El productor Matías Mosteirín fue uno de los nueve argentinos elegidos hace unos días como miembro de la Academia de Hollywood. Es gerente general de K&S Films, la productora argentina de cine fundada en 2005 por Oscar Kramer y Hugo Sigman, que estuvo detrás de grandes éxitos del cine nacional que van desde Relatos salvajes a El clan, y desde El Angel a La odisea de los giles, entre muchos otros. Mosteirín fue primero un destacado productor independiente, trabajó junto a la gran productora Lita Stantic y, luego se desempeñó en Cuatro Cabezas para España; además, es miembro de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. "A nivel profesional lo siento como un reconocimiento y lo recibo con alegría y beneplácito”, dice Mosteirín en diálogo con Página/12. “Llevo más de veinte años trabajando como productor y fue una noticia que me resultó gratificante, sobre todo en este contexto. Luego, me alegra que, aunque sea un hecho mínimo, contribuya primero a generar una noticia relacionada con el cine y con la vitalidad del cine en el mundo y también a que la Argentina participe de la actividad cinematográfica mundial. Es una buena señal que se convoque a profesionales y artistas argentinos para sumarse a la Academia de Hollywood”, agrega.
-¿Es una distinción simbólica o también produce una marca en su labor como productor?
-No creo que provoque una marca. Sinceramente no siento que nada cambie. Me parece importante poder votar y que cada vez haya más productores latinoamericanos participando de los procesos de selección porque eso es bueno para que se elija mejor y que tengan más posibilidades las buenas películas que se hacen en la región y, en general, en el mercado hispano. No obstante, sin lugar a dudas, es una institución y un proceso donde se premia la excelencia y donde todas las personas que participan lo hacen con profunda honestidad intelectual. Igualmente, se pueden tener las dos cosas: uno puede siempre defender lo más valioso sin intereses creados y, al mismo tiempo, tener una mirada más rica sobre el universo cultural al que uno pertenece y una sensibilidad especial hacia ese universo. En ese sentido, cuantas más personas de más países y combinadas más diversas podamos participar de un escenario de valoración mundial, como es la Academia de Hollywood, mucho mejor para nosotros como país y para la representación de nuestras películas en el exterior. Y para el cine en general. Esta política que está teniendo la Academia de conducir su población a una matriz más plural, más diversa, más representativa y con más participación internacional, abriendo las fronteras, es muy saludable y muy necesaria.
-Usted transitó los caminos del productor independiente hasta desempeñarse en una empresa con peso internacional. ¿Qué es lo que difiere en el rol, más allá del respaldo económico?
-Difiere en que hoy tengo la oportunidad de trabajar en equipo, con otros productores y con procesos creativos y de desarrollo más estables. Y también en que podamos, a través de un trabajo en equipo, desarrollar una mayor cantidad de proyectos simultáneamente y, en ese sentido, proyectarnos más en el tiempo. En mis experiencias de producción independiente, la consagración a un único proyecto era absoluta. Por lo menos, en mi caso. Esa es la mayor diferencia. Igualmente, seguimos trabajando con un gran nivel de compromiso y de involucramiento cotidiano en los proyectos, pero justamente por ser un equipo nos permite no renunciar al nivel de compromiso y participación que queremos tener como productores y, al mismo tiempo, poder tener mayor cantidad de proyectos en sus distintas etapas.
-¿El éxito de una película se traduce en términos de masividad o no necesariamente?
-No necesariamente. Justamente, una de las cosas que nosotros siempre medimos cuando pensamos en una película es qué impacto puede tener tanto a nivel nacional como a nivel internacional, pero también qué proyección en el tiempo puede tener la película, en qué medida tiene potencia suficiente como para dejar una huella. Y, entre las películas que produjimos a lo largo de estos trece años de K&S y a lo largo de toda mi vida, puedo reconocer películas que siguen latiendo y que están completamente presentes en la memoria de la gente, en la historia del cine. Y también películas que no. Pensar en esos términos al momento de interpelar un proyecto, en nuestro caso nos resulta valioso, útil, revelador. Muchas veces nos preguntamos: "¿Esta película para quién es? ¿Este proyecto qué impacto tiene?". Y qué capacidad tiene de perdurar en el tiempo porque en la respuesta a esa pregunta creemos que se revela verdaderamente qué pertinencia tiene el proyecto y en qué medida dialoga verdaderamente con el presente.
-¿La cancelación de festivales importantes debido a la pandemia como, por ejemplo, el de Cannes, es otro de los problemas que golpean las producciones que podrían tener una proyección internacional?
