“Abrazos como salvavidas para náufragos en tierra firme. El amor es uno solo. Sus formas, infinitas”. Con estas líneas empieza “El Tesoro de Gael”, el objeto artístico de construcción “intuitiva” y colectiva que hace algunas semanas, dos de los protagonistas de esta historia compartieron vía Whatsapp con quienes contribuyeron con dibujos y palabras. Entre todos (amigos, colegas y allegados) suavizan la espera prolongadísima de dos padres que no pueden hacer contacto con su hijo y escriben este comunitario mensaje a futuro entre páginas con enanos de jardín, fotomontajes, ilustraciones, poemas y mandalas. Este álbum familiar debió ser archivo de unas vidas y unos afectos determinados. “El libro de Gael” agrupa en clave poética una experiencia de tres adultos (una mujer y dos hombres) que acordaron ser padres al cubo. El resultado, siete años después, es otro. Pasa en las peores familias, se dirá. Aquí se ve agravado por la indefensión en las que se encuentran las filiaciones múltiples. “7 años, como los 7 chacras”. De ser en efecto centros energéticos, los últimos 7 años en la vida de Joaquín y de Nicolás (ambos, 44 años) condensan devastadores recorridos por dependencias judiciales; también, horas y horas de terapias varias.

Nicolás y Joaquín llevan 16 años juntos. Tienen un hijo que se llama Gael, que tiene 7 años y al que, según el relato que la pareja hizo público por primera vez en 2018 en una entrevista radial, su madre monopoliza. Desde 2013, apenas si lo han podido ver. Y desde entonces, además, viven sospechados, investigados y hostigados por su orientación sexual. La excusa de base para todas las sospechas de que han sido objeto parece ser su condición de gays. Nótese que en el origen de esta historia, la voluntad manifiesta de los 3 adultos fue la de paternar juntos y que nada de lo que la madre de Gael esgrime en contra de los dos padres ha podido ser comprobado en sede judicial. La furiosa judicialización de esta historia acoge una inenarrable cantidad de gestiones, trámites, peticiones, causas y abogados.

La administración de Justicia -como en tantísimas experiencias de padre y madre, o de dos madres, o de varios padres o de abuelos o de menores sueltos- se encarga de hacer todo lo imposible por encastrar los lazos. Ahora, además, una comprobación terminante: para ellos, luego de la experiencia vivida en el intento de poder vivir como padres de su hijo, la psicología y Poder Judicial conforman una cadena, con una genética común. 7 años y una recorrido penoso por el Juzgado Civil Nacional número 77: en numerología, múltiples sentidos. Para los astros, una tragedia neptuniana.

EL SUEÑO DE UNA FAMILIA DE AMIGUES 

La historia empieza cuando alrededor de 2012, Joaquín y Nicolás sintieron los primeros deseos de paternar, encendidos por la cercanía con sobrinos e hijos de amigos.

Joaquín: No era algo que hubiésemos hablado, ni tampoco era un estímulo que partía de nuestras familias. Para las parejas homoparentales, en Argentina y en muchos países del mundo, aún hoy es un plan chino armar una familia. Eso fue mejorando. Al principio de nuestra relación vivíamos en Madrid; ahí vimos todo lo que era el matrimonio igualitario con adopción antes de que se legislara acá. 

Nicolás: Decidimos ser padres y decidimos también que queríamos que nuestro hijo tuviera una mamá. Allí fue que una amiga de toda la vida de Joaquín, en una vacaciones, nos dice que ella tendría un hijo con nosotros... Así, directo.

La soltura y el entusiasmo con la que la futura madre de Gael se expresó en ese momento era un indicio tranquilizador. Pero resultó una tranquilidad con fecha de vencimiento. Con el pacto sellado todo parecía ir ocurriendo de un modo amable para los tres. Los tres a consultas médicas, los tres en cenas, los tres compartiendo salidas, viajes y terapeutas. En esos trajines, por consejo de un médico descartaron la fertilización aisitida y optaron por un método de inseminación “casero” con delivery de esperma vía jeringas. Habían planeado que el primer intento se haría con esperma de Joaquín y el siguiente con el de Nicolás hasta que se produjera el embarazo deseado. Al primer intento, la mamá quedó embarazada. Alegría compartida y plan de irse vivir los tres (y después los 4) juntos.

¿Cómo fue el embarazo?

