"Hace unos seis años, empecé a buscar imágenes de artistas en sus talleres", cuenta Paola Vega en el texto de presentación de su libro Las promesas (Iván Rosado, 2020), que reúne su recopilación de fotografías de artistas plásticas y visuales argentinas. 

Navegando Internet una hora diaria, Vega empezó a notar una diferencia inquietante: "La mayoría de las imágenes eran de hombres artistas". La punta del ovillo para dar con las artistas mujeres fue Hedda Sterne (1910-2011) en un rincón de una foto grupal. "Luego, comencé a centrarme en nuestro país", sigue contando Vega. " Historiadoras del arte colaboraron contactándome con algunas familias. Una de las primeras en recibirme fue Liliana Crenovich, quien custodia la obra y el archivo de Yente (seudónimo de Eugenia Crenovich, pionera del arte abstracto en Argentina). Luego el trip continuó por la Fundación (Raquel) Forner, por bibliotecas de museos públicos... conocidos y amigos". Aparte de las caras más conocidas, como la de la escultora Lola Mora, a muchas otras es "como si se las hubiese tragado la tierra. Aparecen sus nombres en listados de muestras y salones, pero luego no hay más registros ni en archivos públicos, ni en privados". 

A través de sus imágenes, el libro rescata la memoria de varias artistas santafesinas. Además de la reconocida pintora, ilustradora y escritora Emilia Bertolé (1896 - 1949) y de la influyente poeta y laquista Beatriz Vallejos (Santa Fe, 1922 - Rosario, 2007), cuyas obras fueron reunidas en libros por la Editorial Municipal de Rosario y la Universidad Nacional del Litoral, figuran las inolvidables Clelia Barroso (Rosario, 1920 - 2019), Mele Bruniard (Reconquista, 1930 - Rosario, 2020) y Noemí Escandell (Cañada de Gómez, 1942 – Rosario, 2019), protagonistas del arte de Rosario que nos dejaron hace poco. Tampoco llegarán a verse retratadas aquí la rafaelina Betty Flores (1929 – 2014), ni Amalia Cortina Aravena (1938 - 2005) y María Juana Heras Velazco (1924 - 2014), ambas nacidas en Santa Fe capital y fallecidas luego de migrar a Buenos Aires. Ellas también son parte de este álbum fotográfico que abarca una cartografía bastante federal. 

Está Aid Herrera (Puerto Gral. San Martín, 1905 - Rosario, 1993), quien gracias a la labor de historiadoras y críticas se ha ido ganando un merecido lugar propio en la historia del arte y no sólo como "mujer de" Juan Grela. Aquellas investigadoras debieron hurgar en lápidas y actas para dar con la fecha de nacimiento de la pintora rosarina María Laura Schiavoni (1904 - 1988), hermana de otro marginado, Augusto. Fue un secreto a voces durante su larga vida la pintora rosarina Ada Tvarkos (1928 - 2015), que aquí posa de impecable camisa blanca junto a uno de sus paisajes arquitectónicos posmodernistas.

Martha Greiner (1940). Instantánea tomada en 1969

Sólo dos rosarinas retratadas viven para contar la historia detrás de la foto: Rosa Aragone (pintora en actividad, nacida en 1929) y Martha Greiner (1940). En la instantánea tomada en 1969 por el arquitecto Alberto Melero (1943 - 2020, su compañero y el padre de sus hijas, con quien estuvo casada 25 años), Martha ya sumaba exposiciones en galerías como Carrillo o La Reja y premios en salones  (Museo Castagnino, Amigos del Arte) a su participación "con el grupo de artistas en la calle" en la exposición en la Plaza 25 de Mayo en octubre de 1965 (conmemorada en 2015 por el Museo Castagnino con una muestra de su curador, Guillermo Tottis), y en las experiencias del Grupo de Arte de Vanguardia, como la recordada Tucumán Arde. 

"Allí estoy en el patio (y fondo de tierra y plantas, más yuyos) de mi taller, la última habitación de una casa chorizo, vieja y antigua, de varios patios, que se alquilaban para distintas actividades", contó Martha Greiner a Rosario/12. "La casona estaba por calle Córdoba; es la misma bajada hacia el Concejo, justo enfrente del Monumento a la Bandera. Fue demolida y ahora hay un edificio de muchos pisos. La habitación del frente, la alquilaban Mele (Bruniard) y (Eduardo) Serón, su taller de dos habitaciones y del otro lado de la entrada, el taller de la familia Nadal, que hacían portafolios, bolsos y arreglos artesanales. Luego hacia atrás, una habitación que alquilaba un grupo que jugaban, los fines de semana, con una pista de carreras o algo así, de trenes o autos en miniatura, que daba a un patio intermedio. Y atrás estaba el taller del humorista Manuel (visitado por Fontanarrosa). Al final, una pieza chiquita con ventanas de rejas, Mi taller, ya en el fondo. Allí pintaba o dibujaba pero tambien hacía carteras artesanales de cuero. Con esa actividad, me pagué el viaje de estudios a Europa, que duró siete meses".

Mele Bruniard

La jovencísima Greiner tiene puesto en la foto un arnés de caballos. "Los compraba en ferreterías, para después aplicar en cierres de las carteras o como adorno en las tapas. Los cueros los teñía con lustres especiales y cosidos a mano... El delantal me lo cosió mi mamá. También yo (cosía), porque hacía unos bolsos de tela bordados. Las botas hasta el día de hoy, me encantan y uso siempre... Pullover tejido a mano (lo hice yo). Sillón plegable de madera y lona, ¡recómodo! Mi pelo abundante y largo, para que quedara liso, me hacía la famosa "toca" y usaba minifalda. Mi mamá, modista, cosía trajecitos Chanel, y toda la ropa que usábamos, con su Singer a pedal. Cosía y escuchaba música clásica en Radio Nacional. ¡Nada de boutiques!", rememora Martha.