Unas fotos disparan el deseo de cruzar a las islas. El paraíso natural más cercano en estos tiempos pandémicos. En las fotos de Nacho se ve un grupo de amigos acampando y caminando en las playas de arena ampliadas por la bajante. Terrenos antes destinados a la navegación en kayaks o canoas ahora ganados al caminante. Expedicionarios a la búsqueda de restos fósiles que quizás solo encuentren objetos plásticos de nuestra llamada civilización. Una fila india de jóvenes que estuvieron aislados y encerrados durante la cuarentena y ahora disfrutan a pleno sol de la arena, la compañía, el canto de los pájaros, hacen de la vida un picnic. Esto transmitía las fotos.

La destrucción del paisaje natural genera campos para la Agricultura y ganadería y ciudades. El último refugio que nos queda dentro de Rosario de esta naturaleza real es el Río Paraná y el Saladillo. El arroyo Ludueña fue entubado y lo han matado.

Cuando camino por Oroño veo que tampoco les bastó con la destrucción de la naturaleza sino que también vivimos sobre las ruinas de otras construcciones. Colocaron unas fotos en el Boulevard que nos recuerdan, a los paseantes, el antiguo esplendor de los Palacetes y las casonas de las grandes familias. Ahora se apilan pequeños departamentos sobre esas ruinas.

En otras ciudades se han resguardado un pequeño bosque ahora convertido en Parque. Un bello recuerdo como esas fotos de calle Oroño, un suvenir del pasado.

Quemar los pastizales es seguir imponiendo los métodos destructivos para ganarle a la naturaleza y perdemos todes.

Ahora que está históricamente bajo el Río Paraná y que deambular por las islas se puede hacer caminando por sus riachos secos como lo veo en esas fotos. Ahora que mucha de la flora está seca producto de la falta de lluvia, los ganaderos consideran “ideal” provocar un incendio y que todo arda, así cuando se apague crecerá la pastura fresca y tierna para que sus vacas se alimenten sin haber gastado un centavo.

--Sólo un fueguito, nadie se acuerda nunca de las islas, total vuelve a crecer, no sé por qué exageran los ecologistas —eso piensan, en billetes.

Las represas son otro instrumento de dominio, el deseo de controlar las aguas, convertirlas en energía, distribuirla y venderla. Algunos dicen que no es solo la falta de lluvia lo que produce esta bajante. Inventan enemigos, le echan la culpa a Brasil, a Paraguay.

Por suerte aún no puede controlarse la lluvia, aunque existen teorías. Pronto caerá, como la pasión y devolverá esa voluptuosidad al litoral. Apagará esos focos provocados, sanará los aromas pero no podrá resucitar a la fauna.

Aquí las lluvias no se convierten en huracanes ni en sudestadas. Una lluvia serena y constante que les enseñe a los hombres que hay cosas que todavía no puede controlar. El agua revive el brillo del verde.

Abro el paraguas, otro invento para evitar el contacto con lo natural y salgo a caminar prometiéndome cruzar el río ni bien se pueda. Nadando sería ideal, sumergirme en sus aguas, ser arrastrada por su corriente. ¿Sería capaz de mantenerme a flote? Practicaría así todo lo aprendido en la pileta del club. Internarme en aguas salvajes, con el roce de los peces. Navegar en la incertidumbre de sus aguas pardas.

Hablando con Nacho sobre las fotos me cuenta la historia de la Isla de los Mástiles:

"Hola, hermosa. Te cuento que la isla que bordeamos y recorrimos por dentro se llama Isla de los Mástiles, un nombre que delata su origen en una historia maravillosa. En el '43 chocaron dos barcos, encallando. La chata (o barcaza) 'Plaza Libertad' ya estaba varada desde el 6 de Octubre, y dos días después el petrolero argentino 'Presidente Figueroa Alcorta', perteneciente a la flota de YPF, la embistió. Con el tiempo esa obstrucción a un margen del cauce fue reteniendo arena y otros tipos de sedimentos. Acumulando, anclada al lecho, fue creciendo hasta formarse esa gran isla, que por último vio enterrarse las puntas de sus mástiles hasta taparlos por completo. Allí guarda su génesis, en el fondo de todo. ¡Alguna vez vayamos! Te mando un abrazo y un beso".

Y tira por tierra mi teoría sobre la destrucción provocada por el hombre porque esa isla es una isla que nació de un accidente. Un barco es una máquina creada para almacenar, transportar. Y en ese caso la naturaleza fue adueñándose, lo fue sepultando hasta hacerlo desaparecer y convertirlo en un paisaje natural.

*con la colaboración de Nacho Estepario.