Nicolás: Ella tuvo que dejar su casa y se instaló en la de su madre. No diría que hubo un gran cambio pero al cabo de 6 o 7  meses acordamos finalmente no vivir juntos. Pero todo siguió en un plan idílico. Todos los amigos nos decían: “Pero ¡qué suerte que tienen!… Ser 3 es mejor que ser 2 para un montón de cosas”. No había rastros, no había nada que uno pueda decir “nos la vimos venir”.

¿Eligieron el nombre entre los tres?

Joaquín: Sí. Hablando con una amiga surge el nombre Gael porque justo estábamos hablando de nuestro amigo Gael [Policano Rossi, el escritor y astrólogo conocido en la web como @Astromostra]. Y a la madre le pasó algo parecido: sintió que ese nombre tenía certeza. Eso nos dijo. Hasta en eso coincidimos.

¿Y qué pasó cuando nació Gael?

Joaquín: Nació el 4 de julio de 2013, con el Código Civil anterior. No se puede anotar como hijo de 3 personas. Hablamos con amigos, con abogados y con personas que podían ayudarnos. Muchos nos advertían: “tienen que ir y armar algo; tienen que ir los tres con un escribano y hacer algo”. Otros en cambio nos decían: “¿Ustedes se aman, se quieren?... Sí ¿Los tres? Sí ¿Y confían en cada uno? Sí. Entonces no judicialicen a Gael desde el principio de su vida; cuando tenga 4 años y les diga “Papá, mamá”… se acercan a la Justicia y desde otra fortaleza regularizan su situación”.

Nicolás: Estuvimos presentes en la cesárea y luego en neonatología donde tuvo que estar Gael, los 3 durante 10 días. Nos turnábamos para cuidarlo y quedaron firmados un montón de papeles en donde figuramos los tres padres. Fue un período bastante mágico. Como una burbuja. 

Un hiato burbujeante, porque el bajo peso del bebé los retuvo alimentándolo con una jeringa. 

Nicolás: Era un bebé chiquitín, todo con cables … Pesaba menos de 2 kilos. Engordó y engordó. Salimos de ahí y tal como estaba planeado, ellos se fueron a la casa de la abuela materna y nosotros a la nuestra.

¿El acuerdo entre ustedes era explícito?

Sí. Cuando hay un embarazo, el cuerpo gestante es la geografía. Por más pareja o no, acuerdo o no, es la mujer es la que decide. Y entonces, si ella de golpe dice “Esto no lo necesito”, distinguir entre una necesidad biológica y una cuestión cultural es difícil. Se mezcla mucho. Hay mucha hormona; acá estábamos todos alrededor de un bebé recién nacido con bajo peso. Decidir no vivir juntos no fue problemático. Nos acomodamos. Íbamos a esa casa. Gael creció, pasó el invierno. Fueron cinco meses sin nada extraño; ningún malestar. Lo bañábamos, lo dormíamos, lo paseábamos. Pero sobrevino la tensión. De pronto todo se enrareció.

¿Cómo notaron esa tensión creciente?

De repente o estábamos ahí adentro con las reglas impuestas, o nada. Esa era la orden. Y para nosotros, cada terreno que habíamos ganado era difícil abandonarlo. Ahí nuestras amigas que ya habían pasado por la maternidad nos decían: Banquen, es el puerperio, tranquis…” Bancamos. Charlábamos entre los tres, pero crecían los límites. Cuanto más lográbamos hablar con ella y acordar, más llegaba una contra fuerza energética que parecía frenar eso, hasta que un día nos expulsan de la casa y hasta  tiran algunas cosas nuestras a la calle. Pasaron unos días, y cuando vamos a la casa la mamá de Gael nos recibe con una abogada que nos dice “Ustedes son extraños”. En la cara. A los 10 días, recibimos una carta documento tan violenta que es irreproducible. Por eso, nosotros iniciamos una demanda civil y simultáneamente le empezamos a depositar dinero mensualmente, para que quede clarísima nuestra responsabilidad para con nuestro hijo.

