El satélite Saocom 1B tiene una ventana de lanzamiento que va desde este sábado al 30 de este mes. Solo resta que Space X, la empresa de transporte aeroespacial del magnate ElonMusk, ultime detalles y afirme cuál será la fecha para que la tecnología argentina despegue desde Cabo Cañaveral (Florida) rumbo al espacio. En el desarrollo del Satélite de Observación con Microondas, los expertos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales trabajaron junto a Invap (principal contratista), la firma pública Veng, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Laboratorio GEMA de la UNLP.

Ochenta empresas de tecnología e instituciones del sistema científico tecnológico del país y un total de 900 investigadores comprometieron sus esfuerzos. El Saocom 1B expresa la continuidad del Plan Espacial Nacional que lidera la Conae y se complementa con el 1A lanzado en octubre de 2018. La misión forma parte de un programa más ambicioso: el Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE). Ambas naciones asumieron el compromiso de conformar una constelación de seis satélites y por intermedio del 1B lo están cumpliendo.

“Los satélites son los instrumentos más baratos que existen en relación a la cantidad de información que generan y ello redunda en un beneficio increíble para toda la sociedad. No existen otras herramientas más rendidoras en términos de costo/beneficio”, señala Álvaro Soldano, subgerente de Aplicaciones y Productos, de la Gerencia de Observación de la Tierra en Conae.


El Saocom 1B está dotado de un único instrumento: un Radar de Apertura Sintética que opera en la porción de las microondas en banda L del espectro electromagnético. Su principal ventaja es que al contar con una fuente propia de energía no necesita de la luz para obtener una imagen. En la práctica esta situación se traduce en una virtud muy importante, ya que es capaz de tomar imágenes con independencia del tiempo atmosférico, el día o la noche. El radar emite una señal a partir de su antena –de 35 metros cuadrados–, la onda viaja a la velocidad de la luz, atraviesa las nubes, rebota en la tierra y parte de ese residuo de energía regresa al radar. Capta, digitaliza la información y desde Córdoba –sitio desde dónde se realiza el control de la misión– descargan los datos a partir de procesadores que dan como resultado imágenes.

En el campo

Los datos se generan en función de la demanda que hagan las instituciones comprometidas en el proyecto, como pueden ser el Instituto Nacional del Agua o el INTA, entre otras. Sin embargo, existe un mandato fijo: será aplicado para medir la humedad del suelo en la región pampeana (83 millones de hectáreas), un factor clave para mejorar las condiciones de gestión del agua. Así lo explica Laura Frulla, Investigadora Principal de la Misión: “En función de lo que habíamos conversado con los usuarios vimos que era importante reforzar la agricultura. Por ello, el objetivo principal de la misión es generar mapas de humedad de suelo cada cuatro días de manera operativa. En este sentido, el 1B se complementará al 1A que se lanzó en 2018, de forma que las mismas regiones agrícolas serán observadas por los satélites desde diferentes ángulos y condiciones de observación”. Ambos realizan el mismo trayecto, solo que al completarse la constelación, se generan más datos y se incrementan las estadísticas.

“La humedad del suelo se puede conocer en superficie, o bien, en capas de mayor profundidad (en algunos casos hasta 2 metros). A partir de los datos satelitales y de un modelado matemático, se torna posible acceder lo que ocurre más allá de lo visible. Para los agricultores, es central porque habilita a una mejor gestión del agua”, dice Frulla. Hasta el momento los mapas de humedad de suelo apenas tenían 10 km de resolución espacial; en contraposición a ello, los que provee Saocom tienen entre 150 y 800 metros. En efecto, se generan análisis de mayor precisión que habilitan a los productores a tomar decisiones directamente en su propio lote. “Es tal la especificidad que se ahorra el proceso de sobreregar, fertilizar de más o fumigar una planta cuando no es necesario. Esto conduce a la puesta en marcha de una forma de cultivo más inteligente”, describe la referente. Por su sensibilidad, de hecho, se convierte en una tecnología de características únicas en el mundo. Solo hay un ejemplar japonés que se le asemeja.

