobierno”.

En las redes circuló un video que lo muestra a Larreta como orador en un acto con dirigentes de Juntos por el Cambio, donde critica al gobierno nacional y apunta contra Kicillof. El gobernador bonaerense destacó en la presentación de este viernes la necesidad de “Unidad frente a la pandemia”, pero también busca la forma de dejar en claro que parten de concepciones diferentes. No oculta la preocupación de que el apuro del gobierno de CABA por flexibilizar la cuarentena tire a la basura el esfuerzo de estos meses y produzca un salto en los contagios en la ciudad que se transmita rápidamente al Conurbano.

Las corporaciones de medios y aquellos periodistas relacionados con los grupos económicos de presión relacionaron al gobierno nacional y a Kicillof con la cuarentena. Una imagen que presentaba el aislamiento preventivo ante la epidemia como una acción autoritaria. En esa fotografía se presentaba a Larreta como el que insistía en abrirlo. Era una forma de presionarlo, lo cual explica también esa imagen de alivio que transmitió ayer.

Algunos analistas especulaban asimismo que Alberto Fernández estaba más cerca de Larreta que de Kicillof en este tema, influido por la necesidad de frenar la caída de la economía. De los tres, fue el que más insistió en los peligros de la apertura. Aunque las cifras que presentó buscaban dar la idea de una mejora a partir de la última vuelta a la cuarentena sin permitidos, remarcó las edades promedio de infectados y muertos. Aunque se mueren más los adultos mayores, se contagian más y sufren los síntomas las personas de entre 30 y 50 años. Y los niños más chicos también corren peligro. Fue un discurso de “flexibilicemos, pero con mucho cuidado”.

Además de la parálisis que sufrió la economía, hubo otros temas que quedaron en el freezer pero que generan corrientes subterráneas como el caso Vicentin o el aporte extraordinario de las grandes fortunas. Anunciarlas sin concretarlas es la peor de las estrategias porque todo el mundo queda disconforme, tanto los que se ilusionan como los que serán afectados que, en estos casos, son pocos pero poderosos.

Los cursos parlamentario y judicial se ralentizan con la pandemia a lo que se suma el rechazo de la oposición y las influencias judiciales non sanctas. Los anticuarentena corren con la ventaja de que les hicieron descreer de la epidemia y se movilizan. Los que están a favor de la cuarentena, en cambio, no pueden movilizarse porque son conscientes del riesgo. El escenario de cuarentena ha favorecido en ese sentido a los que no están de acuerdo con ella, porque no la respetaron. Y en ese escenario, el gobierno estuvo obligado a maniobrar con un respaldo invisible.