El jubilado Jorge Adolfo Ríos disparó tres veces contra Franco Martín Moreyra cuando el joven que había entrado a robar a su casa se encontraba tirado en el piso, sin posibilidad de escape porque había sufrido una fractura expuesta en una pierna. El colectivero que se presentó a declarar en la causa aseguró que vio el momento exacto de los tres disparos, uno de los cuales fue el que le provocó la muerte a Moreyra. Se espera ahora un peritaje balístico que podría complicar aún más a Ríos.
Fuentes judiciales señalaron a Página/12 que el testimonio del colectivero “es muy sólido”, porque además es coincidente con otras pruebas reunidas en la causa en la que Ríos sigue imputado por “homicidio agravado” por el uso de arma de fuego.
Los investigadores encontraron ocho vainas servidas de la pistola 9 milímetros que portaba Ríos. Cinco de ellas fueron halladas dentro de la casa a la que entraron a robar Moreyra y otros cuatro jóvenes. Las otras tres vainas estaban en el lugar donde cayó muerto Moreyra. Este dato coincide con los tres disparos que mencionó el testigo, aunque en el informe de la autopsia se dice que el cuerpo de Moreyra sólo tenía dos proyectiles.
Esto significaría que el tercer disparo que señaló el colectivero y que estaría confirmado por la existencia de una tercera vaina en el lugar no impactó en el cuerpo del joven.
En su declaración testimonial, el colectivero aseguró que cuando ve a un muchacho (Moreyra) que estaba encorvado y con dificultades para moverse, se acercó con su auto, un Fiat Uno blanco, para preguntarle si necesitaba ayuda.
En ese momento, por el espejo retrovisor, vio que se acercaba “un hombre mayor con un arma en la mano”. Ante esta aparición, el colectivero avanzó con su vehículo por la calle Ayolas, por temor a que le pasara algo. Acto seguido, pudo ver que el hombre mayor “lo da vuelta a este chico que estaba parado, medio doblado, y le efectúa un disparo”.
Aunque aclaró que había poca luz, de todos modos pudo ver que “el chico cae en el asfalto al lado del cordón y allí el hombre mayor le apunta de nuevo y dispara” por segunda vez.
El testigo dijo que estaba confundido porque no sabía “quién era quién, si debía ayudar o no”. No sabía las razones del ataque, pero se inclinaba a preocuparse por la persona que recibía los balazos. Después del segundo disparo, vuelve a acercarse con su auto a la escena del hecho y ve que “el chico estaba tirado en el piso y levantaba la mano”. En el acta de la declaración se deja constancia de que el testigo imitó el gesto del joven levantando su mano.
Acto seguido, el colectivero agregó que en ese momento “este hombre le vuelve a disparar y le empieza a pegar patadas”. El testigo se presentó a declarar una vez que se enteró de cómo ocurrieron los hechos que había presenciado y también para desmentir versiones en las que se señalaba que la persona que pasó por la escena del crimen en un auto blanco era un supuesto cómplice de los jóvenes que habían entrado a robar en la casa de Ríos. El testigo dijo que ese día se dirigía a su trabajo, en la línea 257.
Como se dijo, en la autopsia realizada en la Morgue Judicial de Ezpeleta se determinó que el cuerpo de Moreyra tenía dos proyectiles, uno que entró de frente, por el tórax, y una segunda herida en la región abdominal, que fue la que le produjo la muerte como consecuencia de una hemorragia generalizada.
Sin embargo, en el informe de los médicos forenses se señala también que Moreyra presentaba “heridas anfractuosas en cara anterior y posterior del tobillo derecho, a nivel de maléolo peroneo, con fractura expuesta de tibia y peroné”. Esa lesión no es atribuida a un tercer disparo. En el video en el que se ve tirado a Moreyra, antes de la llegada al lugar de Ríos, se advierte que el joven no puede ponerse de pie para seguir escapando, porque cuando intenta levantarse, una de sus piernas parece no responder al deseo de levantarse y continuar la fuga.
El fiscal a cargo de la investigación, Ariel Rivas, pidió la realización de un peritaje balístico para determinar desde qué distancia se hicieron los dos disparos que recibió Moreyra. La hipótesis es que Ríos “lo remató cuando el joven estaba en el piso, sin posibilidad de escape”, lo que le brindaba al hombre la posibilidad de llamar al 911 y hacerlo detener, sin necesidad de quitarle la vida.