“La producción agrícola depende de la provisión de agua y nosotros aportamos un nuevo instrumento que es capaz de detectar esa presencia desde el espacio. Desde el terreno sería imposible contar con tanto detalle”, destaca Soldano. Y luego continúa: “Los conocimientos al respecto son fundamentales porque permiten estimar mejor los rendimientos. Los productores deciden la siembra a partir de la humedad. La emergencia de algunas plagas también se pueden evitar o combatir con mayor velocidad si se tienen en cuenta estos parámetros”. Hasta hace relativamente poco, los saberes que aplicaban los productores asumían rasgos más artesanales, pero en el presente –con nueva tecnología– las rutinas productivas se transforman y tecnifican. “A veces la gente no toma conciencia pero aspectos como la lluvia o la humedad son fundamentales. Desde hace 20 años los productores reclamaban respuestas y ahora, a partir de Saocom, se vuelve posible registrar la variabilidad. La constelación monitoreará estas características en la regiones húmedas –como la pampeana– pero también en otras semiáridas”, apunta Soldano. Las zonas secas requieren de riego artificial, en efecto, si se controla mejor su distribución no se desperdicia tanta agua, un recurso tan importante para el modelo productivo argentino.

En el campo, Saocom también generará un índice de vegetación radar con el propósito de generar conocimiento sobre el estado de salud de las plantas. El foco estará concentrado en la captación de imágenes de la región pampeana y el litoral, en aquellas provincias que se destacan por una mayor producción agropecuaria: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa. Sin embargo, “también hay una capacidad del satélite que está liberada para que los usuarios puedan solicitar información de otras áreas que deseen. Por ejemplo, tranquilamente podríamos destinar una parte del instrumento a monitorear nieve. Las captaciones que realizamos se ajustan a las necesidades del país, ello también nos diferencia a otros satélites con misiones mucho más rígidas y ya prestablecidas”, comenta Frulla.

En la ciudad

“Si bien otros satélites del tipo están preparados para distinguir ciudades, no son capaces de diferenciar entre calles. Eso es central, por ejemplo, para realizar máscaras de ciudades y estudios de expansión urbana. En conglomerados los datos que brinde Saocom pueden ser útiles para examinar los desplazamientos y los flujos de movilidad entre ciudades. Como también visualiza estructuras existe la chance de abordar la disposición de las villas”, destaca Frulla. Es tal la precisión del dispositivo que, con datos de apoyo, podría llegar a ubicar basurales y el estado de pavimento de las rutas.

Las máscaras urbanas son clasificaciones de imágenes de radar que muestran las zonas urbanizadas. Esto habilita para que en el transcurso del tiempo exista la oportunidad de detectar muy bien cómo se urbaniza una región. “Hemos recibido consultas del Ministerio de Transporte, buscaban analizar la situación de aquellos asentamientos que habían crecido mucho en el conurbano y no tenían acceso a la red de transporte público. A partir del contacto con la gente de diferentes áreas es que surgen muchas de las aplicaciones que al comienzo no habíamos pensado cuando diseñamos la misión”, cuenta Soldano.

Además servirá para prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes naturales o antrópicas; así como también para obtener mapas de desplazamiento de glaciares, pendientes y alturas. Los suelos, cuando están muy secos, son propensos al incendio, de la misma manera que cuando están muy húmedos podrían ocasionar inundaciones. El radar emite señales que interaccionan con el terreno (datos topográficos) y tiene la capacidad de medir características que podrían ayudar a evitar este tipo de fenómenos. Del mismo modo, Saocom es capaz de detectar buques extranjeros que estén pescando de manera ilegal en la plataforma continental argentina. Ello contribuye al control y la vigilancia del Mar Argentino. Del mismo modo, el satélite identifica lineamientos geológicos, por ello, resulta una herramienta que atrae las miradas de geólogos y otros especialistas que exploran desde fallas en las zonas de mucho relieve y otros recursos estratégicos como el petróleo.

El satélite es el producto de un trabajo arduo cuya ingeniería básica comenzó a ser delineada allá por 2007, cuando los científicos discutieron el diseño que adquirirían los satélites. En 2013 inició la construcción de los modelos de vuelo del 1A y dos años más tarde la del 1B. El Saocom se construyó esencialmente en el triángulo geográfico que constituye Buenos Aires (la UNLP se encargó del control térmico y la CNEA fabricó los paneles solares y la estructura de las antenas), Córdoba (Veng integró y realizó los ensayos para la antena y Conae opera como centro y control de emisión) y Bariloche (a través de INVAP, el contratista principal, que construyó las plataformas satelitales).

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