Sin escenarios, sin público y sin fecha de regreso, los y las artistas arman redes de contención para paliar la crisis. Y la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (SAGAI) -que desde 2006 trabaja para gestionar y administrar colectivamente los derechos intelectuales de actores, actrices, bailarines y bailarinas- es uno de los espacios donde circula esa solidaridad.
“Este parate es muy doloroso para todos. Estamos viviendo un momento complejo para la humanidad. Es como una especie de paréntesis fantasmagórico”, describe el actor Jorge Marrale, Presidente de la entidad que este lunes cumple 14 años y trabaja activamente para acercar ayuda a sus miles de socios.
“Cumplir años en la cuarentena no es sencillo, porque siempre que cumplimos años ya estamos pensando cómo va a ser la fiesta de fin de año, y eso no lo podemos imaginar todavía”, sostiene el reconocido intérprete que en estos meses apostó, al igual que muchos artistas, a otros formatos y participó de Amor de cuarentena, una experiencia “teatral” por WhatsApp.
“La humanidad siempre trabajó para achicar la incertidumbre. Un gran esfuerzo humano ha sido dar seguridades, y esta es una instancia rara donde todo es incertidumbre y duda. No se sabe cómo vamos a volver, ni qué nos va a pasar, y me preocupa saber cómo vamos a generar de nuevo el vínculo social”.
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En este tiempo, SAGAI viene trabajando con el programa Palabras Mayores, para contactar y asistir a sus asociados. ¿En qué consiste ese trabajo?
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Hacemos una cadena de llamados donde compañeros y compañeras de la dirigencia, y actores y actrices que solidariamente se sumaron, contactan a nuestros socios para saber cómo están y qué necesitan. Empezamos llamando a los mayores, y después seguimos con los demás, pero no sé si podremos llamar a todos porque son aproximadamente 7.500 socios y socias. Creo que en momentos así es donde realmente tenemos que mostrar la fibra de la que estamos hechos, y se armó una sinergia muy linda y muy interesante. Hay compañeros que están pasando un momento bravo y que agradecen y comparten el gesto en las redes.
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¿Cuáles son los reclamos y necesidades más urgentes que se manifiestan?
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Hay de todo. Hay muchos que no necesitan nada. Pero quienes sí, expresan la necesidad de que los ayudemos con la comida o con alguna medicación a la que no pueden acceder. Por ese motivo, tuvimos que hacer una encuesta para poder repartir una cuota alimenticia equilibrada, y en este tiempo estos casos aumentaron. Empezamos con 150 personas, y el último reparto va a llegar a 400. Además de eso, la Fundación SAGAI se ocupa de generar el dinero para los mayores de 80, a quienes se les reconoce la trayectoria. El espíritu colaborativo es lo que siempre rescaté de SAGAI. Porque más allá de recaudar, lo importante es apoyar socialmente y generar vínculo, enseñanza y capacitación. Por eso este año también sumamos cursos para bailarines.
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Otra de las acciones ha sido el reclamo de mayor difusión de ficción nacional en los medios. ¿Cuál es el estado de situación de esa política?
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Desde que se inició la cuarentena, hemos solicitado eso porque nos parece que la única posibilidad de ingreso para los actores es a través de que se difunda obra protegida nuestra en los canales y a partir de ahí que los compañeros y compañeras puedan cobrar algo. Pedimos que eso se hiciera en la medida que se pudiera, y que se tratara de transmitir producciones audiovisuales que ya están hechas, porque también es una forma de que el público pueda volver a ver nuestro trabajo. En el último tiempo ha bajado la cantidad de ficción nacional y lo que más deseamos los actores, más allá de que se repitan las obras, es que se haga obra nueva. Como hoy estamos en una situación tan extrema, me parece que es un buen momento para reflexionar entre todos, sindicatos, actores, sociedades de gestión y el Estado, y tener conciencia del potencial que tiene la industria cultural del audiovisual. Hay que tomar con mucha seriedad el tema de producir audiovisual argentino, porque eso va a dar trabajo, nos va a permitir competir con el mundo y vamos a tener un espacio donde nos veamos siendo nosotros. Igualmente, el pedido no ha caído en saco roto, porque Telefé periódicamente emite Educado a Nina y El Trece volvió a transmitir Argentina, tierra de amor y venganza. Eso alienta un poco, pero necesitamos que se haga más.
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¿Por qué no ocurre en mayor medida, siendo que no tiene costo económico para los canales y a la vez beneficiaría a los artistas?
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No lo sé. Supongo que debe haber ciertas normativas que tienen que ver con la programación, o con algunos acuerdos asociados a la compra de material extranjero. Canal Trece, por ejemplo, puso obra nuestra en YouTube, pero lamentablemente los actores no tenemos acuerdo con ese medio, y entonces no podemos cobrar de ahí.
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¿Y qué ocurre con las distintas plataformas en las que se pueden ver series y películas argentinas por streaming?
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Tampoco cobramos por ese lado, y ese es uno de los súper objetivos de SAGAI. Por eso ya estamos haciendo algunos encuentros con esas plataformas para ver si podemos llegar a un acuerdo. La forma de ver ficción ha cambiado, y la televisión tradicional baja el rating porque casi todos, sobre todo los jóvenes, van directamente a YouTube y a las diversas plataformas que han tenido un crecimiento exponencial con esta pandemia. El valor de la ficción en esta cuarentena se ha magnificado.
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SAGAI cumple 14 años. ¿Cuál es el balance?
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Estoy muy feliz con lo que hicimos. El nacimiento de una sociedad de gestión que se ocupara de recaudar derechos de propiedad intelectual de los actores era una fantasía antes, y en 2006 eso se concretó porque tuvimos oídos fértiles que nos pudieron escuchar. Vinimos a hacer que se cumpla un derecho que ya la Ley 11.723 (Ley de Propiedad Intelectual) tenía bien resguardado desde 1933. Y dentro de lo doloroso de esta pandemia, agradezco poder recordar esta gesta.
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En El Vestidor, la última obra que interpretó, se revelaba la capacidad de resistencia del arte, y eso es precisamente lo que se advierte ahora a través de las distintas acciones que emprenden los artistas para sobrevivir en este difícil momento. ¿Qué piensa sobre este fenómeno de reinvención?
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El arte es el ADN de la humanidad, y los artistas, dentro de esa cadena creativa, buscamos mostrar lo que somos. Todo el tiempo estamos indagando sobre nosotros mismos, y esa es una tarea que no se puede parar. Por eso los artistas resistimos, porque tenemos esa necesidad de comunicar lo que sentimos y lo que sienten otros. En El Vestidor, mi personaje tenía que salir a escena para interpretar al Rey Lear, y decía: “Nadie me va a parar. Tengo cosas para decir”. Y nosotros también tenemos cosas para decir, y para eso necesitamos los escenarios, la televisión y el cine. No por narcicismo, sino porque tenemos necesidad de comunicar y vibrar con el otro. Y la pandemia nos está demostrando que estamos resistiendo aun en el peor momento de la mejor manera posible.