Llegaron las vacaciones de invierno y los artistas se organizan. Especialmente los que quieren llegar al corazón de chicas y chicos. Y en eso andan Javier Herrero y Alejandro Carroll, quienes se convierten en Janko y Lele para dar vida a Mundo Arlequín, y entretener a los más chicos con su nuevo trabajo: ZoomBando, un espectáculo “en vivo” por Zoom, con juegos musicales, teatrales y algunas sorpresas, que podrá verse hoy jueves y el 30 de julio, a las 18, en el marco del Konex para chicos.
“Es una manera de acercar a los chicos a que vean otra realidad dentro de lo virtual”: así describe la iniciativa Lele, al tiempo que asegura que la actuación a través de una pantalla supone una etapa de redescubrimiento. “La adrenalina del vivo no se pierde, sino que se genera más. A lo largo de tantos años de estar recorriendo escuelas, teatros, centros culturales, y escenarios chicos y grandes, vas teniendo una experiencia que hace que no te pongas nervioso antes de la función, pero con esto fue como un volver a empezar. Aunque estés en el living de tu casa, solo, se genera un cierto pánico escénico de decir 'Tengo que salir'. Y esos miedos tienen que ver con cosas que no dependen de vos y que no te sucederían en un teatro, como el hecho de que se te corte internet”, confiesa.
Veinte años de trayectoria unen a ambos artistas, que forman parte de la Compañía de Teatro El Juglar y que construyeron un estilo que combina el teatro con la música y los títeres. Y hoy, como todas y todos, se reinventan. “El uso de Zoom fue una medida obligada para poder seguir trabajando y seguir en contacto con nuestro público. Así, empezamos animando cumpleaños en mayo y los llamamos 'Zoomples'. Ahí fuimos probando distintas rutinas, viendo cuáles eran las que mejor funcionaban, y con esa experiencia logramos crear un espectáculo específico para esta plataforma. Sabemos que no es lo mismo estar arriba de un escenario que estar detrás de una pantalla, pero esta es la mejor manera que encontramos para poder hacer algo en vivo, y seguir en contacto con los chicos y las chicas”, continúa Lele, quien anticipa que en el espectáculo se estrenarán nuevos personajes.
El desembarco de los artistas en las plataformas digitales resignifica también los contratos con el público. Y la tarea de captar la atención del espectador a la distancia requiere de estrategias especiales, que implican una reinvención. “El desafío fue generar un contenido que los chicos no estuvieran acostumbrados a ver normalmente”, señala por su parte Janko. “Nuestra idea es generar interacción, que tengan que respondernos y que sientan que son protagonistas del juego, y no espectadores viendo una obra con una cuarta pared. Por eso pensamos qué podíamos brindarles para que no se distraigan y para tenerlos muy atentos, siendo que son de una generación súper estimulada por lo tecnológico. Los años de trayectoria te dan ese entrenamiento de saber cómo cautivar a los niños y a las niñas”.
La experiencia de un “escenario” virtual es todo un hallazgo para el grupo, acostumbrado a recorrer todo tipo de espacios y circuitos teatrales. “El teatro te da las posibilidades de adaptarte a la situación que estás viviendo, como cuando hacemos teatro callejero. Y el hecho de que esta obra sea en vivo genera una proximidad con el público. Fuimos reinventándonos y le encontramos el gustito a hacer lo que hacemos desde casa”, sostiene Lele.
“Pasamos por varios estadios. En mi caso, encontré la manera de poder sacarle el jugo a este momento para, más allá de adaptarme, poder disfrutarlo. Y estamos contentos con el resultado. Si bien en Zoom no está el calor de la gente, podés ver la reacción del público en todas las pantallitas”, revela Janko.
La habilidad de adaptación no es algo nuevo para Mundo Arlequín, un grupo que surgió en 1999 y se desarrolló haciendo arte callejero a la gorra en las temporadas de verano de Valeria del Mar, Cariló y Pinamar, mucho antes de llegar a los escenarios de la Usina del Arte, Tecnópolis y el Lollapalooza. “Nuestro trabajo se fue potenciando”, dice al respecto Lele, aunque el éxito en escenarios más grandes nunca les hizo abandonar el juego y la espontaneidad de la creación a cielo abierto.
“Es un compromiso social que nos genera una satisfacción muy grande”, señala Janko sobre la decisión de volver a sus orígenes cada verano. “Nosotros nacimos en el teatro callejero y tenemos ese idioma de hablarles a las personas cara a cara, porque en la calle no hay cuarta pared. Cuando hacemos el espectáculo callejero hay mucha improvisación y captamos lo que va sucediendo. Y cuando empezamos a hacer funciones en salas, nos adaptamos a esa situación pero sin perder esa chispa de estar en contacto con el público, y ver qué sucede ahí y hacerlo interactuar. Hay un ida y vuelta muy grande, y eso es lo que nos caracteriza”.