El viernes, en conferencia de prensa, el Presidente dialogó con los gobernadores. En ningún momento informó sobre políticas sanitarias “federales” para equipar de recursos necesarios a las provincias para enfrentar la pandemia, que ya se “federalizó”. Las grandes desigualdades de cobertura y calidad de los servicios de Salud entre el centro del país, Capital y provincia de Buenos Aires y el resto son evidentes y alarmantes. La salud pública de Argentina, a pesar de la desfinanciación continua realizada por gobiernos neoliberales, parece mantener una cierta cobertura y calidad relativa, comparada con otros países de América Latina, pero muy estratificada regionalmente.
El gobierno nacional eligió la vida por encima de los intereses del “mercado”, reforzó políticas de contención a aquellos que se quedaron sin trabajo a través de diversos subsidios y también a los empresarios para pagar sueldos, tomando medidas de contención vinculadas con la prohibición de despidos, desalojos de alquileres, entre otros. También, con su comité de expertos de alta calificación, demostró atacar la pandemia con criterios científicos y epidemiológicos, en oposición a los que priorizaron el mercado o la política del rebaño, como el caso de USA o Brasil. Sin embargo, creo que faltó una política estratégica federal, que se podría haber subsanado con otro Comité Científico que representara la complejidad del país y sus provincias.
Los primeros focos de contagio son los grandes conglomerados urbanos más cosmopolitas, pegan primero en los grupos globalizados y de recursos y luego a los más pobres y vulnerables. Como lo afirma Sunetra Gupta, epidemióloga de Oxford, lo que consiguió la cuarentena en las áreas metropolitanas fue “detener la diseminación de la epidemia” en esas zonas y también en áreas más rurales, “fuera de las grandes metrópolis”. Aunque agrega que lo que sucederá es que luego habrá rebrotes “en zonas no tan bien conectadas, en contraste con las áreas metropolitanas”. También el retardo de la cuarentena en los grandes aglomerados tiene otros beneficios: tiempo necesario para la producción de insumos médicos nacionales, avances en tratamientos más efectivos,desarrollo de laboratorios de testeos locales, centros para procesar plasma, etcétera. Pero en este tiempo no hemos visto la provisión de insumos básicos y equipamiento en las provincias menos provistas.
En el primer aspecto, la política de Ciencia y Técnica desarrollada por el gobierno nacional ha sido ejemplar. Rápidamente ha financiado proyectos de desarrollos científicos y tecnológicos en centros de investigación -la mayoría del CONICET radicados en universidades públicas- asociados con empresas que los puedan producir masivamente y ponerlos en el mercado. Sin embargo, la política sanitaria federal fue muy débil y reproduce el centralismo inveterado de este país. Me referiré a algunas cuestiones para demostrar lo aquí planteado.
1. Provisión de insumos médicos básicos para la pandemia: Este es uno de los rubros más importantes a la hora de salvar vidas. Se nos dijo que hacíamos cuarentena no solo para achatar la curva sino también para equipar a los hospitales. Sin bien hubo de parte de la Nación provisión de respiradores, no sabemos si son acordes a las necesidades, tampoco si recibimos vestimenta acorde para trabajadores de la salud, en relación a las necesidades reales.
El gobierno nacional construyó 12 hospitales de campaña en tiempo record, 9 se instalaron en la provincia de Buenos Aires y el resto en tres provincias. Había leído que estos hospitales se podían armar y desarmar y pensé que era bueno para cuando llegara al resto del país la pandemia, pero el Presidente informó que se quedarían para siempre en esas localidades. ¿Y el federalismo donde está?
Aquí en Salta, se sabe por los médicos, no por información gubernamental, que la cantidad de camas de terapia intensiva con respiradores son muy escasas en la ciudad capital y ni que hablar de las localidades del interior y que, rápidamente estarían colapsadas. Por ejemplo, se supo, porque se activó un foco de contagio en Tartagal y Orán, zonas limítrofes con Bolivia, que en los hospitales de mayor complejidad de la zona hay apenas 12 respiradores.
En Jujuy están hoy los hospitales ya colapsados, el Hospital San Roque y el Pablo Soria, y ahora derivan los enfermos al hospital de Palpalá. Esto luego de apenas dos semanas de circulación comunitaria. El gobernador de Jujuy, en conversaciones con el Presidente, informó que gracias al apoyo de Córdoba llegarían cuatro especialistas en cuidados intensivos. ¿No se podía acaso prever estas falencias? Doloroso y alarmante.
Otras cuestiones de orden federal. Los repatriados, que vinieron en avión tuvieron políticas que los trajeron de vuelta, y para los trabajadores golondrinas internos, los más pobres de entre los pobres, los que tienen que dejar sus casas y su pueblo para conseguir el sustento, que son miles, no hubo ninguna política de relocalización. ¿Qué paso con la Nación y las provincias?, ¿acaso no saben que es un problema de vida o muerte?
En la conferencia del viernes, el Presidente no informó acerca de ese plan que el ministro de Salud dice que cumplirá, “que realizará una distribución de forma rápida y equitativa de acuerdo a los casos detectados, con el objetivo de fortalecer los sistemas de salud provinciales”.
