Con un evento en redes sociales, Catamarca celebra los 50 años de “El poncho”, una fiesta en la que convive la poética de los maestros del folklore con los tejidos considerados entre los mejores del mundo. Una trama que, en los últimos años, aportó beneficios colaterales: ayudó a recuperar una especie en extinción como la vicuña silvestre que aporta fibra para el tejido artesanal. Las fotografías de tejidos laboreados y de vicuñas en silvestría, forman parte de la galería de imágenes que en estos días oficia de homenaje al evento.

“Hoy ‘El poncho’, cumple 50 años”, dice la diputada catamarqueña Natalia Ponferrada, en relación a la fiesta que tiene carácter Nacional e Internacional: La Fiesta del Poncho. “Una de las más importantes en su tipo, porque valoriza la artesanía de alta calidad”, confirma el investigador Juan Carlos Fiorillo, quien en 2019 presentó allí sus libros de historia del folklore.

En éste atípico 2020, “El poncho” se preparaba para un gran despliegue en sus diez días de festivales y ferias. Pero, pandemia mediante, se trasladó a un formato virtual. “Decidimos compartir fotos o videos de otros años para mantener la tradición, recordando y comentando anécdotas a partir de imágenes que sube la gente en las redes”, explica Ponferrada sobre la iniciativa: “Desafío Poncho”.

La propuesta está on line a través de Facebook e Instagram. Se comparte con el hastag: #DesafioPoncho. Resulta interesante para acceder no solo a la variedad de colores y tejidos que ofrecen las artesanas catamarqueñas, también para saber cómo obtienen sus hilos de la fibra de vicuña, que es la estrella, a través del ‘chaku’. Esta técnica de esquila, ancestral, permitió recuperar la especie que estaba en extinción, y hoy le aporta al evento un aura sustentable.

“Es la fiesta de invierno más gran de Argentina”, confirma Ponferrada, y explica: “No solo porque dura diez días sino por lo que ofrece. Hoy quedan otras dos grandes fiestas: Cosquín, que también dura diez días, pero no tiene oferta artesanal. Aunque lo que trasciende es el festival, que es maravilloso, la infraestructura para artesanías es mínima. La otra gran feria de artesanías es Colón, es importante pero no tiene la artística”.

“Trabaja mucha gente en la fiesta, y el movimiento de dinero que implica se ve claramente, para mucha gente en la feria está la diferencia”, explica la diputada. El evento ya es un nicho de mercado, donde participan artesanos de toda la zona, incluso de Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. Y ese es uno de sus secretos: conjugar la música y el baile, con artesanías de calidad.

El tejido de la historia

Fiorillo, detalla que en 1966 el gobernador Armando Navarro la instituye por considerar al tejido como una de las industrias regionales más lograda. “Porque todo se hace como un reconocimiento a los tejidos catamarqueños”, explica. Las artesanas del noroeste atesoran ese saber y lo transmiten por generaciones. “De hecho –cuenta Fiorillo a Página/12-, se cuenta que la primera vez que se exportan tejidos a Europa, estaban hechos en Catamarca. Pero el barco iba a Inglaterra y es atacado por piratas, y ellos se quedan con el tesoro de los tejidos”.

Esa calidad de trabajo fue lo que llevó a un ingeniero textil, a poner una escuela en 1950, para perfeccionarlo. Fue el español Jose Alcobert quien impulsó la tejeduría domestica catamarqueña, explica Fiorillo. “Le sumo los parámetros para hacer prendas de calidad y fue una revolución que le dio fama mundial a esos tejidos, hoy llega gente de distintos lugares del mundo a comprar alfombras catamarqueñas”, señala.

“Los ponchos más característicos son de vicuña –agrega Ponferrada--, tienen una confección fina y laboriosa, hacerlos lleva entre 8 y 12 meses, el arte es el hilado y se teje en telar de cuatro patas, telar criollo”. Pero destaca que también se venden “tejidos de llama, de lana de oveja y algo de alpaca”.

La fiesta y su feria

La Fiesta del Poncho ya hace años que tiene casa propia, el predio ferial en la ciudad de Catamarca. “Pero su primera casa fue La Manzana de Turismo, con los años fue creciendo y comenzó a extenderse a las calles de la manzana, cortando el tránsito”, recuerda Ponferrada. “Se traslada a otros lugares que le siguen quedando chicos hasta que en el predio alcanza la madurez, eso le permite crecer y afianzarse”. Esta será la cuarta vez que no se haga, por cuestiones ajenas a la fiesta, ya que en dictadura “no se hizo por tres años” explica la funcionaria.

En 2001 el evento ingresa a la categoría de Feria Internacional, luego logra su Marca País. Y llega a convocar a más de 700 artesanos, “el corazón de la fiesta” dicen. “Es que hilanderas y tejedoras de la provincia son la esencia de la fiesta, de hecho, dos pabellones de feria llevan nombre de tejedoras: Peregrina Zárate y Adalcira Flores”.

