Las controversias políticas y mediáticas que provocó el tuit de Cristina Fernández
de Kirchner recomendando mi artículo del domingo pasado
dejaron al descubierto dos debilidades del debate público:
* La dificultad para hablar, indagar y cuestionar al poder económico.
* El temor en diferentes ámbitos a reflexionar, estudiar y criticar a los grupos Clarín y Techint.
El análisis preferido de editorialistas y comentaristas fue la supuesta intención de CFK de marcarle la cancha de ese modo a Alberto Fernández.
Las interpretaciones políticas son libres pero los hechos no.
Cualquier tuit o expresión de CFK son inmediatamente publicados en los portales de Clarín, La Nación e Infobae. Les sirve para convocar audiencias y continuar la persistente tarea de demonizarla.
El primero que subió ese domingo a la red del pajarito fue el artículo "la conducción política del poder económico" y fue ignorado con un potente silencio.
El segundo publicado 5.28 horas después, en cambio, en tono de humor con referencia a la mulita y los silobolsas , tuvo amplia difusión en esos medios de comunicación, obviamente para aumentar aún más –si eso es posible- la tirria contra ella, el kirchnerismo y cualquier cosa que comience con la letra K.
Recién tres días después hubo una decisión de qué hacer con ese primer tuit. Y la resolución fue utilizarlo para insistir con la estrategia de dividir el frente político que gobierna, con el objetivo explícito de que Alberto Fernández rompa con su vicepresidenta.
Ese tiempo transcurrido y esa decisión mediática ratifica el contenido fundamental del artículo en cuestión: quiénes son los dos miembros del establishment que ejercen la conducción política del poder económico.
La tapa de Clarín del miércoles pasado fue la orden de largada para encolumnar al resto, que obediente y con eco afinado repitió esa línea editorial.
Con muy pocas excepciones en el dispositivo de medios dominantes, los análisis no incluyeron la discusión acerca del poder económico, su responsabilidad en las sucesivas crisis de los últimos 40 años, la oposición a modelos económicos de desarrollo con inclusión social y, fundamentalmente, no se mencionaron a los dos protagonistas principales: Techint y Clarín.
Deducción
Como CFK no precisó a quienes se refería al final del tuit con la convocatoria "para entender y no equivocarse", lo que se puede deducir con evidencias es que el tema de las corporaciones le parece más importante que las especulaciones políticas. Puede ser que le interesó "la discusión teórica" sobre las corporaciones, como escribió Guido Carelli Lynch en una crónica en Clarín.
Ese interés se comprueba recorriendo su cuenta de Twitter y viendo que la intervención anterior había sido un retuit de uno de la periodista y escritora María Seoane. El comienzo de ese tuit dice: "Periodistas: 'ser independiente del poder' no lo es solo del poder político sino también de las corporaciones…".
Otra pista para deducir cuál fue la motivación de CFK es recordar la presentación del libro "Sinceramente", en el predio de la Sociedad Rural cuando, con Alberto Fernández sentado en primera fila, rescató la figura de José Ber Gelbard.
En ese encuentro , cuando todavía no se había anunciado la fórmula ganadora de las elecciones presidenciales, propuso "un contrato social que involucre a todos: empresarios, dirigentes sindicales, un ciudadano que es operario, cooperativistas, una persona que tenga un plan de trabajo". Para agregar que "es necesario que todos pongamos el esfuerzo".
En su discurso hizo particular hincapié en el sector empresario al sostener que "hacen falta dirigentes empresarios que piensen la economía como instrumento de desarrollo del país y no solamente personal". Señaló que "para que una empresa sea más grande tienen que ganar todos y comer todos, si no es muy difícil". En esa instancia, recordó a Gelbard a quien calificó como "el último gran empresario".
Puede ser que la realidad de los hechos sea más aburrida y menos estruendosa que las crispadas especulaciones políticas.
Burguesía
La pirotécnica política de estos días desplazó entonces el debate central: cómo transitar el camino del desarrollo nacional, como ha intentado en varias oportunidades el peronismo en el poder, sin el sujeto económico privado dinámico del capitalismo: la burguesía, que teniendo en cuenta su recorrido en la economía argentina puede definirse como fallida .
Mario Rapoport, economista e historiador, ha explicado en más de una oportunidad que la debilidad de la burguesía nacional tiene su raíz en componentes históricos cuando la elección del librecambio se impuso en el momento de la conformación de la Argentina moderna, dejando una marca que aún conserva un considerable poder ideológico.
En ese entonces los intereses y grupos de poder hegemónicos durante la denominada Organización Nacional impusieron al liberalismo económico como la piedra angular del progreso argentino.
Rapoport precisa que de ese modo se desechó la posibilidad de un desarrollo económico integral mediante la protección de la industria local y, de esta manera, las clases dominantes argentinas rechazaron el camino proteccionista que, por el contrario, fue adoptado por países como Estados Unidos y Australia, y prefirieron un país para pocos ligado a la producción primaria.
Esto se traduce en conductas rentísticas, ya sea proveniente del campo o de recursos naturales no renovables.
Empresarios
Un dato periodístico que colabora para una mejor comprensión de la identificación de los grupos Techint y Clarín como conducción política del poder económica es precisar dónde surgió esa caracterización.
No fue del mundo de la política, ni del oficialismo ni de la oposición, de otros periodistas, sindicalistas, sociólogos o economistas. Surgió del interior del mundo empresario.
