A 200 kilómetros de la capital salteña, en el departamento Anta, en el límite con la provincia de Jujuy, el Parque Nacional El Rey se prepara por estos días para retomar las visitas de turistas. El pasado 24 de junio cumplió 72 años y es la excusa para esta nota, para recordar su pasado, y su presente. En sus 44.162 hectáreas contiene muestras de las ecorregiones de Yungas y Chaco Seco.
Si se va de visita, se pueden llegar a ver cosas como la que muestra este video que filmó el trabajador Federico Ponce:
"El área protegida y sus entornos, tanto por la provincia de Jujuy como por la de Salta, ofrece a sus visitantes la posibilidad de proyectar una convivencia armoniosa en el terreno. Tener la posibilidad de avistar fauna solamente compartiendo y respetando los espacios es una gran oferta del Parque Nacional El Rey", proponen, invitan, las autoridades del Parque. Dicen que visitarlo ayuda a "entender el ciclo del agua y su impacto sobre la diversidad de la selva y el beneficio para las comunidades vecinas" y ofrece también "la posibilidad de incorporar conocimientos de diversas fuentes sobre el uso y costumbres que tuvo el territorio en donde está inserto". Es la oferta para cuando reabra sus puertas, una vez que el Comité Operativo de Emergencia de Las Lajitas autorice el protocolo elaborado por las autoridades de El Rey, cuyo intendente es el guardarque Eloy López.
En el comunicado de su aniversario, la administración del Parque, el primero del norte argentino, señaló la amenaza de los desmontes que rodean al área protegida. “Hay un efecto, un concepto que se está usando mucho en los parques que es el efecto isla, o aislamiento, alrededor del entorno de las áreas protegidas hay desmonte, hay producción extensiva, hay mucha ganadería. En el caso del Parque El Rey, hay ganadería, también hay granos”, explicó López. Para graficar, dijo que en una vista satelital, el área protegida “es un puntito verde y alrededor todos (los campos que la rodean) parecen canchas de fútbol”.
“Ese efecto genera ese aislamiento de un lugar", como que quienes tienen fincas y campos en torno a un área protegida interpretan que solo por existir "el Parque Nacional ya está, cumple su función", pero, advirtió López, "los animales no pueden vivir solo dentro del Parque”, y entonces se hace necesario que "tengan la posibilidad de conectarse por corredores biológicos, grandes franjas de monte, un lugar donde puedan caminar y que no estén en peligro, a eso se refiere con lo de las amenazas. Que cualquier área protegida aislada no cumpliría con su objetivo, que es la conservación”.
Añadió que por eso siempre están tratando de trabajar con los gobiernos municipales y provinciales "para generar redes de vínculos con las áreas protegidas, lugares protegidos, lugares que tengan algún grado de protección para garantizar eso, que haya una conectividad, que haya corredores biológicos, conexión entre las áreas protegidas para que los animales, si son de gran desplazamiento, como el tapir, los chanchos, las corzuelas, los felinos", puedan andar sin correr riesgos. "La estrategia sería: entre las jurisdicciones, conectar las áreas protegidas; con las organizaciones, tratar de acordar lugares de protección, ya sea si hay creencias, cuestiones de espiritualidad, lugares sagrados que no tengan mucha perturbación, que no se generen grandes disturbios en esos lugares y convivir con la naturaleza”.
El intendente dijo que “es posible” hacer estos corredores biológicos, si se planifica, "si hay voluntad política, y si esa normativa baja a las comunidades". Como ejemplo, planteó que si un yaguaraté (este era hábitat del animal, pero ya no quedan aquí) hace daño a la economía de las familias rurales cazando vacas, que "el estado con las comunidades tengan la posibilidad de proyectar algo para mejorar esa situación, por ejemplo, de generar corrales comunitarios con boyero eléctrico, de mejorar las pasturas”, algo que beneficie tanto al yaguareté como la hacienda de la gente y que “no se resuelva solo matando al animal”.
