Desde Roma
En los últimos días, el “mundo migrantes” de Italia se ha transformado en una nueva tragedia de la pandemia, no sólo porque siguen llegando indefensos que atraviesan peligrosamente el Mediterráneo sino porque luego de algunos días de estar alojados en territorio italiano, muchos de ellos se escapan de los centros de recepción donde son controlados a causa del coronavirus y deben hacer cuarentena.
Desesperados por la escasez de los medios que se les ofrecen y por vivir más que amontonados (En Lampedusa, por ejemplo, el centro ha llegado a tener 726 migrantes cuando tiene capacidad para alojar sólo a 95), el domingo se escaparon 184 de un centro de recepción en Caltanisetta y el lunes otros 100 de la estructura donde estaban alojados en Puerto Empédocles, ambas localidades de Sicilia. No es la primera vez que sucede pero ahora la preocupación aumenta a causa del coronavirus. Muchos de ellos fueron encontrados en la zona por la policía y devueltos a los centros de recepción. Otros cien también fueron encontrados en el norte de Italia, en la región de Friuli escapados de otros centros.
Y lo que los motiva a escapar, dado que el gobierno italiano trata de tenerlos en estos centros un poco por seguridad sanitaria pero también a la espera de que la recepción se abra en el resto de los países europeos, es que vinieron a Europa para fabricarse una nueva y mejor vida y para eso, como buenos inmigrantes, ellos creen que no hay que tenerle miedo a nada, ni siquiera al agresivo virus.
Mayormente provenientes del norte de África, los jóvenes africanos se lanzan sin tener consciencia de los riesgos y las limitaciones impuestas por Europa, como por ejemplo a la redistribución de migrantes acordada por algunos países (Italia, Francia y Alemania entre ellos) en setiembre pasado y ahora suspendida. Muchos de ellos son menores de edad o mujeres embarazadas o con niños pequeños. La desesperación, por lo visto, puede más que la covid-19.
El lugar preferido para llegar a Italia es la isla de Lampedusa, no sólo porque es el territorio italiano más cercano a África, sino porque la isla tiene una larga trayectoria de acogedora recepción de migrantes. Pero ahora también desembarcan en las islas de Sicilia, en particular Caltanisetta y Puerto Empedocles, y de Cerdeña. Desde el 1 de enero al 28 de julio de este año, según datos oficiales, han llegado a Italia 12.533 migrantes, buena parte provenientes de Túnez y casi 4.000 con ciudadanía tunecina, cosa que antes no ocurría porque provenían generalmente de países subsaharianos en grave dificultad. Pocos meses atrás la mayoría de los migrantes partían en barcazas desde Libia porque allí estaban los traficantes de seres humanos que los embarcaban hacia Europa después del pago de importantes cantidades de dinero. Ahora parece que el lugar para partir es Túnez.
Pese a que los nuevos casos de coronavirus que se verifican en Italia cada día no pueden ser atribuidos totalmente a los inmigrantes sino a la irresponsabilidad de muchos jóvenes y no tan jóvenes, que han decidido abandonar las medidas de seguridad impuestas por el gobierno como las mascarillas, la distancia física, los amontonamientos, etc, algunos casos de coronavirus han sido detectados en los centros de recepción de migrantes ubicados en Pettorano sul Gizio, de la región de Abruzzo (ocho casos), y otros siete en Villa Literno cerca de Caserta (región de Nápoles) y todos sometidos a cuidados y cuarentena.
Pero después de las fugas masivas que se verificaron esta semana, la preocupación ha aumentado. Por eso el gobierno decidió mandar el ejército al centro de recepción de Lampedusa para sacar de allí a 520 migrantes que serán destinados a otros lugares. “Es inconcebible hoy que algunos dejen de lado las reglas en vigor y piensen que pueden irse sin respetar la cuarentena obligatoria -comentó el ministro del Exterior y ex premier, Luigi di Maio, del Movimiento Cinco Estrellas (M5S). Ya se trate de inmigrantes o de italianos, yo diría exactamente lo mismo”.
La ministra del Interior, Luciana Lamorgese hizo saber además que en pocos días más será garantizado el envío de una nave de pasajeros reservada a los inmigrantes, para que puedan hacer allí la cuarentena. El presidente de la región de Sicilia, Nello Musumeci, comentó por su parte: “Aparece claro que la cuestión migrantes se ha transformado en una cuestión de orden público y de salud que no puede ser desvalorada”.
No faltan obviamente las críticas al gobierno sobre todo de la ultraderechista Liga por boca de su líder y ex ministro del Interior, Matteo Salvini: “Los desembarcos se han triplicado en comparación con el año pasado (cuando él era ministro). Este gobierno pone en peligro a Italia”, comentó. El intendente de la isla de Lampedusa, Salvatore Martello, dijo por su parte que Salvini siempre se mostró orgulloso de cómo él bloqueó a los migrantes. Pero a Lampedusa siempre siguieron llegando, aun cuando él era ministro y decía que no, explicó.
La ministra del Interior Lamorgese viajó a Túnez para tratar el tema con las autoridades de ese país. Fue recibida por el presidente Kais Saied y prometió ayudas a Túnez para controlar los flujos migratorios en el mar. “Permitir la sobrevivencia de los migrantes en sus propios países, es responsabilidad de todos y la solución se encontrará en la colaboración entre los países”, dijo por su parte el presidente tunecino.
Mientras tanto los sectores progresistas de la vida política y cultural italiana se hicieron sentir el lunes en Roma a través de una manifestación en la que pidieron que el gobierno de Giuseppe Conte (del que forma parte tanto el M5S como el Partido Democrático) suspenda las ayudas a la Guardia Costera de Libia, con la que hay acuerdos desde hace años para bloquear a los inmigrantes en el mar y devolverlos a Libia. Dado que Libia se transformó en un centro de traficantes de seres humanos y donde los lugares de recepción para los migrantes de hecho son verdaderas cárceles donde se los explota, viola y tortura, los manifestantes levantaron tres reivindicaciones: suspender la financiación a la Guardia Costera de Libia, cerrar los centros de detención de Libia sacando del país a la gente allí alojada y promover los corredores humanitarios para lograr su reinserción en distintos países. Entre los patrocinadores de estas propuestas está la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras y personajes de la política y la cultura italiana como la ex presidenta de la Cámara de Diputados, diputada Laura Boldrini, el escritor Roberto Saviano y la dirigente del partido Más Europa y ex canciller de Italia, Emma Bonino, entre otros.