Algunos hombres de negocios están cansados de ser arrastrados a disputas políticas por cuestiones que tienen que ver exclusivamente con intereses de esos dos grupos económicos. Esto no significa que tengan divergencias ideológicas o de modelo económico. Lo que sucede es que algunos ya no quieren participar de batallas políticas permanentes, pero por miedo o por respeto excesivo callan en reuniones de AEA, del Foro de Convergencia Empresarial o de la UIA.
Los empresarios también temen una tapa del diario o una campaña en contra liderada por Clarín. Y otros prefieren el silencio por los abusos de la posición dominante que ejerce Techint en el mercado de laminados de acero (Ternium), que tiene aranceles de protección de la competencia extranjera (en especial de China), cuya consecuencia son precios elevados de ese insumo clave, los cuales padecen automotrices, fabricantes de productos de línea blanca o constructores de desarrollos inmobiliarios.
Tensiones
El escenario del Día de la Independencia, en la Quinta de Olivos, fue una foto, el disparador para identificar por primera vez a esos dos conglomerados como la conducción política del poder económico, lo que quedó demostrado en estos días.
La explicación oficial de esa puesta en escena es que el objetivo era mostrar el acompañamiento de todo el poder político representado por los 24 gobernadores, del G-6 de cámaras del establishment como el rostro del poder económico y de los trabajadores de la CGT. Una exhibición de poder ante una derecha desbocada, que convocaba a banderazos anticuarentena y que estaba lanzada a debilitar el gobierno de Alberto Fernández diciendo que se estaba quedando solo.
Plantear que esa foto era incompleta e insuficiente, puesto que no se puede confiar en que el establishment acompañe un proyecto de desarrollo nacional, cuestión que no debería sorprender, no significa que no exista el G-6 o los grandes empresarios y, por lo tanto, que el gobierno no tenga que dialogar con ellos .
Pero ampliar los participantes de esa foto, con otras representaciones sindicales y otros sujetos económicos (pymes, economía popular, emprendedores, empresas recuperadas) hubiese sido también un mensaje político hacia el establishment y la sociedad.
Las ausencias de pymes y de otras representaciones sindicales fueron reconocidas luego por el presidente Alberto Fernández. Y su convocatoria a construir otro capitalismo, solidario e inclusivo, es la película que ofrece ante la instantánea del 9 de Julio.
Vicentin
La reacción inmediata de las cámaras empresarias del establishment ante la propuesta de expropiación de Vicentin es un ejemplo contundente del papel de conducción política de Techint y Clarín. También es la prueba de la carencia de la vocación de ser partícipes de un proyecto de desarrollo nacional; por el contrario, refleja en forma abierta que son jugadores activos para combatirlo.
Los tres primeros acontecimientos que iniciaron esa confrontación con el gobierno de Alberto Fernández fueron los siguientes:
1. El decreto de prohibición de despidos. Techint fue el primero que lo desafió, provocando que Fernández, sin mencionar la empresa, dijera que son "unos miserables".
2. La propuesta de fijar un aporte extraordinario a las personas muy ricas.
3. La oferta de canje de deuda en default virtual.
El rescate de Vicentin es la más reciente bandera de combate del establishment contra el gobierno.
El Foro de Convergencia Empresarial y AEA, dominados por esos dos grupos, difundieron sendos comunicados muy críticos de la iniciativa del gobierno. La UIA también elaboró uno no tan duro pero igual fue de rechazo, lo que tampoco satisfizo a Techint y por eso apuntó contra su presidente, Miguel Acevedo, por tibio y puso bajo tensión la Junta Directiva de la entidad industrial.
El caso Vicentin, con la promoción de la movilización de sectores medios y altos urbanos a una marcha de rechazo y el despliegue de una campaña fake news sobre la predisposición expropiadora de Fernández, tiene una faceta impúdica: la conducción política del poder económico lidera la defensa de un grupo empresario acusado de vaciamiento, desvíos de activos, fuga de capitales, subfacturación de exportaciones, comercialización de parte de la cosecha en negro, triangulación de operación con firmas offshore, fraude financiero y ocultamiento del último balance.
La impunidad para defender semejante desfalco, que involucra a bancos internacionales y hasta al brazo financiero para el sector privado del Banco Mundial (la CFI), tiene un motivo estructural: bloquear la posibilidad de intervención del Estado en el negocio agropecuario exportador, sector estratégico de la economía y generador de rentas muy elevadas.
No sólo es salir al cruce de que el Estado pueda actuar como empresa testigo y diseñar una planificación estratégica de los mercados de cereales y cambiario, lo que dejaría al descubierto el comportamiento irregular de los participantes de esa actividad en materia impositiva, cambiaria y de comercio exterior, sino que busca frenar uno de los eslabones del proyecto de desarrollo nacional que propone Fernández.
El Estado vía YPF Agro incorporando los activos de Vicentin estaría dando el primer paso del modelo que impulsa el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que consiste en crear clusters de desarrollo en el sector primario para sumar valor agregado a la producción, generar un encadenamiento de servicios asociado al sector, impulsando la innovación con investigación tecnológica y una salida exportadora con ingresos de más dólares que los conseguidos sólo con despachos de materias primas sin procesar.
YPF con el petróleo, YPG Agro en el sector clave de la generación de divisas y una eventual YPF minería, en la extracción y producción del litio, sería uno de los lados del cuadrante del modelo de crecimiento y desarrollo que postula el gobierno.
En el conflicto abierto por Vicentin es donde aparece sin maquillaje el rostro de la conducción política del poder económico, que no sólo no está comprometido sino que combate la construcción del sendero para el desarrollo nacional.