El cine y la arquitectura son disciplinas vecinas: existe una gran tradición de películas sobre arquitectos famosos, obras memorables o espacios específicos, y también sucede que las trayectorias de muchos arquitectos derivan hacia el audiovisual. Desde 2012 existe un proyecto que conecta esos dos mundos: el cineclub del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU).

El ciclo programado por el docente y realizador Ezequiel Hilbert –de la mano de Vera Blitstein como nexo en el consejo– se propone abordar la arquitectura a través de diversas producciones cinematográficas (documentales y ficciones). En contexto de pandemia, el cineclub migrará desde el auditorio hacia la virtualidad y la primera función será el viernes 24 de julio a las 19. Método Livingston podrá verse gratis desde el canal oficial de YouTube (/cpauorg). La entrada a todas las funciones es libre y gratuita, aunque algunas requieren inscripción previa.

En diálogo con Página/12, Hilbert cuenta que al principio eran ciclos temáticos de cuatro películas, pero en estos años el proyecto fue creciendo y hoy ya cuenta con un sólido círculo de adeptos, tanto arquitectos matriculados como público general. “El espíritu del cineclub entiende que detrás de la arquitectura, las construcciones y el desarrollo de las ciudades siempre hay una historia. Muchas películas se ocuparon de mostrar eso: a veces de forma directa como en el caso de los documentales biográficos sobre arquitectos, y otras de manera tangencial como aquellas realizaciones en las que una ciudad o un edificio atraviesan la trama. A lo largo del ciclo fui encontrando todo tipo de expresiones y descubrí que el audiovisual es un muy bien vehículo para comunicar la arquitectura”, comenta.

Todas las películas del catálogo cuentan con autorización de sus realizadores y los espacios de debate posteriores ya son un clásico entre los asistentes. El programador destaca que esos encuentros –tanto presenciales como virtuales si se trata de directores extranjeros– son muy enriquecedores porque los espectadores crean su propio temario y orientan el debate hacia lugares impensados. “Recuerdo cuando vino Martín Oesterheld a presentar su película La multitud; ahí se dio una situación muy interesante entre todos los que fueron a la proyección. A veces los debates posteriores te dejan pensando alguna cosa y generan un clima que está buenísimo”.

Muchos de los films programados en estos años no estaban disponibles en nuestro idioma y, según destaca Hilbert, ese es uno de los rasgos más valiosos del cineclub: “Yo traduje y subtitulé unas quince películas más o menos. Son producciones que me interesaba incluir pero no estaban disponibles en castellano, entonces lo que hacía muchas veces era intercambiar los derechos de reproducción por la traducción y el subtitulado desde el CPAU. Esa es una característica del cineclub: muchas películas que formaron parte de nuestro catálogo no se encuentran en ningún otro lado realmente”.

El ciclo abre con Método Livingston (2019), documental de Sofía Mora que aborda la figura de Rodolfo Livingston, arquitecto exitoso aunque ignorado por el statu quo, polemista infatigable, bon vivant de la vieja escuela y santo hereje de la Cuba castrista. En este diario se definió el trabajo de Mora como un “retrato en movimiento” y “documental de personaje”, ya que la figura de Livingston funciona como centro gravitacional del relato. “El hecho de que esta película se presente en el marco del CPAU resulta interesante porque, debido a su método tan original, Rodolfo siempre estuvo al margen de estos esquemas”, agrega Hilbert.

El viernes 7 de agosto será el turno de Tudo é projeto (2017), documental dirigido por Joana Mendes da Rocha y Patricia Rubano en torno a la figura de otro arquitecto: el brasileño Paulo Mendes, cuya obra es muy prestigiosa entre sus colegas. “La película tiene un costado muy humano porque la realizadora es su propia hija. Esto ya se llevó a cabo en varios documentales sobre arquitectos hechos por hijos o familiares, y es un género muy lindo porque las trayectorias profesionales se cruzan con lo biográfico”, apunta el director.

Mundo Salamone (2015) está programada para el viernes 21 de agosto y es una producción del propio Hilbert, quien hace más de una década se obsesionó con la obra de Francisco Salamone a partir de una nota que Juan Forn escribió en Radar sobre la exposición fotográfica de Esteban Pastorino. “La verdad es que me obsesioné con Salamone: doy un seminario que es un hit, el cupo se llena a las 24 horas y no puedo creerlo. ‘El misterio de la piedra líquida’ fue la nota que yo leí para hacerme salamónico hace como quince años”, recuerda.

La obra del arquitecto está rodeada de un halo misterioso y, entre tanto mito, la idea de Hilbert era llegar directo a las fuentes. No fue fácil. Cuenta que debió esperar cuatro años para entrevistar al estadounidense Edward Shaw (redescubridor de su obra), y tuvo que insistir bastante para que sus hijas aceptaran participar del proyecto. “Ahora le quemo la gorra a la gente que le interesa Salamone porque mis amigos ya no quieren escucharme más”, dice.

La programación cierra el viernes 4 de septiembre con Puerto Madero I y II (2017), de Jorge Gaggero, quien lidera en el CPAU el espacio Moderna Buenos Aires dedicado a difundir la arquitectura y el urbanismo porteños. “Uno ve Puerto Madero y se imagina todo menos lo que realmente fue el espíritu de ese proyecto –señala Hilbert–. Moderna Buenos Aires tiene una producción súper rica e interesante”. Además, habrá un programa especial de exhibición de material fílmico previo a 1960 a cargo de Sonia Sasiain, y está prevista para más adelante Precise Poetry (2014), documental de Belinda Rukschcio sobre la obra y el compromiso social de la arquitecta Lina Bo Bardi, quien una vez dijo: “Soy arquitecta, ¡rompo muros!”.

Cuando se le consulta por los públicos, Hilbert declara: “Las pelis que pasamos en el cineclub son relatos interesantes. En nuestro catálogo siempre hay algo del orden de lo humano: lo espacial, lo específico de la disciplina y esa estética tan estilizada siempre se cruza con lo humano. También hay una suerte de arquitectofilia, mucha gente es fan de los arquitectos como personajes, de sus métodos, sus modos de trabajo o sus temperamentos. Entonces siempre hay una historia y me parece que eso va mucho más allá del interés particular por lo arquitectónico”.

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