Al ganar su vigésimo tercer título de Grand Slam, la tenista Serena Williams estaba embarazada. En el último Mundial de Fútbol Femenino, Estados Unidos se consagró ganador luego de adaptar su entrenamiento al ciclo menstrual de las jugadoras. En Londres, Kira Gandhi corrió una maratón practicando sangrado libre. Los cuerpos de las mujeres son cíclicos y cambiantes, lo cual sin duda incide en su relación con el deporte. Sin embargo, estas singularidades no suelen contemplarse en las diferentes disciplinas, afectando no solo su rendimiento físico sino la manera en que las deportistas se relacionan con su cuerpo.
La brecha física en los deportes tiene un fuerte componente cultural que supone que los varones son buenos para estos mientras que a las mujeres les asignan otras cualidades. “Siendo deportista mujer sabés todos los impedimentos que tenés pero pocas veces te parás a reflexionar sobre la relación con el cuerpo. En mi caso pienso todo el tiempo qué hubiese pasado si hubiera tenido el mismo estímulo temprano que un varón, cómo hubiera influido en mi práctica futbolística. En ese sentido es fundamental la creación de espacios mixtos desde la infancia”, cuenta Luciana Bacci, jugadora de fútbol de la primera división de Racing.
El cuerpo es la principal herramienta en los deportes de contacto: sobre ésta, impactan los golpes y las desigualdades. Bárbara Rivero lo sabe: ella es boxeadora desde hace nueve años y afirma que, más allá de la biología, hay algo milenario en el rol asignado a las mujeres por lo cual les cuesta el doble llegar a los mismos lugares que los varones. “Lo que nosotras estamos intentando es girar un poco la rueda y que se cambien algunas cosas. Los clubes no pueden seguir respondiendo al mismo modelo milenario cuando hubo un cambio radical de época”.
Uno de los factores principales que influye en los cambios hormonales de las mujeres en edad fértil es el ciclo menstrual. Cada una de sus cuatro fases repercute de manera diferente en la fuerza, la velocidad y hasta la posibilidad de sufrir lesiones. Sin embargo, el tabú que se sostiene alrededor del tema hizo que durante años no se la tuviera en cuenta a la hora de planificar la actividad física. Recién este año, luego de la victoria de Estados Unidos en el mundial de Francia, el Chelsea se convirtió en el primer equipo profesional en adaptar el entrenamiento de las jugadoras a su ciclo menstrual.
La ausencia de menstruación puede ser un indicador un problema fisiológico. Como explica Vilma Rosciszewski, ginecóloga especialista en adolescentes, muchas jóvenes que realizan entrenamientos de alto rendimiento tienen un peso menor al que les corresponde. Esto, sumado al estrés, aumenta la hormona del cortisol y cambia los pulsos cerebrales, lo que puede derivar en períodos de amenorrea –ausencia de menstruación– y aumentar la posibilidad de tener osteoporosis. Al conjunto de estos tres factores (amenorrea, anorexia y osteoporosis) se lo conoce como tríada de la atleta femenina.
“Hay que empezar a contemplar estos factores", remarca Rivero. "¿Por qué no tener en la federación una endocrinóloga para controlar las cuestiones hormonales? ¿Por qué la federación no se puede hacer cargo de los tests de embarazo que nos hacemos todas las boxeadoras antes de las peleas? La amenorrea es algo común en los deportes con categorías porque te conviene competir en las categorías de menor peso dentro de los márgenes saludables. Entonces entrenás mucho, descansás poco y estás todo el tiempo pesándote. Es fundamental tener en cuenta el metabolismo de las mujeres, porque si no parece que te hacen un espacio pero siguen sin contemplar tus necesidades”, agrega la boxeadora.
Si los deportes están atravesados por lo físico y lo cultural, la economía también afecta en un ámbito donde las mujeres no solo deben luchar por el reconocimiento profesional, tratos igualitarios y salarios acordes, sino que muchas veces también se enfrentan a que la maternidad sea un impedimento para su carrera. En ese sentido la AFA dio un salto cualitativo en materia de derechos cuando, en octubre del año pasado, estableció que las futbolistas que suspendan sus actividades por embarazo deberán seguir recibiendo honorarios por parte del club hasta que puedan reanudar las prácticas.
“La maternidad influye totalmente en la vida de una futbolista, no solo porque te perdés los entrenamientos sino porque también a muchas compañeras se les hace difícil pedir que les cuiden a los hijos para ir a jugar al fútbol", comenta Bacci. "A esto se suma que las tareas de cuidados no están repartidas equitativamente. Hace poco la AFA reconoció que las mujeres embarazadas deben seguir cobrando su sueldo, pero incluso así ser futbolista mujer es poco redituable. Aún hay muchas cuestiones que no se contemplan en esa ampliación de derechos”, agrega la jugadora de la Academia.
Para generar un deporte feminista no es suficiente incluir mujeres. Es fundamental concebirlas de manera integral visibilizando sus necesidades, respetando sus formas y cuestionando los estereotipos de género que recaen sobre ellas. Solo así se podrá formar un ambiente más igualitarios donde las diferencias no supongan jerarquías y quede en claro que ningún cuerpo es una isla.
* Por Dalia Cybel