-Para referirnos al festival más importante del mundo, el mercado fue bastante activo, según tengo entendido. No todos los proyectos, pero a los que les fue bien, les fue muy bien. Me refiero al Marché du Film. Todos los años, Cannes instala una agenda cinematográfica. El año pasado fue rutilante cómo una película sobre la que nadie había oído hablar, Parasite, que hizo un recorrido de Cannes al Oscar, en el que fue adquiriendo cada vez más visibilidad, como también pasó con otras películas, como The Artist o tantas otras. Evidentemente, Cannes visibiliza de una manera admirable no solamente lo mejor que se está produciendo sino cuál es el presente del cine, que va naturalmente cambiando año a año, aunque parezca increíble. En este momento, la ausencia de esos nodos de discusión e intercambio y de influencia se está sintiendo. Se está sintiendo sobre todo en lo que tiene que ver con películas. A esta altura del año, debería estar en la agenda pública de un modo más claro un conjunto de películas de esas que imprimen, que generan opinión crítica, que marcan tendencia, que dinamizan creativamente y que en estos momentos no están. En ese sentido, hoy hay más protagonismo en las series. Determinadas series están teniendo más impacto que las películas. Esto se va a sentir lamentablemente en los festivales del año próximo porque la baja en la producción en 2020, va tener un reflejo muy claro en la oferta cinematográfica del 2021. Pero igual es un proceso. Creo que los festivales van a volver a ocupar un lugar de influencia y de formación de opinión muy fuerte. Son espacios que se están viendo perjudicados transitoriamente, pero que si tienen la capacidad de resistir van a volver a ser espacios valiosos contundentemente porque, además, creo que a esta altura de la pandemia, todos nos enamoramos y nos desenamoramos de la comunicación virtual. Hay una revalorización del espacio compartido y del intercambio. Nuestros equipos creativos trabajaron muy fuerte durante todo este tiempo, pero todos sin excepción están acusando deficiencias de los sistemas de comunicación remota o virtual. El intercambio de personas, las reuniones presenciales, la idea de evento y de reunión de películas que supone un festival es algo que en este momento falta y que cuando se pueda va a volver a dar sin lugar a dudas va a reaparecer con mucha fuerza, porque realmente advertimos que tiene sentido. Al principio de la pandemia, parecía que todo lo que implicaba reunión de personas y viajes se iba a eficientizar. Y hoy, cuatro meses después, ya no podemos pensar eso.
-Hay muchas compañías en el mundo que saben que pueden buscar recursos humanos en Argentina, porque el trabajo tanto de producción como de realización es bueno. ¿Esto es algo que quedó en stand by en estos momentos?
-Lamentablemente sí. Espero que tengamos la capacidad de reaccionar prontamente porque en el sector de la producción audiovisual, si se aplican las políticas adecuadas existe la oportunidad de encontrar un motor de reactivación económica muy valioso, muy importante y con mucha proyección. En este momento, evidentemente, todavía estamos en una etapa en la que se está administrando la emergencia, pero yo espero que prontamente ya estemos en las industrias culturales viendo la aplicación de nuevas políticas que rápidamente nos permitan ser parte de una reactivación económica. Y creo que en el sector audiovisual hay una oportunidad enorme. El sector audiovisual y las industrias culturales, en general, pueden ser una dinamizador económico estratégico.
-¿Cuál es su posición de lo que habla de la necesidad de modificar la Ley de Cine para que se pueda incluir el impuesto a las plataformas digitales y, así, incrementar el volumen del Fondo de Fomento Cinematográfico?
-Yo creo que es acertada la visión en cuanto a redireccionar impuestos que ya existen para replicar la misma mecánica que existe con la entrada de cine. Con esto me refiero a una partición del Impuesto al Valor Agregado, que acompaña el pago de los abonos. Creo que eso es posible y creo que eso es necesario porque sería una manera de readecuar el espíritu de la Ley al presente y al mecanismo de comercialización y de explotación de contenidos del presente. La ley es una norma en la que solamente existían la televisión, el video físico y los cines. Me parece que esa misma ley ahora hay que pensarla en un sistema que se transformó. Al mismo tiempo, creo que no es necesario ni nadie quiere que se creen nuevos impuestos al consumo de contenidos que los que ya existen. En relación al impuesto a las plataformas sería un error si la discusión se reduce solamente a eso. Hoy es necesario que podamos atravesar un debate mucho más complejo en relación a cuáles son las políticas públicas y qué es lo que nos interesa producir en las actuales condiciones del mercado y qué rol tiene que desempeñar el Estado en ese plan. Tiene que ser un plan estratégico y de largo plazo. Yo creo que las políticas culturales son políticas públicas. Y en las políticas públicas se tiene que pensar a mediano y largo plazo. Y eso hoy es difícil en una situación de emergencia, donde lo que se administra es la emergencia justamente. Y de forma inherente el corto plazo, con un agravante: encima el sistema cinematográfico está en crisis en el mundo justamente por el cierre de salas. No solamente en Argentina sino en todo el mundo sigue siendo uno de los motores de generación de valor y de riqueza, el más importante de la industria audiovisual. Entonces, al estar obturado y colapsado eso, todo el sistema está en crisis. Y, al mismo tiempo, conviviendo en otro plano diferente con un escenario de muchas oportunidades porque las plataformas están demandándole contenidos a ese mismo sistema en crisis. Nuestro desafío como productores y el desafío de la gestión pública es cómo encontrar políticas de largo plazo para articular esos dos planos.
-¿Se debe repensar el trabajo del productor ante la proliferación de las plataformas digitales; es decir, pensarlas como mercados potenciales al momento de planear una película?
-Sí, pero creo que los productores estamos ante un escenario en el que tenemos que entender qué productos pueden tener hoy más sentido en una plataforma, cuáles pueden ir a un escenario mixto, donde se combine un paso quizás limitado por los cines y una mayor explotación de plataformas. Y otras películas tienen la capacidad y la potencia de tener todavía una importante explotación en salas. El negocio de las salas cinematográficas es muy grande y no se reemplaza con el de las plataformas. Además, plantea una experiencia diferente. De a poco, todos nos vamos dando cuenta de que también hay lenguajes y contenidos diferentes para los distintos escenarios de explotación que se presentan hoy. Entonces, los productores no tenemos solamente que incorporar la visión sobre la explotación de las películas en las plataformas sino la capacidad de diferenciar en relación a cuál es el mejor destino para cada película. Algo muy interesante que está pasando es que, además, se recuperó cierta idea de boca a boca, o la posibilidad de que una película a través de la recomendación en las plataformas, por poder permanecer más tiempo en oferta, llegue a todo su público potencial. Puede llegar a un espectador ideal a los tres, cinco o seis meses de haber sido estrenada. Eso es algo que en las salas de cine ya no estaba pasando. Eso es algo útil.