Lo que hemos visto en esa conferencia nos hace colegir que los problemas provinciales son de los gobernadores y no de la Nación y lo único que hay que hacer es “quedarse en casa”.
El gobierno de la provincia de Salta se abstiene también de informar sobre sus planes. La necesaria información de las previsiones y provisiones es fundamental. Ni que hablar de la desinformación de los medios de prensa porteños sobre el resto del país.
Veamos algunos de los problemas de la carencia de una política sanitaria federal para la Pandemia.
1. En lo que respecta a las cuarentenas nacionales, los salteños estuvimos 100 días aproximadamente en la fase uno (sin circulación comunitaria del virus), explicándonos que no era sólo para cuidarnos sino para equipar los servicios de Salud. Sabemos que eso no sucedió en la medida de las necesidades reales. Ahora que ya el virus circula en conglomerado y aumentan los casos todos los días (ayer la Nación informó de 23), y que las decisiones están “federalizadas” resulta que el gobernador no volvió a Fase 1, ampliando el horario de los restaurantes y bares y evaluando permitir los partidos de fútbol. Incluso autorizó la Procesión de la Virgen del Perpetuo Socorro (sólo en auto o a caballo). La razón de la sinrazón.
También el gobierno nacional ha tenido que sufrir la embestida de los que se oponen a la cuarentena, han salido a la calle apropiándose de los símbolos patrios para manifestarse en contra. Usando la palabra despectiva de “infectidura”, se rasgan las vestiduras los liberales y defensores del individualismo, cuando justamente se trata de proteger a los individuos para no morir.
2. Planificación estratégica para detectar los posibles focos y prevenir. A pesar de los importantes esfuerzos realizados por la política nacional, en lo que hace a equipamiento e insumos necesarios, esta se circunscribió a apoyar al AMBA y a la provincia de Buenos Aires. La política provincial salteña sigue el mismo patrón centralista, solo provisión a la ciudad capital Salta y en menor medida a algunas otras ciudades como Güemes. ¿A las autoridades del gobierno nacional y provincial no se les ocurrió juntar especialistas para desarrollar políticas sanitarias basadas en la planificación estratégica (es decir adelantarse a los hechos a partir de ciertas premisas), que prevengan focos de contagio no necesariamente vinculados con la densidad de los grandes aglomerados, y que permitan proveerlos de recursos?
Por ejemplo, veamos algunas: a. El virus puede entrar de a pie, por tierra, además de por avión, sobre todo en las fronteras terrestres más activas y porosas como lo es, por ejemplo, el largo territorio que colinda con Bolivia en el Noroeste del país y, por lo tanto, hay que, además de controlar la circulación, equipar de recursos humanos y médicos a los hospitales de la zona. No sucedió. En estos momentos los departamentos San Martín y Orán (con áreas limítrofes a Bolivia) tienen contagios, y sin hospitales equipados.
b. Tener en cuenta las empresas generalmente multinacionales que tienen trabajadores de otros países, para controlar su movilidad con hisopados. No se hizo. En la mina de Olacapato y en otras de la Cordillera de los Andes hay salteños contagiados, por contactos con trabajadores chilenos, y cero infraestructura médica.
c. Tener en cuenta aquellas localizaciones que son nudos de flujos de transporte de carga, sobre todo de alimentos, y que aunque no tengan alta densidad de población, sí tienen alta peligrosidad de contagios. Como el caso de la ciudad de Güemes en la provincia de Salta, o Perico en la provincia de Jujuy -el centro más grande de distribución de frutas y verduras del norte del país-. Ambas localidades sin ningún equipamiento acorde con su condición de riesgo y en este momento con contagios. No se les ocurrió a ninguna jurisdicción ni nacional, ni provincial equipar esas localidades.
Es cierto que la administración de la crisis de la pandemia requiere de una serie de medidas muy complejas, que no son fáciles de implementar de la noche a la mañana, como lo ha demostrado la improvisación de muchas ciudades capitales europeas que se creen los más desarrolladas, inteligentes y capaces del mundo, pero nosotros tuvimos tiempo.
Qué lejos están los fundamentos que Ramón Carrillo, ministro de Salud en la primera presidencia de Perón, quien propuso e instituyó para enfrentar la desnutrición y otras enfermedades endémicas: un Sistema Nacional de Salud Pública gratuito con el objetivo, entre otros, “de mejorar las diferencias interjurisdiccionales entre el centro y las provincias, tender a la igualdad y enfrentar el problema, a partir del acceso a la salud de toda la población y particularmente la sin recursos”.
Estamos a tiempo de revertir la situación. Es urgente y necesario que los gobernadores, en forma conjunta con el Gobierno Nacional, como se hizo para Capital Federal, el AMBA y provincia de Buenos Aires, equipen de los recursos necesarios para enfrentar la pandemia de los ya contagiados, al resto de las provincias. Sobre todo aquellas que ya, desde hace mucho años poseen una Salud Pública desfinanciada, deteriorada, estratificada, segmentada y con escasa cobertura en las zonas más vulnerables.
*Doctora en Antropología, Profesora Emérita, Universidad Nacional de Salta, Argentina.