PADRES NON GRATOS

Hay en este aire, aires de una atmósfera homoodiante que no se permitió actuar de cero, como quien otorga permisos transitorios demorando una ejecución final. Una veda definitiva, prearmada. Un plan disimulado con un prólogo amistoso. Denuncias, INADI, Defensoría LGBT, inspecciones ambientales en la casa de la pareja y un niño que quedó inscripto a nombre de su madre y de uno de ellos dos (Joaquín, progenitor): “Los primeros dos años vivimos bajo el miedo, bajo la incomprensión; te sentís culpable, hasta analizás “¿Qué habré dicho, qué fue lo que dije?”. Porque claro, del otro lado no había planteos razonables: había ira e invención; inventaron una historia nueva. Hace 7 años que estamos intentando demostrar que no somos eso que dicen. Y dicen muchas cosas, diferentes y aberrantes. Hoy podemos decir que nos sentimos víctimas de una apropiación materna. Es una apropiación materna de un bebé.

¿Los denunciaron por violencia, abuso…?

Nicolás: No, no hay ninguna denuncia de violencia. La verdad que no quiero ahondar porque es una lista terrible. Pero, para que sepas, entre las denuncias que hicieron en la Fiscalía de la Ciudad como ampliación, hay una en la que se nos acusa de tráfico de niños a Brasil. A ese nivel. Y en otra, se sugiere que ser gay es lo mismo que ser pederasta. Y también contaron la historia increíble de que Joaquín y la mamá eran amantes y que ella jamás había sabido que era gay. Que yo no existía. No se dice directamente pero se sugiere que mi intención de paternar estaría relacionado con la pederastía que se le atribuye a las personas gays como rasgo de base.

Ustedes tenían pruebas suficientes que echan por tierra cada una de las acusaciones.

Joaquín: Por supuesto, lo de los niños al Brasil, desestimado. Nuestra relación de años y nuestra relación con el bebé fue probado con videos, fotos, testigos, toda una historia de vida. Y la fiscal concluyó en un escrito memorable a favor nuestro donde quedó claro que todo esto era un mar de mentiras, cuando se abre causa en el Juzgado civil número 77, se desconoció este fallo. Como si no hubiera existido.  Jamás nos citaron a nosotros, no intervino trabajadora social y el juez ni siquiera conoció a Gael.

Nicolás: Nos acusaron además de suplantación de identidad por querer ampliar con un amparo el documento de identidad de Gael. Esto por querer ponerle un tercer apellido. Cuando querer agregar apellido es agregar más derechos, no quitarle en absoluto. Lo llevaron a la Corte Suprema. Fue rechazado 5 veces. Los dictámenes son memorables, se habla de la necesidad de modificar las leyes en función del bienestar del niño y de las familias. Aún así, la idea es negación total de la familia.

Como parte de esa metodología, también los denunciaron como formando parte de una “secta” a lo que en realidad era una acción artística colectiva, “Actitud peluche”, que comparten con artistas amigos.

Joaquín: Sí. Ellos iban a atacar cualquier cosa que hiciéramos y atacaron eso, un grupo de artistas que problematizamos la identidad, el anonimato y las redes en diferentes soportes y varios espacios. La Justicia investigó durante dos años el trabajo de “Actitud peluche”. Una fiscal de la ciudad le dedicó un año entero a mirar todas las fotos, videos y redes sociales del proyecto. Hizo una devolución muy contundente a nuestro favor, pero años después es como si esa investigación fuera invisible. Se terminó esa denuncia, y el resultado no le importa a nadie.

Fueron pasando los años entre un pleito y otro, y así es que cada nuevo tema hacía imposible el contacto familiar…

Nicolás: Sí. Que el Poder Judicial legitime barbaridades por escrito es tremendo. Todo esto pergeñado por personas que se supone que firmaron un código ético. El sistema permite que se digan cosas tremendas hasta de la vida privada de los abuelos paternos y que eso sea entendido como parte de una contienda. Cualquiera puede decir cualquier cosa. Y así sufrimos todos estos pleitos. Pero cuando se comprueba que todo era falso, ¿qué pasa? Nada. ¿No te parece que decir cualquier cosa tiene que tener efectos? Tiene que traer consecuencias. Con la mamá nos podemos llevar mejor o peor, podrá ser más o menos agresiva, tendrá sus razones o no. Varios espacios terapéuticos para intentar revincularnos fueron dinamitados con mentiras, estrategias judiciales, espacios destinados a sanar fueron usados para meras puestas en escena . Cuando pisás el Palacio de Justicia, todo “el sentido común” desaparece. Entrás en un circuito burocrático y cruel que se mira a sí mismo y se cuida a sí mismo, es ciego y espera a Godot. Por más bandera de la diversidad que cuelguen.

