Gus Ozán nació en Bahía Blanca, se crió en Mar del Plata y finalmente echó anclas en Ushuaia tras unos intervalos por Córdoba. Sin embargo, las canciones de su flamante disco solista Canciones de protesta terminaron de cerrarse en Buenos Aires no por decisión propia, sino por la pandemia. Las alarmas por la covid-19 lo agarraron en Florianópolis y antes de llegar a Tierra del Fuego debió acuarentenar en Capital, donde le dio los últimos pespuntes a su décimo álbum.
"En un momento en el que todos sacan singles, editar en formato disco es, de por sí, una protesta", reivindica el cancionista fueguino respecto al nombre de su reciente trabajo, más atento al fondo artístico de su obra que a la vicisitud coyuntural del coronavirus. "Una canción va agarrada de la otra con la intención de contar una historia en un momento particular de mi vida, así que no tenía sentido publicarlas por separado."
A lo largo de media hora, por estas Canciones de protesta flota la melancolía del Beagle cuando un barco se aleja de las orillas ushuaienses o cae la tarde en un cielo anaranjado. Como buen habitante de una ciudad portuaria, Ozán admite influencias de destinos diversos ("de los llorones ingleses de los ’80, como Bowie, The Smiths o The Cure, a cancioneros argentinos como Adrián Cayetano Paoletti"), aunque todo condensado en el propio amarradero: el del rock fueguino que el músico y cronista Martín Gunter releva y da entidad en el homónimo portal web.
La situación de aislamiento no es novedad para quien habita, justamente, una isla como la de Tierra del Fuego, compartida por Argentina y Chile. Según Ozán, antes de la pandemia había en la escena local un repunte tras varios años de cierre de lugares, agudizado además por el entorno meteorológico: "Acá es imposible hacer eventos al aire libre por el clima; eso te corta la mitad de las posibilidades".
"En una época, el entretenimiento para los pibes eran la música o el fútbol: o salías a jugar a la pelota o aprendías un instrumento. Para mi generación eso fue muy fuerte, por eso muchos lo tomamos con gran seriedad", sostiene. Habla de los tiempos en los que Ushuaia era una capital-pueblo: "La gente que salía, lo hacía para tomar algo en las fondas. Los bares eran casitas de chapa o de madera".
Como en un principio no había caminos marcados en la música, Gus delineó su propia huella: desde un proyecto homenaje a Los Beatles (The Pickles) a la banda reggae Jahyas, pasando por grupos punks. El recorrido lo fue llevando a su sonido actual, un pop electroacústico de factura solista. O algo así: "No me gustan las etiquetas, sino las canciones… porque lo lindo de la canción es que no tiene forma, sino espíritu".
Quizás fue el eclecticismo lo que lo llevó a desprenderse de los estilos. O sus múltiples habilidades: guitarra, bajo, saxo, batería, teclados, samples. "¡Lo aprendí todo solo! Y soy zurdo. ¿Será por eso?", se pregunta. Ozán además es maestro mayor de obras y labura en proyectos de arquitectura. A su modo, su periplo musical también es una cruza de vectores y recursos armonizados en un plano.
"Tierra del Fuego me inspira cien por ciento. Es un hermoso lugar para vivir. Voy a la montaña y me dejo envolver por el silencio de la nieve, que es muy especial e impresionante. Y todavía lo trato de descifrar. Es como cuando vas a una playa y flasheás con el sonido del mar", banca Gus. El año pasado, casi como una excepción, tuvo un breve desembarco en Buenos Aires para grabar un EP de tres canciones por invitación de Ale Schuster, de Viva Elástico. "Lo conocí en Ushuaia y la propuesta fue genial, porque soy muy fan de la banda. También participaron Pablo Krantz y Martín Robbio, así que todo un lujo".
El porteñocentrismo hace suponer que todo músico del interior ambiciona mudarse, tocar y trascender en Capital Federal. "En mis inicios tenía la re fantasía. Incluso grababa mis discos en cualquier calidad y se los mandaba a los sellos por encomienda. ¡Qué inocente", se ríe Ozán. "Ahora, cuando voy, no me banco más de una semana. Ya no tengo esos sueños. Solo me conformo con tener oyentes reales, gente viva que escuche mi música. Buenos Aires tiene la mira en Mendoza, sus bandas y su escena. ¡Pero cuando vean lo que hay en Tierra del Fuego, se van a volver locos!"