La familia de Nadia Benítez, víctima de femicidio en 2017, reclamó -junto a organizaciones- en los Tribunales locales que la Cámara Penal confirme la prisión perpetua de quien era su pareja, Federico Aranda. A fines de noviembre pasado, los jueces Román Lanzón, Ismael Manfrín y Mariano Aliau descartaron la teoría del suicidio o accidente, que planteó la defensa del acusado, y habló del flagelo cultural de la violencia machista. 

En el juicio del año pasado, lo primero que hizo el tribunal fue trasladarse a la vivienda de Pasaje Einstein al 5700, en barrio Ludueña, en cuyo patio fue encontrado el cuerpo de Nadia, tenía 32 años. La madrugada del 6 de febrero de 2017, la mujer terminó con lesiones en el cráneo y el rostro.  Aranda estaba allí en supuesto estado de shock. Fue él quien al principio habló de un presunto suicidio. Dijo que se había precipitado desde el primer piso de la vivienda. Sin embargo, desde los primeros hasta los últimos peritos dudaron de esa teoría. No coincidía la trayectoria (desde la ventana de la planta alta) con el cuerpo en el suelo. 

El fiscal Adrián Spelta acusó a Aranda del delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y por femicidio", y planteó en su teoría del caso que todo comenzó con una discusión, que ató a un historial de violencia que arrojó la investigación. "Fueron a cenar a la casa de unas amigas. Allí hubo una conversación que no le gustó y enojó a Aranda, por lo que se fue y al rato volvió a buscar a Nadia. Sabemos que llegaron a la casa, sacaron el auto de la hermana de Nadia de la cochera, ingresaron el de ellos, siguieron peleando, subieron, tomaron cerveza, tuvieron relaciones y luego Nadia le mandó el último mensaje a su amiga: 'Federico es un pelotudo'". Seis minutos después estaba muerta.

Quienes aquel día hicieron retumbar el grito de "Nadia Benítez, presente, ahora y siempre", esperan que hoy el tribunal de Alzada "tenga la misma persepectiva de género" que llevó a la condena.