La catástrofe sanitaria causada por la acelerada propagación de la covid-19 ha derivado en un colapso económico mundial cuya intensidad no tiene precedentes. Si se hace un repaso de lo acontecido desde que comenzó el gran confinamiento mundial, y de lo que se prevé que acontecerá en las economías más poderosas, el escenario no se presenta precisamente amigable:
* En solo un mes y medio la tasa de desocupación de Estados Unidos trepó de 4,4 a 22,0 por ciento: más de 33 millones de estadounidenses perdieron su empleo.
* El PIB de Estados Unidos se contrajo 4,8 por ciento en el primer trimestre y se prevé un derrumbe de 20 a 30 por ciento para el segundo trimestre.
* La Eurozona y la Republica Popular de China que junto a Estados Unidos representan el 62 por ciento del PIB mundial también estuvieron en ciclos recesivos similares en el primer trimestre, con caídas del 3,8 y 6,8 por ciento, respectivamente.
Estas cifras no poseen precedentes históricos. La caída de 2,7 por ciento del PIB de Estados Unidos en 2009 es leve en comparación a lo que está ocurriendo. Con la Gran Depresión que comenzó con el crac bursátil de septiembre-octubre de 1929, esas cifras comenzaron a verse recién dos años después, es decir, en 1931 cuando Estados Unidos alcanzó un desempleo del 25 por ciento. Ahora solo fue cuestión de meses para alcanzar el 22 por ciento de desempleo.
Además, debe advertirse que casi todos los componentes de la demanda agregada mundial (consumo, inversión, importaciones y exportaciones) están en caída libre y los Estados se aferran a incrementar el gasto público para salvar sus economías. Para ello los países desarrollados se han decidido por políticas monetarias expansivas contracíclicas.
Debate monetario
En Argentina, en cambio, el debate económico sigue reducido al debate monetario aún en plena caída de la actividad económica. Resulta obvio que ante una recesión de proporciones inéditas se requiere de una política monetaria expansiva. Pero el panorama de la economía local ofrece: a) alta inflación en bienes esenciales (demanda inelástica) y b) una moneda nacional débil.
La obsesión por reducir el debate económico todo a una cuestión monetaria termina mal enfocando el asunto. El proceso se da a grandes rasgos de la siguiente manera:
1. La corriente liberal y neoclásica insisten en que la elevada inflación es un fenómeno estrictamente monetario, pero se equivocan: aun congelando la base monetaria, persiste una caída constante de la demanda de dinero; es decir, el peso tiene escasa demanda ya que también es escasa la intención de ahorrar en ellos, porque los pesos se licuan con la inflación. Es decir, en el orden de los hechos, la elevada inflación es previa al fenómeno monetario (caída de la demanda de dinero) y lejos de ser consecuencia de éste, es en realidad su causa primera.
2. Lo mismo ocurre si se lo analiza desde la oferta monetaria: el Estado monetiza el déficit fiscal, aumenta la oferta monetaria de pesos, los cuales además pocos demandan/ahorran. Pero se requiere emitir, ya que se necesita incrementar los ingresos de millones jubilados, pensionados, beneficiarios de AUH, ya que estos ingresos quedan rezagados ante la inflación. De no hacerlo, el consumo interno caería acelerando aún más la recesión. De nuevo, la inflación no es causa de la expansión monetaria sino a la inversa: el Estado se ve obligado a emitir moneda forzado por una inflación ya preexistente.
3. La elevada inflación de la economía argentina país posee un componente monetario pero su origen y consistencia está en la puja distributiva, que comienza en la industria de alimentos para luego extenderse hacia el resto de los sectores económicos.
4. El precio de un bien o servicio está determinado por el Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario (TTSN) para producirlo (TSNN=Precio). En un sistema capitalista, los trabajadores poseen un servicio (la fuerza de trabajo) que no escapa a esta ley, y su precio (salario) debe tender a determinarse por el TTSN para que puedan, en este caso, al tratarse de seres humanos, subsistir y reproducirse. ¿Cuál es el TTSN de la fuerza de trabajo? Es igual al que se requiere elaborar los productos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), los cuales los trabajadores deben mínimamente consumir para subsistir y reproducirse. El tiempo social necesario que se invierte en la elaboración de la CBA se puede traducir como tiempo social necesario invertido en materia prima (ingesta calórica) para subsistencia y reproducción de trabajadores-fuerza de trabajo. ¿Cuál es el precio mínimo mensual (salario) de un trabajador-fuerza de trabajo? Es una CBA; y su salario el equivalente en dinero a una CBA.
