En Historia de la princesa Sukimuki, el padre y el príncipe Kinoto Fukasuka, uno de los cuentos infantiles de María Elena Walsh, la pobre Sukimuki -nacida “en la ciudad de Siu Kiu, hace como dos mil años, tres meses y media hora”- no sabe hacer ninguna otra cosa que no sea hablar en jeringoso. Sípi, así como les digo. Ni siquiera puede pelar una ciruela, bailar con abanico, sonarse la nariz o dejarse llevar por un buen estornudo, ya que tiene prohibido moverse “como todas las princesas de esos tiempos” y de esas ocupaciones sencillas se han de encargar les sirvientes del imperio. Pero hete aquí que un día una mariposa increíblemente hermosa dada su variedad de colores, aparece para liberar a Sukimuki de estarse más quieta que una galletita y le ofrece contraer nupcias. Es en este punto que las dramaturgas Ana Iniesta, cantante y poeta - autora entre otras cosas del disco Aliraju (2017) y de los libros de poemas León el pez (2016) y La nueva vez (2018)- en cuya obra puede reconocerse la influencia creativa y feminista de Walsh, y la tiritera Fiorella Scigliano, le dan un giro todavía más verde al relato infantoniponés. En su versión libre, la insecta alada no tiene que recurrir a ninguna salida complicada y binaria como la de metamorfosearse en el Principe Fukasuka del cuento original, para conseguir el amor de Sukimuki. Ana Iniesta, la encantadora narradora de esta puesta audiovisual, nos pone los pelitos de gallinita al preguntarse del otro lado de la pantalla por qué no casarse con una mariposa (y por qué no, si como bien dijo otrora Lohana Berkins, son más que corajudas en un mundo de ya sabemos qué). No comen perdices las enamoradas, lamento spoilearles el final, sino que la felicidad les llega por quererse así como son y hasta el rígido padre de Sukimuki, emperador del antiguo Japonpón, termina saltando de alegría en una pata, o mejor en dos, porque les nipones son muy ordenades.

Esta obra teatral dirigida por Mario Luis Marino, con la que Iniesta y Scigliano homenajean a María Elena en el año en que soplaría sus 90 velitas, se llama Concierto de luna y Sukimuki y cuenta con las intervenciones musicales de Ana que, guitarra en mano y burbujas de luz en fondo de pantalla, interpreta temas propios como el famoso “La luna de Candela”, “Panadero”, “Corazón” y “Lila”, y también fragmentos de algunos éxitos de Walsh como “Canción para bañar la luna” –muy adecuada por transcurrir precisamente en Siu Kiu-, “Dolón Dolón”, “Adivina adivinador” y “Canción del pescador”. Por su parte, los títeres de Fiorella ilustran sutilmente y con pocos elementos esta historia que consigue, también en este plano, un máximo de delicadeza. Los acordes orientales y la dulce voz de Iniesta, hablan en consonancia con estas figuras móviles que parecen hechas en papel barrilete, livianas y suaves como tiene que ser toda historia de amor protagonizada por una mariposa.

Y como si fuera poco, el video cuenta con una perla para el disfrute de adultes a modo de bonus track, ideal para nostalgiques y feministas archivistes: un fragmento de una entrevista a María Elena capturada en el interior de un televisor Toshiba, de esos que se vendían en los ’80, criticando ese punto de vista “doméstico” con que se nos ha “ninguneado” históricamente a las chicas. Para acceder a este Concierto de luna que integró en febrero la programación del Centro Cultural Kirchner y fue producido en plena pandemia, las entradas pueden conseguirse a través de Alternativa teatral hasta el 31 de julio.