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Muchas de las gestas simbólicas imaginadas en todo este tiempo por Joaquín y Nicolás, ambos comunicadores y artistas, encuentran en los sentidos desplegables del trabajo grupal y el cruce de artistas, la razón plástica de un combate demasiado árido. El perfil de Instagram “El tesoro de Gael” fue el puntapié. Y hace algunos días, por los 7 del niño, compartieron “El cuaderno de Gael”, pensado para invitar a su destinatario y a muchos otros que acaso transiten un estado semejante, a habitar pese a todo la más florida y diversa de las repúblicas posibles. Esto, claro, contrarrestará en un futuro con algunos recorridos institucionales: “Gael va a un colegio católico conservador, muy rígido y dogmático. Descubrimos un montón de cosas que hacían que ese colegio no nos quiera ni recibir”. Nos opusimos a que fuera inscripto en ese colegio. La justicia nos dio la razón. Pero actuó de manera tan lenta que cuando llegó, Gael ya estaba cursando. Era una violencia para nosotros, ordenar que lo sacaran de pronto.

¿Lograron iniciar una revinculación?

Nicolás: Sí, el año pasado, de julio a diciembre y después de un año de causa penal. Gael empezó a ver a Joaquín pero con la cabeza dividida. No se le puede nombrar la palabra “papá”. Es un niño reseteado. El grupo terapéutico pudo hacer algo pero tampoco se pueden romper barreras ancestrales. Sin embargo, se enteró un poco de la verdad pero nadie la pasó bien. Cuando Gael descubrió que tenía el mismo apellido que Joaquín quedó sorprendidísimo. E irrumpió lo real: “Si vos lo querés a él, me van a meter presa a mí” parece decir su madre. Nuestro hijo tiene en la cabeza un montón de contra información. Cuando llegó el momento de que salga de paseo con Joaquín, ella no lo permitió. En enero se fue de vacaciones y más de lo autorizado por el juez: seis semanas. Luego, hubo dos encuentros más, durísimos.

Joaquín: Con mucho rechazo y mucha agresión. De todas formas, el niño estaba contactado. Restaba la revinculación pero llegó la pandemia. Una Defensora de Menores de la Ciudad elaboró un informe letal, que nos ayuda, pero sentimos que esta historia es una amenaza institucional. Hay mucha ignorancia y mucho desconocimiento. Se mueven muchas cosas internas. Estas historias le mueven mucho a cada funcionario que se las cruza. Ahora necesitamos que la revinculación con Joaquín siga y de la mejor manera posible, pero sabemos que esto demorará por lo menos dos años más merced a los tiempos del Juzgado y a los vericuetos que va encontrando la defensa de la madre de Gael.

Nicolás: En una estación anterior de esta odisea, el Estado negó la triple filiación. La madre de Gael fue condenada por impedimento de contacto, no cumplió la probation y todas las instancias judiciales lo saben. El Estado no sabe qué hacer frente a los impunes, frente a los desafiadores de la ley. Mucha lastimadura, mucha historia, mucho aprendizaje. En pandemia ensayamos un desapego porque, por supuesto, nadie manda nada. Nada hace una video llamada o nadie manda fotos. 

 ¿Cómo sigue la vida de un menor cuya narrativa propia fue secuestrada de semejante manera? ¿Vos cuándo lo viste a Gael?

Nicolás: En diciembre fuimos al acto escolar de fin de año. Pero yo no sabía quién era mi hijo. Los nenes hacían de Woody, el personaje de la película “Toy story”, y cuando salieron todos juntos al escenario, yo no sabía quién era porque de algún modo eran todos iguales. Estábamos lejos y con mis padres le preguntamos a Joaquín, que tiene cierta miopía, quién era. Terminamos distinguiéndolo cuando habló y dijo algo en inglés. Fue emocionante y raro, como estar detrás de un vidrio y ser alienígena.

¿Ustedes nunca se presentaron de prepo? ¿Nunca recurrieron a algún método, digamos, directo?

Joaquín: Nunca. Este conflicto lleva 7 años y la actual jueza, Vilma Nora Dias, no nos conoce. Antes hubo 4 jueces subrogantes, con mucho manoseo e ineptitud hasta en Mesa de entradas, donde escuchamos barbaridades. Siempre respetamos con dolor esta historia y siempre supimos que esto implica ser juzgado por los demás por blandos. El libro es la transformación de un dolor en un ritual organizado por el poder artístico. La palabra y el color, en unión, son indestructibles.