“Al pasar veo al hombre mayor pateando al masculino que estaba tirado en el piso y escucho un nuevo disparo, el tercero”. Un colectivero que pasó por el lugar donde murió Franco Martín Moreyra, complicó la situación de Jorge Adolfo Ríos, el jubilado que baleó a uno de los jóvenes que entraron a su casa, en Quilmes, con fines de robo. El relato del testigo refuerza la idea de que Moreyra ya no representaba un peligro para la vida de Ríos, quien podría haberlo retenido en el lugar y llamar al 911 para que lo detuvieran.
Consultada por Página/12, la abogada de Correpi María del Carmen Verdú, señaló que fue “un asesinato al estilo del ingeniero (Horacio) Santos”, quien en 1990 persiguió y mato a dos ladrones que le habían roba el estéreo de su auto. Otros dos abogados de derechos humanos coincidieron en que “lo de Ríos no fue legítima defensa”.
El testigo que declaró en la causa es un colectivero de la línea 257 que pasó por el lugar de los hechos en un Fiat Uno, cuya imagen aparece en el video incorporado a la causa. El testigo vio que Moreyra permanecía tirado en el piso, tomándose con las manos el pecho, sin poder levantarse, mientras Ríos estaba de pie, a su lado, con el arma, una pistola 9 milímetros en las manos.
El colectivero se presentó a declarar en forma espontánea en la comisaría novena de Quilmes. Dijo que se hizo presente ante la repercusión mediática del caso, ocurrido el viernes pasado cerca de las cinco de la mañana.
En la esquina de Acha y Ayola, vio pasar corriendo a dos de los jóvenes que habían ingresado a la casa de Ríos. Minutos después volvió a pasar por la misma esquina y fue entonces que vio “a una persona de contextura física morruda, pelo bien corto vistiendo una campera de color crema”, datos que coinciden con las imágenes del video.
Agregó que “el sujeto se tomaba del pecho con sus manos y estaba encorvado, por lo que me detengo y me coloco a la par y le pregunto si se encontraba bien, si necesitaba ayuda”, sin recibir respuesta alguna.
“En ese momento es que veo por el espejo retrovisor de mi vehículo, que desde atrás ya se encontraba una persona mayor quien poseía en su mano un arma de fuego”. En forma casi simultánea escucha “un disparo de arma y enseguida escucho un segundo disparo".
Ante tal situación, aceleró su vehículo para alejarse del lugar “hasta llegar a la calle Irala donde doy la vuelta en U y vuelvo a pasar por donde estaba este hombre armado”. Dijo haber dudado entre bajarse o no del Fiat Uno, porque no comprendía lo que estaba pasando y si era necesaria su intervención.
En esa segunda recorrida por la misma calle fue que observó que el hombre mayor “estaba pateando al masculino que estaba en el piso y ante mis nervios sigo sin parar pero a baja velocidad, y en ese instante escucho un nuevo disparo, siendo el tercero”.
El colectivero recorrió unos cincuenta metros y se detuvo. Allí vio salir de una vivienda “a una mujer y un hombre los cuales algo me gritaban”. La pareja, que son vecinos de Ríos, declaró en la causa que el jubilado estaba “como ido”, con la pistola 9 milímetros en la mano. El colectivero aclaró que no se presentó a declarar ese mismo día porque temía que “luego me fueran a buscar a mí”, ya que pensaba que el hombre armado podía luego buscarlo a él por lo que había presenciado. Cuando se enteró por los medios lo que había sucedido, decidió prestar tetimonio.
En el informe preliminar de la autopsia, los forenses de la Morgue Judicial de Expeleta dijeron que Moreyra recibió dos balazos, uno en el pecho (el testigo declaró que la persona que estaba en el piso se tomaba esa parte del cuerpo) y el otro en la región abdominal, que fue el que provocó la muerte.
En la causa se dice que Ríos hizo al menos seis disparos, dos de los cuales impactaron en el cuerpo de Moreyra. El colectivero dijo que escuchó tres disparos. Lo que se trata de establecer ahora, es si Ríos “remató” al ladrón herido en el pecho. Expertos en derecho penal, señalaron que esto puede derivar en “homicidio agravado por alevosía”, teniendo en cuenta que Moreyra no estaba armado, ni ofrecía resistencia.
Por otra parte, se informó que hubo una nueva detención y ya son tres los jóvenes detenidos que integraban el grupo de cinco que ingresó a la casa de Ríos, a quien amenazaron con un destornillador. Queda un solo prófugo. Fuentes del Ministerio de Seguridad negaron que uno de los detenidos, Claudio Nicolás Dohmier Cuello, haya sido liberado a partir del hábeas corpus que permitió la salida de varios presos para evitar contagios masivos de covid-19 en las cárceles. El joven que estaba preso desde 2018, salió en libertad el 13 de abril, por el beneficio de la libertad asistida.