Que internet es una ventana al mundo sí que se ha dicho, pero nunca mejor aplicado que a Window Swap, proyecto web creado en momentos de ocio por la publicista Sonali Ranjit y su esposo Vaishnav Balasubramaniam, desde su confinamiento en Singapur. Hasta la coronilla de ver siempre el mismo limitadísimo escenario frente a sus ojos, lejano ya el recuerdo de viajar a otras latitudes, tuvo la dupla la idea de armar una página donde pudiesen disfrutarse las vistas desde ventanas de los más variopintos puntos geográficos, desde el confort del hogar y a simple golpe de click. Así, gracias al generoso aporte de personas desconocidas que hicieron filmaciones caseras (de 10 minutos, con audio) desde sus hogares, hoy se pueden visionar desde bulliciosas avenidas hasta montañosos paisajes de lugares tan distintos como: Aeschi, en Suiza; Jakarta, en Indonesia; Ciudad de México, Glasgow, Nueva York o Menorca; Burdeos, en Francia, o Burnaby, en Canadá; Taipa, China; Córdoba, Argentina; Glanamman, Gales; Bangalore, India; y un largo etcétera.
“Aún cuando las restricciones van menguando, seamos honestos: pasará un tiempo antes de que viajemos de nuevo y tengamos una panorámica nueva al alcance. Hasta entonces, ¿por qué no trasladarnos voyeurísticamente a las casas de otra gente y pispear por sus ventanas, más no fuera por un ratito?”, propone la muchacha Ranjit, invitando a entretenerse de esta inocua manera “hasta que podamos explorar -responsablemente- nuestro hermoso planeta otra vez”. Como señala la revista Smithsonian, Window Swap es una de las tantas experiencias de viajes virtuales que han surgido estos últimos meses. De hecho, según pormenoriza, “cualquier persona con un dispositivo y acceso a internet, puede recorrer las construcciones del arquitecto Frank Lloyd Wright, unirse a paseos en trineo, visitar los museos más prestigiosos del mundo, incluso caminar por la superficie de Marte”. Una alternativa, entre otras, para calmar el afán trotamundos, las ansias por volver a ser pasajera en trance, transitando los lugares ciertos y, por qué no, los inciertos.
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