La otra noche tuve un sueño, dije. El Rulo me miró como sabe mirar el Rulo ¿viste? así, entrecerrando los párpados hasta que le queda una línea finita, casi imperceptible, que se interrumpe sólo gracias a ese paredón que tiene como nariz y que le divide la cara en dos, onda Alemania antes de caída del muro ¿viste? Bueno, vos sabés, Julito, no es una novedad que al Rulo, que fuma un montón, el humo del pucho se le mete en los ojos y, cuando eso le pasa, que le pasa siempre, tuerce la boca para un costado, entrecierra los párpados y arruga el naso, como si estuviera oliendo mierda, pero a mí no me engaña, Julito, porque esa mueca yo sé que la hace sólo para que se le forme el hoyito en la mejilla derecha y no porque huela mierda ni porque le moleste el humo en los ojos. Como te digo, lo hace sólo para que se le forme ese “hoyuelo”, como le dicen los que hablan español onda Real Academia como vos, a ese pocito ridículo que, según cree él, es su gran rebusque con las minas. Bueno, no me tirés con la Real Academia que yo soy un demócrata latinoamericano, nada que ver con las monarquías, me dijo Julito, no jodás con eso. Está bien, Julito, no te calentés, pero ¿estás de acuerdo con lo que digo? Sí, tal cual, es sólo para echar pinta ese gestito pero, che, ¿en serio estaba fumando? Sí, vos sabés cómo fuma, no para nunca el Rulo. Pero eso quiere decir que estaba sin barbijo ¿no? Sí, ahora que lo pienso tenés razón, Julito, estaba sin barbijo ¡uy, qué pelotudo! es que estoy tan acostumbrado a verlo fumar que ni me había dado cuenta ¡Qué insensato! dijo, Julito, siempre tan catedrático en su lenguaje, el Rulo es un tarado, y vos también, te habrá tirado el humo en la cara, seguro. Bueno, tranquilo, le digo, eso ya pasó, total por acá dicen que el virus no circula todavía, No circulaba, me dice, Julito, ahora sí circula, no te confiés, no sea negador, Bueno, Julito, ya sé, pero lo importante es lo que vino después, además, capaz que el humo de tabaco mata al bicho ese, porque yo estoy lo más bien, ni tos, ni fiebre, ni diarrea. En fin, como te digo lo importante es lo que vino después, y lo que vino después empezó conmigo diciéndole, dejate de joder Rulo, no me hagás caritas que no soy una mina, él sacó el humo por la nariz y sacudió la cabeza, como hace cuando quiere decirte que sos un pelotudo, y me dijo, Déjate de boludeces, Pocho, si vos fueras mina yo me haría puto, contame, a ver ¿qué soñaste, eh? Con Perón, le digo, soñé con Perón, ¿Con Perón? dice, Sí, con Perón, bah, sí, con Perón pero no sólo con Perón, con Perón y con los lentes de Perón ¿Qué? dice, qué carajo es eso ¿los lentes de Perón? mirá que yo soy un descamisado de la primera hora, más fanático que la abanderada de los humildes, me dice, y no estaba enterado de que el General usara lentes, aunque, a lo mejor para leer ya cuando estaba muy viejito y entre el Brujo y la Chabela lo tenían acorralado, ahí sí me parece que no veía muy bien. Sí, debe ser por la cuarentena que tuve ese sueño, digo yo, viste, uno anda como loco ¿no? y más uno que vive solo, la angustia, qué sé yo. Má qué angustia, me dice, debe ser la calentura y vos, de eso, mejor que no te quejés, y ahí aprovechó para retarme, viste cómo es el Rulo, siempre reprochando, Si vivís solo es por tu culpa, me dice, le hubieras dicho que sí a la Mirta y ahora ella estaría calentándote la cama, En eso tenés razón, Rulo, le dije, no sabés cuánto me estoy acordando de la Mirta en estos días, qué boludo, no sé por qué carajo la rechacé. Y... porque sos un boludo, tenés razón en eso y cuando tenés razón tenés razón, Pocho, para qué negarlo. A esta altura yo me estaba arrepintiendo de contarle, porque, vos sabés, Julito, el que estaba caliente con la Mirta era él y ella nunca le dio bola por eso ahora iba a aprovechar la oportunidad para bardearme. Y bueno, me dice, jodete, pero contame, cómo es el fato ese de los lentes de Perón. Ah, sí, digo yo, los lentes de Perón, flor de yeite, ya sabés, esos lentes con los que el viejo veía a las minas desnudas. ¿Qué? me dice, abriendo grandes los ojos, cómo que ya sabés, yo no sé nada de eso. Cómo ¿en serio no sabés? digo yo, el viejo tenía unos lentes que parecían lentes de sol pero cuando los usaba le permitían ver a las minas en bolas, las desnudaba, la mina capaz que estaba