La fecha de cierre para ingresar al canje es el martes de la próxima semana. En los últimos días, en el mercado parecía aumentar el optimismo por un cierre exitoso de la negociación, pero la cercanía de las definiciones puede contribuir a tensar al máximo las presiones. Cerca de la medianoche del lunes, los más fuertes grupos acreedores hicieron trascender una carta enviada poco antes al ministro de Economía Martín Guzmán. En ella, ratifican los términos de su propuesta del lunes de la semana pasada y aseguran que cuentan con apoyo suficiente, más del 50%, como para bloquear la operación.
Antes de que se conozca la nueva carta de los acreedores, el Gobierno no descartaba una nueva extensión de los plazos, que llevase la negociación del 4 de agosto previsto hasta fines de ese mismo mes. La tensión que incorporan ahora los bonistas hace pensar que esa extensión es más que probable.
Después de hacer su demostración de fuerzas, los tres grupos de bonistas, encabezados por los fondos BlackRock, Ashmore y Fidelity, señalan que entre los firmantes de la carta se "incluyen algunos de los mayores inversores en Argentina, que han comprometido una inversión extranjera directa muy importante en el país”, y vuelven a presionar por más concesiones oficiales: “Confiamos en que una resolución consensuada proporcionará un camino hacia una inversión aún mayor y más sostenida en los sectores de crecimiento de Argentina, incluidos los agronegocios, la energía, la minería, la infraestructura y la tecnología de la información, y un futuro económico brillante y sostenible para la gente de Argentina”.
La posición argentina
No hubo una respuesta oficial inmediata frente a la difusión de la carta. Voceros de Economía mantenían la posición de que "la oferta ya presentada en Estados Unidos seguía en pie" y que no había forma de saber a ciencia cierta si el porcentaje de bonistas que aseguraban representar los firmantes era cierto.
La última movida del Gobierno antes de que se conozca la carta había sido un comunicado dado a conocer el sábado pasado, que abría la puerta a la negociación de las cláusulas contractuales en el caso que exista apoyo explícito de la arquitectura financiera internacional. El comunicado agregaba que “también serán aceptados por el país los ajustes a los modelos de contrato elaborados por la asociación internacional de mercado de capitales, que fueron adoptados por Argentina en 2016, en la medida en que gocen de un apoyo generalizado”.
Facsimil de la carta enviada por los acreedores y los 30 grupos firmantes.
Diferencia contractual
La diferencia contractual que separa a los bonistas liderados por Blackrock de los términos y condiciones propuestos hasta ahora por el Gobierno se explica por la estrategia del PacMan.
Los inversores plantean que firmar contratos con cláusulas single limb en conjunto con mecanismos de reasignación los vuelve vulnerables ante futuras renegociaciones de deuda.
Los fondos aseguran que no quieren ceder a cláusulas que le permitan a un Gobierno próximo incluir en los canjes únicamente títulos con buena recepción de los inversores.
Mencionan que podría aprovecharse para escalonar las ofertas de canje hasta lograr reestructurar el total de la deuda sin que la aceptación de los inversores sea elevada en todos los bonos originales.
PacMan
Con un ejemplo se vuelve didáctico intentar entender en detalle esta situación legal que traba el cierre de la negociación. Se puede suponer que un país tienen 4 bonos con 100 dólares de capitalización cada uno (es decir que la deuda a renegociarse acumula 400 dólares).
Se considera además que el país debe alcanzar un umbral de aceptación de 75 por ciento para reestructurar exitosamente la deuda y que los bonos tienen cláusulas single limb.
La reestructuración ocurre si los inversores con bonos equivalentes a 300 dólares (o sea 75 por ciento de los 400 dólares del total) aceptan la propuesta del canje. No importa cómo se llega a este monto (por efecto de la cláusula single limb de los bonos).
Una de las posibilidades es que todos los inversores del bono 1 y 2 acepten la oferta de canje. Son 200 dólares entre ambos títulos. Y en los bonos 3 y 4 la aceptación de los inversores sea la mitad sumando 100 dólares (es decir 50 dólares en cada bono).
Los bonistas quieren evitar este gris porque les preocupa que pueda aprovecharse de la forma que sigue:
1) Los bonos 1 y 2 –por ejemplo- podrían tener una aceptación de 80 por ciento y los bonos 3 y 4 del 60. En el agregado la suma de aceptación no alcanza para llegar al 75 por ciento (la aceptación suma 280 dólares en lugar de los 300 necesarios).
2) El Gobierno podría reasignar este primer canje para incluir únicamente a los bonos 1 y 2 (los que superaron el umbral del 75 por ciento) y reestructurar únicamente esos dos bonos. Pasan a ser 1’ y 2’.
3) Los bonos 3 y 4 quedarían afuera de esta reestructuración. Luego el Gobierno tendría la posibilidad de llamar a una segunda reestructuración con una leve mejora respecto de la primera y en la que pueden participar tanto 1´ y 2´como 3 y 4.
4) La aceptación de 1´ y 2´ podría ser del 100 por ciento (mejoran su situación respecto de su primera canje) y la de 3 y 4 mantenerse en el 60 por ciento.
5) En el agregado ahora la suma es de 320 (más del 75 por ciento) y gracias a la single limb junto a la reasignación se lograría canjear a 3 y 4 sin la necesidad de haber incrementado el nivel de aceptación de estos dos bonos.