Los líderes europeos extendieron al domingo su maratónica negociación sobre el plan para reconstruir sus economías tras la pandemia, al no lograr, en las dos primeras jornadas, levantar las reservas de los Países Bajos y sus socios "frugales". "El plenario del Consejo Europeo terminó. El presidente [Charles Michel] lo reunirá de nuevo mañana al mediodía", anunció poco antes de la medianoche del sábado su vocero, Barend Leyts, al término de una cena de trabajo de los mandatarios.

Los esfuerzos de Michel se centraron el sábado especialmente en convencer con nuevas propuestas a las naciones que defienden un mayor rigor fiscal --Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia--, después de que el viernes dejaran claras sus exigencias. "Nos estamos enfrentando a Países Bajos y a otros países dichos 'frugales' que no comparten la necesidad de una respuesta tan consistente", había advertido en la tarde el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, 31 horas después del inicio de la cumbre.

Las diferencias son sobre el monto total del plan de 750.000 millones de euros (840.000 millones de dólares) basado en la emisión de deuda común, su reparto entre subvenciones (medio billón) y préstamos (250.000 millones) y las condiciones de acceso.

Una primera modificación de plan de Michel, desvelada en la mañana, mantuvo el monto del fondo, pero 50.000 millones de las ayudas pasaron a ser préstamos. "Es necesario reducir [más] los subsidios", reclamó el dirigente austríaco Sebastian Kurz.

Para tranquilizar a los países del sur como España e Italia, más castigados por la pandemia, el nuevo plan propuso reforzar las subvenciones destinadas a superar la crisis hasta los 325.000 millones, reduciendo la partida consagrada a programas europeos. España, según fuentes de su delegación, vio "positiva" la propuesta porque mantiene el volumen total del fondo y refuerza el instrumento para la recuperación, pero reconoció que "la gobernanza [del fondo] sigue siendo un obstáculo".

La discusión del viernes ya había terminado al filo de la medianoche sin acuerdo, sobre todo por las exigencias sobre el control del fondo del primer ministro holandés, Mark Rutte, para quien los beneficiarios deberían hacer "reformas" como del mercado laboral.