La revolución conservadora de Thatcher y Reagan aplicada en Argentina por Martínez de Hoz, durante la dictadura militar, continuada por Menem y Cavallo y desarrollada por Macri consiste en utilizar al Estado para transferir ingresos de las capas medias y los sectores populares hacia los individuos más ricos.
Una disminución de los impuestos pagados por ellos implica una baja de los ingresos fiscales y provoca un déficit presupuestario que debe ser cubierto con un incremento de la deuda que luego será pagada por el conjunto, lo cual significa que los ricos se benefician con la baja de los impuestos pero los sectores medios y populares los pagan en su lugar.
De esta forma se le quita al Estado su rol reparador de la injusticia social asignándole una función depredadora. Desde los trabajos de Keynes, corroborados estadísticamente por Kuznets premio Nobel de Economía en 1971, se sabe que el 10 por ciento de los más ricos consumen una proporción muy baja de su ingreso, mientras el 90 por ciento de la población consume todo lo que gana.
Dicho de otra manera cuando una persona acaudalada obtiene una reducción de sus impuestos y un aumento de su ingreso disponible, como fue el caso de los mas ricos durante en cuatrienio de Macri con la eliminación de la retenciones o la disminución de las tasas progresivas del Impuesto a las Ganancias o a los Bienes Personales, corre al banco a comprar dólares o los fuga.
Por el contrario, una familia de trabajadores en el mismo caso lo usará inmediatamente en comprar productos de primera necesidad y generará un aumento de la demanda que incrementará la actividad económica.
Esta conducta económica de los diferentes sectores sociales explica parte de la recesión provocada por Macri que llevó a un mayor enriquecimiento de los que más tienen y al empobrecimiento de las mayorías, y muestra, si fuere necesario, que este tipo de políticas fiscales son recesivas y terminan no solo imponiendo sufrimientos inauditos a las capas medias y a los sectores populares sino que además provocan la quiebra de las empresas. En términos de largo plazo estas disminuciones de la demanda global, consumo e inversión produjeron desindustrializacion.
En el reciente libro “The Triumph of Injustice” Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, dos profesores en la Universidad de Berkeley, explican las consecuencias de la inequidad de las reformas impositivas de Trump y señalaban en una entrevista con Paul Krugman publicada en el New York Times que la proporción del impuesto respecto al ingreso que pagan las 400 personas más ricas de los Estados Unidos es inferior a la que pagan en promedio los contribuyentes, lo que significa que los ricos pagan una proporción de su ingreso inferior a la de las capas medias.
Inequidad impositiva
Contrariamente a lo que sostienen economistas ortodoxos, las políticas fiscales que tratan de limitar la desigualdad del ingreso en Argentina no son decisiones de corto plazo de corte electoralista o populista, sino que con los otros instrumentos de política económica se orientan a incrementar la eficacia de la economía.
Thomas Piketty en el libro "El capital en el siglo XXI" muestra que en Argentina el 1 por mil de las personas que ganaban más en 1943, alrededor de 4000 familias, recibían el 26 por ciento del PIB y que el porcentaje bajó a su mínimo en 1973 y 1975 al 7,4 por ciento, para volver a remontar al 16,8 por ciento en 2003.
Esto explica que entre 1976 y 2003 el enriquecimiento de los ultrarricos argentinos se tradujo en un incremento patrimonial y no en un aumento de la inversión, como lo afirma la economía ortodoxa, ya que la inversión disminuyó en 14 mediciones anuales durante esos 25 años.
Conviene recordar que durante el periodo 2003-2015 hubo una redistribución positiva del ingreso, ya que el 10 por ciento de la población que percibe los ingresos más bajos pasó de recibir 0,7 por ciento del PIB en 2003 al 2,4 por ciento en 2012, mientras que el 10 por ciento que posee los ingresos más altos pasó de recibir el 39,3 al 28,2 por ciento durante el mismo período.
En el cuarto trimestre 2018, lo que recibían los 10 por ciento más pobres había bajado al 1,6 por ciento del PIB y el 10 por ciento más ricos habían elevado, según el Indec, su participación al 32,3 por ciento; vale decir se había desandado una parte de lo avanzado en materia de equidad económica, y esto se debió al cambio en la política impositiva.
Durante la administración de Macri la baja de los impuestos se hizo aduciendo que éstos sustituían al gasto privado. Esto es falso puesto que nada indica que lo que no se paga como impuesto haya sido invertido, ya que fue ser atesorado o fugado al exterior, como lo muestran las cifras del Banco Central. Por el contrario, provocó una disminución del gasto global y, por ende, condujo a la recesión de los últimos cuatro años.
Las empresas sostiene que se les deben disminuir el Impuesto a las Ganancias porque así se favoreceria la inversión. Esa afirmación es falsa puesto que la teoría económica, ni siquiera la ultraortodoxa, establece una relación entre el impuesto a los beneficios y la inversión de las empresas. En efecto, invierten cuando perciben la posibilidad de aumentar sus beneficios y no porque hayan obtenido ganancias en el pasado.
Equidad fiscal
Se requiere reformar las políticas impositivas neoliberales heredadas de la década de los '90. La crisis mundial causó tantos estragos que las políticas de restricción monetaria han sido progresivamente abandonadas y los economistas han vuelto a estudiar las ideas de Keynes y los políticos a aplicarlas.
Hoy dominan las políticas monetarias expansionistas y heterodoxas aplicadas por las bancas centrales, que aparecen incluso como insuficientes aunque necesarias para reactivar el crecimiento económico.
Para ello es necesario revertir la política impositiva favorable a los ricos. La necesidad de una mayor equidad fiscal es indispensable tanto para acrecentar la eficacia de la estructura impositiva como la del gasto publico.
El principal objetivo del gobierno debe ser tender a lograr una rápida reactivación económica y una distribución del ingreso más justa, indispensable para potenciar la demanda. Esto implica la reinstauración de la equidad fiscal que solo se logra aplicando
La otra veta innovante de la recaudación fiscal es instaurar un impuesto progresivo a las grandes fortunas con una tasa que no debe ser superior a la tasa neta de retorno del capital pero tampoco inferior.
Así como se hizo en Europa terminada la Segunda Guerra Mundial, se puede impulsar un impuesto excepcional de solidaridad nacional a los patrimonios en el exterior de argentinos. Como se sabe, ese patrimonio es superior al PIB y la fuga es una de las causantes de la crisis económica. Una tasa módica aplicada sobre esos capitales permitiría financiar la reactivación económica.
El gobierno debe realizar una tarea ciclópea: bajar rápidamente la pobreza porque es un imperativo categórico para impulsar el crecimiento económico y, a la vez, volver a hacer de la Argentina el faro de América latina.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019.