La película Silvia es varias posibilidades. Es un álbum familiar audiovisual. Un repaso sobre la historia de vida de la madre de la realizadora. Pero también sobre ella misma. A fin de cuentas, el título del film es el nombre compartido entre las dos. En este camino, hay consideraciones que surgen entreveradas y conflictivas. Lo que se decide contar y lo que no. La forma a través de la cual hacerlo. Silvia es estreno en la Sala de Cine Virtual de Puentes de Cine , de la Asociación de Directorxs de Cine PCI, y es la ópera prima de María Silvia Esteve, premiada en el Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA).
“Fue un proceso de andar y desandar la película. Más allá de que se trataba de mi historia con mi madre, le pertenecía también a mis hermanas, a mi papá, y era importante pensar qué era lo que mi mamá hubiera querido. Fue poner en tela de juicio muchas cosas, tener dilemas morales continuamente, y saber que todo lo que estaba poniendo dentro de la película debía ser un acto consciente y responsable. Una película es una obra que perdura en el tiempo”, explica María Silvia Esteve a Rosario/12.
El retrato de la película es amoroso y doloroso. La historia de la madre orilla entre los recuerdos brumosos, de afecto, y la deriva violenta que sobrevendría en la vida matrimonial. Es una mirada personal, también coral. Las hermanas de la realizadora intervienen, siempre en diálogo en off. Las imágenes son todas consecuencia de un archivo familiar revisitado. “Tuve que poner cosas que en un inicio no quería, pero lo pedía la película, para que la historia fuese posible de ser contada. Fue también dejarme sorprender por el material. Me sigue sucediendo todavía al verla. En un comienzo, cuando me encontré con las diferentes versiones que había de un mismo recuerdo sobre mi mamá, las diferentes Silvia me generaban conflicto. Pero me di cuenta que en realidad había que aceptarlo y trabajarlo, si lo que quería era reflejar el proceso de la reconstrucción de la memoria de una persona que ya no está. Estas divergencias tenían que ver con el proceso de recordar, y con cómo esta persona había sido amada. Al mismo tiempo, era una historia que nos pertenecía, y me parecía un acto egoísta tomar voz yo sola y decir que esto había sido de esta manera. También para que el espectador dudara de lo que yo decía o presentaba como verdad. A fin de cuentas, no era la verdad sobre lo sucedido sino el recorrido para tratar de alcanzar esa verdad, que ya es inalcanzable. Una verdad que tiene que ver con cómo se amó a quien ya no está”, continúa.
-Al revisar el material, al editar, entiendo que debe haber sido tal vez imposible desafectarse por completo.
-En su momento me costó muchísimo el hecho de poder tomar distancia. Cuando me sentaba a editar me requería media hora de respirar profundo, de llorar mi luto, y tratar de enfrentar el material con ojos frescos, de montajista y no de hija. Pero estos ojos de hija hacían a la película. Tenía que encontrar este punto medio. Fue una película de mucha disputa interna, de ir y venir muchas veces, de escribir y reescribir, y a partir de las imágenes, porque yo no había previamente guionado. Me fui dejando guiar por el lugar que yo sentía que tenía que contar. Inicialmente comenzó como una película que revisitaba la historia de mi madre, pero al hacerlo me di cuenta que tenía que ver conmigo también, y que eran dos cosas inseparables. Se trataba de uno articulando las distintas voces de un relato que tenía que ver con mi interpretación de mi propia madre, con lo que yo quería que prevaleciera de ella, con sus luces y sombras. Pero yo también soy Silvia, y al no poder trabajar el personaje de mi madre como un personaje con todos sus matices, elegí dejar ciertas cosas afuera, porque hubo un momento donde no pude correrme de mi lugar de hija, y fue una decisión consciente también, sabía que el relato necesitaba ciertas cosas pero también encontré mi límite y dije ‘hasta acá’, esto es lo que quiero conservar.
-¿Qué respuestas recibiste por parte del público?
-La respuesta más linda la he tenido de mujeres, mayormente de la edad de mi madre, de gente joven y de muchos adolescentes. Son respuestas sumamente hermosas, como me pasó a la salida del cine, cuando un chico me abrazó y agradeció, o una chica agarrando el micrófono para agradecerme porque sentía que su historia también estaba siendo contada. Pero al mismo tiempo suscita emociones como bronca, rabia. Se me ha acercado gente enojada con la película y con las decisiones que tomé. Uno toma decisiones y se hace cargo de ellas, y al ser algo personal, necesariamente eso puede afectar al espectador, tal vez de maneras que lo lleven a revisitar cosas que no le resultan agradables. Pero eso es parte del proceso y es lindo poder generar algo, sobre todo que sea la historia de mi madre la que lo pueda generar.
-Hay también un retrato de una época, y de una mujer llena de posibilidades pero sin embargo limitada por ese contexto.
-Estoy convencida de que si mi madre no hubiese nacido mujer su realidad hubiese sido distinta. Las nociones de belleza y realización eran muy diferentes. Nosotras, esta nueva generación de mujeres, ha heredado cuestiones que tienen que ver con lo viejo pero contamos con una libertad y la capacidad de cuestionarnos qué es lo que realmente queremos, así como nociones sobre lo que nos hace felices o sobre el placer. Todas cuestiones que en la época de mi madre no te preguntabas, era normal pasarla mal, que si estabas casada ibas a sufrir en el medio o que al ser madre ibas a sufrir ciertas cosas. Nunca existió un lugar de cuestionarnos lo que realmente queríamos. Creo que es muy importante que la película haya logrado comunicar esto. Tomar conciencia de todas estas cuestiones del pasado es una toma de conciencia de cómo es el presente. Sí considero que de alguna forma la película fue una liberación en muchos sentidos, pero me genera también mucha impotencia por saber lo que podría haber sido mi madre y no le dejaron. Me han dicho que la película tiene ángel, y yo estoy convencido de que ese ángel es mi madre haciendo su magia.