“El complejo donde se hace es una maravilla –aporta Fiorillo--, con exposiciones de todo tipo, pero enfocadas en el valor de los tejidos, los ponchos, las alfombras, sin duda es la provincia más importante en este sentido. Su feria de artesanías es un orgullo para el país”.

El investigador, cuya especialidad es el folklore, advierte: “No porque haya música estamos hablando de folklore, pero esta fiesta es muy importante justamente por su raíz folklórica, que parte de una iniciativa de producción, el tejido; se hizo para valorizar el tejido y exhibirlo. Empezando por los tejidos de Belén, ya que las tejedoras belenistas son un emblema de los telares argentinos y todo lo que se muestra es artesanal y es de calidad. Después viene lo demás, la música, los que cantan, todo lo demás”, ironiza, y sonríe.


El festival de música popular

El festival empezó en un espacio para 400 personas. Hoy se hace en un espacio cerrado -la fiesta es en invierno-, con capacidad para 8000 personas. Allí se disfruta la música y el baile, dice Ponferrada, donde “la danza del zuri” concentra la atención. “Es un baile que simula el cortejo del zuri, el ñandú –detalla la funcionaria-, en una danza con movimientos de la hembra y el macho, muy colorido y muy lindo de ver porque el juego de las alas se hace con ponchos. Hay mucha chacarera también y se incorporan en los últimos años la vidala y la copla”.

Su artística es ideal para amantes del folklore. “Porque nace con esa tradición – recuerda Fiorillo- la fiesta empieza en 1967 y el primer festival tuvo la conducción de Abel Figueroa y actuaban el Chúcaro y Norma Viola, Los Chalchaleros, los Cantores de Quilla Huasi, Las voces blancas, los más famosos de aquel momento”.

“Queremos que siga creciendo -- dice Ponferrada -- y generando espacios innovadores, sin perder la identidad”. La gastronomía local suma a productores y completa un recorrido que lleva al visitante por diferentes rutas temáticas: especias, oliva, dulces, confituras, vino, con las propuestas turísticas de cada municipio, destaca la diputada provincial y sobrina nieta del poeta catamarqueño: Juan Oscar Ponferrada, autor del poema “Algarrobo algarrobal”.

Laguna Blanca

A unas cinco horas de la ciudad de Catamarca está Laguna Blanca, donde se produce uno de los mejores hilos de la provincia. “Laguna Blanca, tuvo tres ponchos ganadores en los últimos años –explica Natalia Ponferrada--, porque el manejo del animal, se ve en el tejido”. Las tejedoras catamarqueñas trabajan fibra de vicuña en silvestría. Como fue una especie en extinción, varios programas asistieron a las comunidades rurales, para utilizar técnicas ancestrales de manejo, obtener la fibra, y devolver a la región sus típicas manadas de vicuñas silvestres. Así se recupera ‘el chaku’. “Es una práctica ancestral, a través de una rueda de personas se agrupa a las vicuñas. Las esquilan y las sueltan --explica la funcionaria--. Es una práctica de las comunidades y ellos convocan y generan mesas comunitarias donde se distribuye la fibra, con apoyo provincial”.

Todos los datos de “El poncho” en Efemérides

La Fiesta Nacional del Poncho nace en 1967, dicen las “Efemérides folklóricas”, del investigador del folklore Juan Carlos Fiorillo. Y una de las hacedoras -- cuenta Fiorillo -- fue la gran artesana doña Aldecira del Carmen Flores de Andrada nacida en Tinogasta, y declarada en Cosquín artesana vitalicia, antes de su muerte en 2012”. Sobre la fiesta rescata que en 1969 se registra el tema La chaya del poncho, dedicado a la Fiesta, por parte de Selva Gijena “famosa cantora catamarqueña radicada en Buenos Aires” apunta. Y agrega: “En los ‘70 se registra la canción oficial Zamba para mi poncho, de Rene Vargas Vera con letra de Luis Alberto ‘KiKe’ Sánchez Vera, el titiretero”.

Los datos son de las Efemérides Folklóricas Argentinas, una publicación de tres tomos --el último esta en librerías--, con investigaciones de Fiorillo sobre los hechos más importantes del folklore: “son datos diarios –dice-, desde el nacimiento de una canción a la biografía de autores, interpretes o compositores”. También habla de los artesanos, los domadores, los bailarines folkóricos. “Fue una búsqueda tremenda, sobre todo para los bailarines –recuerda el autor--, pero era necesario, si no parece que el único bailarín es “El Chúcaro”, me pareció que no podía ser, que tenían que estar, investigué mucho, fue un laburo tremendo, no me quiero ni acordar (risas), pero ahí están”.