Ya hay proyectos de corredores biológicos. Hay uno entre el Parque Nacional Calilegua y el Parque El Rey, a través de la serranía de Santa Bárbara, “que conecta justo las dos áreas protegidas”. “La voluntad de los gobiernos está, pero todavía no hay nada formalizado”, sostuvo López. Hay otro proyecto de corredor entre Calilegua y el Parque Nacional Baritú, “que también se va trabajando con las comunidades, con los municipios”, pero tampoco se formalizó nada todavía. Asimismo, la "Reserva de la Biosfera de las Yungas es un espacio posible, pero no funciona siempre con la misma energía de sus integrantes".
El último yaguareté y el cedro histórico
En el área protegida del Parque El Rey ya no quedan yaguaretés. “El último yaguareté dicen que lo mataron en el 70 y pico, 79, 80”, lo mató el tigrero Guillermo Alsogaray, relató López. Como provocaban pérdidas económicas cazando vacas, los hacendados pagaban para que se los cazara, "y la gente se convertía en especialista". El más mentado fue Alsogaray, cuyos descedientes todavía viven en esa zona y muchos de ellos se convirtieron en los primeros guardaparques del Parque El Rey.
La historia de este Parque cuenta un poco la historia de esta región, de la colonización española y de la constitución del país, y también habla de la persistencia de ciertas formas de ver la naturaleza, como el extractivismo.
El área estuvo ocupada por grupos indígenas agricultores. En el Parque se encontraron materiales arqueológicos, piezas cerámicas grises y naranja, con asas de motivos zoomorfos y hachas de piedra pulida. Todavía hoy, en toda esta región habitan comunidades indígenas descendientes de esos grupos, afirma Emilio Daniel Lombardo en su tesis de grado, "Una antropología crítica del presente. Sobre las políticas del ambiente, los espacios y las especies protegidas en la provincia de Salta", en la que narra también el proceso de desalojo de campesinos que hubo con la creación del Parque.
La finca El Rey fue levantada por adelantados españoles. En el Siglo XVIII fue uno de los fuertes de la frontera oriental de Salta y Jujuy, por entonces bajo dependencia del Virreinato del Alto Perú. Lombardo afirma que la finca fue adjudicada en 1767, por Merced Real, al coronel Fernández Cornejo y Rendón, que ese año había expulsado a los jesuitas.
"Se decía que había un rey entre la gente que había llegado cuando la colonia española. Se estima que era un representante del rey de España. Dicen que venían con carretas con oro, con muchas riquezas, y ahí surge la estancia El Rey", relató López. El primer casco estaba a la entrada de lo que hoy es el Parque, sobre la actual ruta provincial 20. La finca o estancia se dedicaba a la ganadera y a la explotación forestal.
En 1946 o 1947, en el marco del auge extractor maderero, se talaron tres grandes cedros, entre ellos el denominado "cedro histórico", el más grande de los tres. Su tronco fue labrado y enviado, vía tren, a una exposición en Buenos Aires. Dice la leyenda que Perón lo vio ahí y que eso, más pedidos que había recibido para que parara la destrucción del monte, lo determinaron a disponer la expropiación de la finca con destino de Parque Nacional.
Esa expropiación se dispuso mediante el decreto 18.800, del 24 de junio de 1948. El lugar se menciona ahí como El Rey o Concepción, entonces "de propiedad de Miguel Antonio Martínez, Francisco Pérez Muñoz, Luis Osías Chapire, José Marche Jure, Roberto Pedro López Lanzi y José Coloma Giménes". Entre las razones para convertirla en área protegida el decreto describía: estas tierras “reúnen excepcionales condiciones de conservación de la flora y la fauna indígenas, que requieren la protección del Estado para evitar su desaparición y por tratarse de uno de los últimos lugares de la región que mantiene sus condiciones naturales de virginidad”. “Es urgente adoptar las medidas de protección necesarias en salvaguarda de su flora y fauna pues se ha iniciado una explotación forestal que destruirá todo lo existente”, advertía uno de sus párrafos finales.
La creación del Parque tiene la particularidad de que la ley provincial de cesión de estas tierras al gobierno nacional se dictó dos años después del decreto de creación. También se destaca que fue promulgada por el único gobernador obrero que tuvo Salta, Carlos Xamena. La cesión se hizo por Ley provincial Nº 1215. En la norma se destaca que la cesión es con el fin "de incorporar la finca en el sistema previsto por Ley 12.103, para formación de un parque nacional".