vestida como para ir al Colón pero el Viejo, con esos lentes las veía desnudas ¿entendés? lentes como de rayos X, algo así. Por ejemplo, cuando vino la Gina Lollobrigida, allá por el cincuenta y cuatro, a la argentina, el tipo la vió en bolas, Andáááá, me dice el Rulo, no sé ni quién es esa mina pero seguro que eso es macana, viejo, delirio de gorila, no me vengas con eso, Pocho, que vos sos de los nuestros, por algo te decimos Pocho ¿no? No me vengas con esas giladas de chetito de Barrio Martin, dale. No, le digo, yo vi la foto, y la mina esa, que era una tana, actriz de cine de la época, estaba rebuena. ¿Y vos viste la foto? ¿Qué foto, Pocho, qué estás diciendo? Sí, hay una foto, Rulo, Perón está caminando al lado de la mina con los lentes puestos y se ve que la mina está en bolas, sólo tiene un cintito negro finito en la cintura, se ve que los rayos no atravesaban el cuero. No seas boludo, Pocho ¿y cómo vos, mirando la foto, ves a la mina en bolas? ¿El fotógrafo tenía los lentes o la cámara los tenía? Porque si los tenía Perón nadie podía ver a la mina en bolas salvo él y si los tenía la cámara el viejo también tendría que haber estado en bolas ¿entendés? ¿Cómo? Claro, sabés que tenés razón, Rulo, qué boludo, no me había avivado. Viste, Julito, es medio turro el Rulo, pero es inteligente, eso hay que reconocerlo. Bueno, pero eso no importa, Rulo, dije yo, en el sueño era así, viste como son los sueños, capaz que por la angustia del encierro, qué sé yo. La angustia es porque no cogés, ya te dije, y no cogés porque no le diste bola a la Mirta, jodete, volvió a decirme el Rulo, eso te hace soñar con lentes que te hacen ver a las minas en bolas. Pero es que no es sólo eso, Rulito, no. Me parece que el asunto empezó con el cacerolazo, ese contra la cuarentena ¿viste? Y entonces le conté, Julito, te juro que me costó porque ya estaba medio arrepentido de haber empezado la conversación, pero le conté, Bueno, dije, como todo el barrio estaba en esa onda… Porque vivís en un barrio de gorilas, gil, Sí, no importa, Rulo, la cuestión es que yo salí con el parlante y todo el equipo de audio con la idea de poner la marchita a todo volumen, para cagarlos ¿viste? Para taparles el ollazo y que revienten de bronca con la voz machaza del Huguito Del Carril, Pero justo cuando voy a enchufar el aparato la veo a Carolina, la vecina del quinto “C”, la tenía justo ahí, en el balcón de al lado, cerquita ¿entendés? a menos de la distancia social obligatoria ¿te das cuenta? Y pensé, si yo pongo la marchita esta mina no me saluda más, nunca me va a dar bola, chau a mis ilusiones, nada de apretármela en el ascensor, nada de invitarla a tomar mate con galletitas de soja en el parque, y reculé, hermano, reculé, Reculaste, y sí, si sos un cagón ¿y qué hiciste? me dice el Rulo, te juro Julito que me dio un cagazo, no te imaginás, porque viste cómo es el Rulo, este me va a cagar a pedos, pensé, pero ya estaba jugado, me quedé mirándola, hermano, le dije, no sabés cómo agita la cacerola, estuve a punto de traer una olla de la cocina y sumarme al carnaval, te juro ¡Pedazo de pelotudo, traidor! ¡No habrás hecho eso, me imagino! No, Rulo, no hice nada, qué iba a hacer, me metí adentro, agarré la botella de fernet y me clavé un par de vasos de los grandes, los de cerveza ¿viste?, sin Coca, eso sí, porque yo, a los imperialistas, ni un mango, y me fui a dormir. Y ahí fue que soñé, Rulo. Yo estaba en el balcón mirando como la Caro agitaba la cacerola y de golpe aparece el Viejo y me dice, dándome los lentes, Tome, compañero, agarre, no se quede con las ganas, bombo y cacerola, la lucha es una sola y, no se olvide, para un argentino no hay nada mejor que una argentina, hay que trabajar por la unidad de la patria, penetrar la grieta y procrear con el enemigo si hace falta, las crías será peronistas o no serán nada, compañero, avance, no sea imberbe. Enseguida él se se las tomaba y yo me ponía los lentes y me quedaba mirando el culo desnudo de la Caro, Rulo, no sabés lo que es eso ¡otra que la grieta! Y ella, qué hizo, preguntó el Rulo, secándose la frente perlada de sudor, como dicen en las novelas mejicanas, Ella, dije yo, se dio vuelta y me tiró un besito volado, Sí, dijo el Rulo, haciendo la muequita del hoyuelo, no hay como el peronismo para hacer feliz al pueblo.