5. Esto último es la inercia natural en una economía de mercado. Si los trabajadores quieren escapar a esta ley demandando salarios más altos para mejorar su calidad de vida, se activará la puja distributiva, y el precio de la CBA tenderá a ser más alto para que tienda a igualar al salario y restablecer el equilibrio de esta ley.
6. Cuando los salarios y la CBA suben en una contienda distributiva, lo hacen también el precio del resto de los bienes y servicios, porque estos precios, mantienen una interdependencia relativa entre ellos y con la CBA. Si la CBA sube indefinidamente a lo largo de los años y el resto de los precios se mantuvieran sin alteraciones, la CBA terminaría con un precio más alto que otros bienes y servicios cuya producción contiene un mayor tiempo socialmente necesario para concretarse (no tendría lógica que una CBA termine valiendo más dinero que un automóvil, por ejemplo).
7. El salario promedio siempre está por encima del precio de la CBA. Pero ésta constituye la referencia mínima o precio mínimo de la fuerza de trabajo. Mientras más por encima esté el salario de la CBA, más tensión inflacionaria habrá.
8. Cuando sube el precio de la CBA, el dinero (el peso argentino) se devalúa ante ésta, y ante su precio dolarizado, lo que produce una caída en la demanda de dinero (ahorro), lo que a su vez presupone, por un lado, un aumento en la velocidad de circulación, y por el otro, una migración de ahorros en pesos hacia el dólar (dolarización). Esto repercute en los tipos de interés que van a la suba, en un intento de evitar la caída del ahorro (depósitos) resultando su contracara la contracción del crédito productivo. Además, en una sociedad no todos perciben un salario, por lo que al aumentar el precio de la CBA el Estado está obligado a aumentar la oferta monetaria para incrementar los ingresos de jubilados, pensionados para que no se retrasen frente a la inflación.
9. La elevada inflación tiene su origen y consistencia en la puja distributiva salario vs. precio de la CBA. Aquí está su epicentro. En la economía argentina, por la fortaleza de sus sindicatos, esta puja distributiva es más intensa que en el resto de los países de la región, y ello deriva en una inflación también más intensa que en el resto de esos países.
10. Que esa puja se origine en el sector industrial alimentario se explica en dos cuestiones, en 2019: a) la tasa de inflación en el rubro alimentos (56,8 por ciento) fue por delante de la inflación total (53,8 por ciento); y b) la inflación mayorista (industrial-fabril) en el rubro alimentos (62,9 por ciento) fue por delante de su equivalente minorista (56,8 por ciento).
11. En términos prácticos, vale preguntarse si un shock de liquidez en el bolsillo de los trabajadores no posibilitaría que Pérez Companc, Mastellone, Ledesma, Pagani y compañía aumenten el precio de la Canasta Básica Alimentaría (CBA). Debe entenderse lo siguiente: no es por maldad que lo hacen; es solo que, si el salario de un trabajador sobrepasa por mucho el precio de la CBA, los empresarios del sector industrial alimentario entienden que existe una oportunidad que no están aprovechando (costo de oportunidad). Enojarse o tomárselo personal es un error; solo actúan en un sistema cuyas leyes funcionan de ese modo, y pretender que funcione de otro modo, es como pretender que no existan esclavos en la esclavitud o siervos en el feudalismo.
12. Desde que comenzó el aislamiento social preventivo, el Banco Central incrementó la base monetaria. Cuando ese dinero comience a circular, es decir, cuando culmine el aislamiento social y la actividad económica tienda a normalizarse, los problemas inflacionarios pueden ser importantes. Hay que tomar tomar medidas para evitarlos.
13. Cuando los formadores de precios se percaten de la existencia de un excedente monetario en circulación en los bolsillos de la mayoría de la población intentarán quedarse con ese adicional incrementando los precios de aquellos bienes cuyo consumo no podemos evitar: los alimentos.
Para que el aislamiento sea viable de sobrellevar para la ciudadanía es necesario sustentarlo incrementando el gasto público financiándolo con políticas monetarias expansivas. Y para poder desplegar esa política monetaria sin limitaciones inflacionarias, el Estado debe mantener controles de precios y la tarjeta alimentaria. Lo que debe hacer el Estado es aplicar la Ley 21.499, Tit. IX, Arts. 57, 58 y 59 en la grandes empresas de alimentos, para terminar con el problema alimentario-inflacionario que atenta contra el ahorro en moneda local, el valor del peso argentino, el equilibrio fiscal, la estabilidad macroeconómica y el poder adquisitivo de las capas medias y bajas de la sociedad.
* Ernesto Bertoglio es analista económico-financiero. Secretario de Formación y Acción Política-La Campora, Villa María, Provincia de Córdoba.